La televisión pública catalana mantiene su preocupante ritmo de pérdida de audiencia. Su principal canal, TV-3, cerró el pasado julio con una cuota de pantalla del 10,1%, la tercera peor de su historia, lo que confirmó el cada vez mayor desinterés de los ciudadanos en este medio de comunicación. Muy lejos quedan los tiempos en los que esta cadena era líder en esta comunidad autónoma a una gran distancia de sus principales competidores. De hecho, desde que se tuvo lugar el apagón analógico, en 2010, ha perdido casi una tercera parte de su share y actualmente va a rebufo de Telecinco.
No es ningún secreto, a estas alturas, que esta televisión ha estado al servicio de los intereses del Gobierno autonómico desde el día de su puesta en marcha, al igual que ha ocurrido en otras televisiones públicas. Los barones regionales las han mantenido, a través de los Presupuestos regionales, y a todos ellos les han concedido un trato preferencial. Ninguna se ha atrevido a morder la mano que le daba de comer.
TV-3 ha recibido constantes críticas desde la oposición parlamentaria por el especial protagonismo que ha concedido a la causa independentista, tanto en sus programas informativos como en sus mesas de debate. Quien dirige este medio de comunicación desde el pasado marzo, Vicent Sanchís, negó hace unas semanas que las constantes referencias a este tema hayan afectado a su cuota de pantalla. "La audiencia no se va porque hablemos todo el día del procés, sino porque se aburre".
El directivo, biógrafo de Lluís Prenafeta y cercano al PdeCAT, añadió: "La gente quiere entretenerse y en los contenidos de TV-3 sobra sentimiento trágico de la vida".
Más allá de esta opinión, lo cierto es que desde el inicio del proceso soberanista, la pérdida de cuota de pantalla de esta cadena ha sido progresiva. De hecho, el ejercicio 2010 lo inició con un 15,4% de audiencia, mientras que 2016 lo terminó con una media de 11,37 puntos. En agosto de ese año marcó su peor registro histórico (9,4%), mientras que el segundo (9,6%) lo obtuvo el pasado abril. En julio de 2017 obtuvo su tercer peor dato -10,1%-, según datos de Kantar Media, recogidos por Barlovento Comunicación.
La televisión del 'procés'
Durante las últimas semanas, sus directivos han realizado varias maniobras para intentar frenar su caída de audiencia. Entre ellas, la de mayor calado fue la retirada del espacio matinal Els Matins tras 13 años en antena. No obstante, no será fácil que los nuevos aires en la parrilla de programación vengan acompañados de una mejora sustancial de su audiencia, entre otras cosas, por las restricciones presupuestarias a las que está sometido este medio de comunicación para elaborar su parrilla de programación.
La situación de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA) no difiere mucho de la de Radiotelevisión Española en este sentido, pues ambas entidades públicas han sufrido importantes recortes presupuestarios durante los últimos años (TV-3, de 450 millones en 2010 a 307 en 2016) que han mermado la capacidad de maniobra de sus directivos. En ambos casos, el mantenimiento de su plantilla se come una buena parte de su asignación anual (160 millones la CCMA y 380 millones RTVE), lo que hace aún más difícil configurar una parrilla de programación competitiva.
TV-3 ha perdido casi un tercio de su cuota de pantalla durante el proceso soberanista.
A esto se une el incremento del número de canales que ha tenido lugar en la TDT durante los últimos años, así como la cada vez mayor fortaleza que cuentan las dos principales compañías audiovisuales españolas, Atresmedia y Mediaset, que aglutinan el 86% de los ingresos publicitarios del sector y, por tanto, cuentan con una posición privilegiada a la hora de negociar los contratos con las agencias de medios.
Telecinco, que en Cataluña siempre ha vivido a la sombra de TV-3, es actualmente líder en esta comunidad autónoma con el 10,7% de la cuota de pantalla. Le siguen Antena 3, con el 9,4% y La 1, con el 7,9. El canal autonómico privado, 8TV, propiedad del Grupo Godó, cuenta con una audiencia del 3,5%, a mucha distancia del liderato e inmerso en su particular crisis de modelo de negocio.
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