En RTVE todo es posible. Cuando creíamos haberlo visto todo en la cadena pública, con una tormenta perfecta que no cesa, esta semana se filtraba que la administradora única e inimitable, Rosa María Mateo, rubalcabista confesa, que llegó al trono para cuatro meses y lleva casi dos años, había "puesto su cargo a disposición de Pedro Sánchez". "¡Dimisión!", gritaron en unas cuantas redacciones. Pero no, era solo un amago de marcharse. Que el esperpento no pare.
Algunos siempre habíamos pensado que "poner el cargo a disposición" era un eufemismo para hablar de una "dimisión". También creíamos, poco informados, que cuando uno decide largarse de un sitio, por ejemplo de una empresa para fichar por otra, no hay vuelta atrás, porque al jefe se le comunica la marcha, no se le pregunta si te va a dejar ir o no. Pura ingenuidad.
Ahora que conocemos la estricta diferencia entre "dimitir" y "poner el cargo a disposición" somos más sabios y más felices. Todo gracias a la administradora plenipotenciaria que va a quedarse al frente de RTVE hasta que "la situación se desbloquee". ¿Cuándo ocurrirá eso? La situación está bloqueada y el buen desbloqueador que la desbloquee buen desbloqueador será.
Hacia "el desbloqueo"
Agárrense que hay curva. Porque el desbloqueador es Sánchez. En su entrevista del pasado lunes en el prime time de la pública, que por cierto no vieron ni sus familiares, el presidente del Gobierno afirmó esto: "Nuestra voluntad es hablar con todos los grupos parlamentarios para desbloquear el nombramiento del Consejo de Administración y poner en marcha todos los retos que tiene por delante la Corporación".
Como con el lenguaje nos estamos poniendo estupendos, que diría Max Estrella, hay que tener en cuenta que Sánchez no dijo "cuanto antes" o "pronto". Tampoco marcó el cambio en RTVE como una "prioridad". Así que el ansiado "desbloqueo" puede eternizarse. O resolverse en cuatro días. Porque en la radiotelevisión que pagamos todos ya cualquier cosa puede suceder. Y más si es él quien decide.
Un poco de memoria
No estaría de más, llegados a este punto, recordar cómo llegó Mateo al cargo. ¿Se acuerdan de aquella votación en la que el primer Gobierno de Sánchez iba a sacar adelante el cambio del consejo de administración en el Congreso tras un acuerdo con Podemos y varias formaciones nacionalistas? ¿Tienen en la memoria cómo dos diputados no identificados, pero quizás del PSOE, votaron contra lo que presuntamente iban a hacer?
Olió a jugarreta de nuestro querido Iván Redondo para fastidiar a Podemos, si bien nadie pudo demostrarlo. El caso es que aquel lío parlamentario provocó que al final el Gobierno de Sánchez designase a una administradora única, que es un cargo imposible de explicar racionalmente. Y ahí está Mateo, una periodista a la que muchos idolatrábamos hasta que aceptó un puesto semejante por decisión del PSOE después de haber hecho campaña por el candidato de ese partido.
Los trabajadores de la televisión pública, entre ellos quienes hacen los Informativos, insisten en reclamar que el problema se resuelva cuanto antes. La politización, la caída de audiencia y los problemas laborales siguen intactos. Mateo, que presumía de independencia y que prometió irse cuando hubiera nuevo Gobierno, solo ha llegado al amago de renuncia. Pero en Moncloa quieren que siga en su puesto. Por algo será.
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