“En las ruedas de prensa se comportaba de forma soberbia con los periodistas y les transmitía que sus críticas le daban igual. Pero, realmente, era muy sensible a ellas. Eso explica, en parte, la depresión que arrastró durante sus últimos meses”. Con estas palabras define un exconcejal del Ayuntamiento de Valencia la relación que mantuvo Rita Barberá con los medios de comunicación, una política que contestaba con “altivez” y en tono “amenazante” durante sus comparecencias, pero que vivió especialmente preocupada por cultivar una buena imagen pública. La que se desmoronó, como un castillo de naipes, durante los últimos años de su vida, por la influencia de los casos de corrupción que le afectaron a ella y a quienes le rodeaban.
Barberá fue hija de José Barberá Armelles, ‘Don Pepe’, expresidente de la Asociación de la Prensa de Valencia y columnista costumbrista del diario Levante, entonces adscrito a la red de periódicos del Movimiento Nacional. Convivió con el periodismo desde su niñez y mantuvo sus primeros contactos con los redactores a finales de 1970, cuando trabajó en Radio Valencia y en Levante, primero, y como jefa de prensa del gobernador civil de Valencia y de la Cámara de Comercio, posteriormente.
En esos tiempos, de asesora, los rotativos reproducían la versión oficial que emitían las autoridades “prácticamente sin cuestionar ni una coma”, algo que –coinciden- influyó en la forma de Barberá de relacionarse con la prensa. “Su trato era muy similar al de (Manuel) Fraga. Distante, de otro tiempo”, explican.
A la televisión autonómica valenciana siempre la observó con malestar. En un primer momento, porque estuvo comandada por el Gobierno autonómico del socialista Joan Lerma. Posteriormente, porque fue controlada por Eduardo Zaplana y Francisco Camps, quienes hicieron todo lo posible para minimizar su presencia dentro de Canal Nou. “Sabían que la calle estaba con Rita y que era una máquina de captar votos para el PP, pero la ocultaban en los informativos porque sabían que eso aumentaba su popularidad y, en el fondo, debilitaba su posición (la de ellos) dentro del partido”, detalla un antiguo directivo de la Radiotelevisión Valenciana (RTVV).
Eso generó un desasosiego en Rita Barberá y Alfonso Rus –otro afectado- que ninguno de los dos se empeñó en disimular. “¿Cuántas veces he salido yo en Canal Nou? (…) A ver cuánto me habéis sacado a mí”, aseguró la política en 2013, pocos meses antes de que Alberto Fabra diera la puntilla al canal.
Amigos y enemigos en Valencia
En la capital valenciana la realidad era muy distinta. Las mayorías absolutas que obtuvo en las urnas hicieron que Barberá se sintiera fuerte, de ahí que no buscara alianzas con la prensa con un especial empeño. Mantuvo una buena relación con las delegaciones de ABC y El Mundo en la ciudad durante varios años. También con la Cadena COPE y con Onda Cero, dos radios que criticaron sus decisiones con cuentagotas. Al diario Levante-EMV -cercano al PSOE desde la llegada de la democracia- se le puede considerar como uno de sus más acérrimos enemigos, pues fue siempre beligerante con el Partido Popular.
En cuanto a Las Provincias, la relación que tuvo durante sus 24 años de alcaldesa fue de amor-odio. “Fue claramente favorable mientras María Consuelo Reyna estuvo al mando del proyecto y atravesó diferentes etapas una vez que lo compró Vocento. En algunos momentos, estuvo a su lado y, en otros, especialmente cuando afloraron los casos de corrupción, fue muy crítico”, detalla un veterano periodista valenciano.
Antes de llegar a la política, Barberá fue jefa de prensa del gobernador civil de Valencia.
Dentro del mundillo de los medios de comunicación de Valencia, son varios los periodistas que definen como “soberbio” el comportamiento de Barberá con la prensa y que han vivido algunos de los desencuentros que mantuvo con los informadores durante sus comparecencias. “No le gustaba que cuestionaran sus decisiones, lo consideraba incongruente. Ella tenía la mayoría absoluta y pensaba que todos sus actos como alcaldesa estaban legitimados. Por eso se ofendía cuando recibía críticas por parte de los medios", manifiesta el mismo exconcejal del Ayuntamiento de Valencia, quien coincidió durante varios años con ella.
Y añade: "Eso explica la depresión en la que se sumió a partir de que trascendió el escándalo de Taula. Se sintió, además, abandonada por sus compañeros de partido, los que le habían encumbrado, algo que fue un golpe mortal de necesidad”.
La respuesta de los medios
A su muerte le han seguido muy diversas reacciones por parte de los medios de comunicación. En Levante-EMV, Alfons García criticaba la hipocresía del PP, “que el pasado lunes no tenía nada que comentar de su declaración en el Tribunal Supremo porque 'no está ya en el partido'", pero que este miércoles la ha recuperado, tras conocerse su fallecimiento. Las Provincias, por su parte, exponía sus luces, pero también sus sombras, que fueron muchas.
En la prensa nacional, ha habido quienes han hecho un especial hincapié en los escándalos de corrupción que le salpicaban y quienes han lamentado el “linchamiento” mediático que sufrió durante los últimos meses de su vida, en consonancia con lo que han defendido excompañeros de partido como Rafael Hernando o Celia Villalobos.
Entre estos últimos, se encontraban todos los contertulios que han participado en La Mañana de La 1. Entre ellos, Fernando Ónega, que le ha dedicado estas palabras: "Dicen quienes la han visto que había perdido peso en los últimos meses (…). Ha sido una regidora eficaz, la que cambió la cara de la ciudad, la puso a mirar al mar y la convirtió en una expresión, un símbolo de modernidad (…) Después llegó la corrupción a su entorno. Después llegó la Rita Barberá cruelmente perseguida y no defendida por los suyos. Yo me quedo con la Rita Barberá de la eficacia y el empuje. Ha sido una gran política. Discutida o manchada, pero una gran política".
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación