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Todo es una broma en la RTVE de Rosa María Mateo

La administradora única de la corporación cumple dos años en el cargo pero tiene las horas contadas. Los profesionales no paran de denunciar purgar ideológicas. Se repiten los errores del pasado

Lo penúltimo ha sido que la plantilla de los Informativos rechazó hace unos días el nombramiento del nuevo director de la cosa, Pep Vilar. Lo último ha sido el delirante enfrentamiento entre Vox y periodistas durante Los Desayunos. Nadie sabe qué será lo siguiente que ocurra en Radiotelevisión Española (RTVE). Pero cualquier cosa es posible. Porque está claro que en estos dos años con Rosa María Mateo como administradora única todo parece una broma de mal gusto.  

Recordarán ustedes, y si no ya lo hacemos aquí, la abrupta manera en que Mateo fue designada por el Gobierno de Pedro Sánchez, perdón, por el Congreso de los Diputados como jefa plenipotenciaria de la corporación. El asunto, que en teoría iba a durar cuatro meses y todavía continúa, ya empezó mal. Como las cosas siempre pueden ir a peor, estos dos años en el cargo han sido aún más desastrosos de lo que cualquiera podía esperar. Algunos, ingenuos, llegamos a confiar en la elegida durante los dos primeros minutos tras su elección. 

Ese gran periodista que es Rubén Arranz ha contado aquí que los grupos políticos ya están maquinando la sustitución de Mateo porque su situación es "prácticamente insostenible". Lo raro es que alguien añada ese "prácticamente". Es que esto no se puede aguantar. Es una tras otra. Siento si ustedes, sufridos lectores, tienen la sensación de que unos y otros nos repetimos al respecto, pero es que esto empieza a no tener parangón. Y miren que es difícil hacerlo peor que alguno de sus predecesores. 

Anidan entre nuestros recuerdos aquellos momentos gloriosos del felipismo donde RTVE parecía una apéndice más del Gobierno o aquellos otros instantes memorables en que la pública servía con entrega al aznarismo

Anidan entre nuestros recuerdos aquellos momentos gloriosos del felipismo donde RTVE parecía una apéndice más del Gobierno o aquellos otros instantes memorables en que la pública servía con entrega al aznarismo. Durante el zapaterismo se intentaron algunos cambios en positivo que tampoco funcionaron demasiado bien. En el marianismo la cosa se recrudeció hasta la náusea. Ahora, en el sanchismo, el asunto parece menos grave simple y llanamente porque la pública ya no es tan influyente como antes, pero los mismos males siguen ahí, vivitos y coleando.  

Dejemos el pasado, para no enloquecer. Hablemos de futuro. Si todo el mundo sabe en RTVE que Mateo tiene las horas contadas por su más que mejorable gestión, ¿cómo es posible que ella y su equipo sigan pilotando la programación -por cierto, bastante desastrosa-, tomando relevantes decisiones para la nueva temporada y hasta designando a nuevos directores de los telediarios que, como ya se ha apuntado, cuentan con la frontal oposición de los propios informadores? Quizás en el programa de Iker Jiménez puedan resolver este misterio. También en ese espacio podrían contarnos por qué la designación del nuevo consejo de administración mediante concurso público lleva olvidada un año y medio por los señores diputados.  

Los centenares de millones de euros del presupuesto de RTVE salen de nuestros bolsillos. Sí, es un argumento demagógico, pero imbatible. Lo que viene pasando desde hace décadas no sería tolerable en cualquier democracia sana

Uno puede quejarse de algunos programas ignominiosos de Telecinco o señalar algunos errores colosales de Atresmedia, pero en esos casos estamos hablando de empresas privadas que, bien mirado, hacen o que les viene en gana con su dinero para ganar más dinero. Pero es que los centenares de millones del presupuesto de RTVE salen de nuestros bolsillos. Sí, es un argumento demagógico, pero imbatible, al cabo.

Lo que está pasando en la corporación no sería tolerable en cualquier democracia sana. Viene ocurriendo lo mismo hace décadas. Porque de los mil y un diferentes problemas que asedian a Mateo (sindicatos y trabajadores en pie de guerra, caída en barrena de la audiencia, el déficit crónico de las cuentas), el peor, con diferencia, es el conjunto de injerencias políticas que los profesionales de la casa no paran de señalar. Ya son costumbre las purgas ideológicas contra quienes osen cuestionar a Mateo y a su director de Información y Programas de Actualidad, Enric Hernández. 

Esta broma de mal gusto tiene que terminar cuanto antes. Señorías del Congreso, negocien y acuerden un pacto de Estado o lo que haga falta para cambiar las cosas de una maldita vez. Por higiene democrática. Y por respeto a los ciudadanos que pagamos la factura. 

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