Alrededor de la cueva donde el pasado verano se quedó atrapado un grupo de muchachos, en Tailandia, ha llegado a haber 100 puestos de suvenires. Los turistas que acuden a la zona atraídos por el Triángulo de Oro en el que no hay opio, el templo más kitsch y menos espiritual (Wat Rong Khun) y los zoológicos humanos que habitan las mujeres jirafa, sacan un rato para visitar el nuevo becerro de oro de Siam. Los operadores turísticos y los medios de comunicación anhelan este tipo de historias porque saben que en el corazón de los hombres siempre hay un hueco para la tragedia. Por eso, episodios dramáticos, como el del pobre niño Julen, son capaces de dar la vuelta al mundo y de ocupar cientos de páginas y horas de televisión.
Una buena parte de quienes visitan Pompeya no lo haría si la más mortífera de las explosiones del Vesubio no hubiera aniquilado a la unos cuantos de sus habitantes, del mismo modo que las mañanas televisivas no tendrían tanta audiencia si en sus mesas de debate no se expusieran desgracias humanas. El caso de Julen Jiménez es el último drama mediático y quizá el más sorprendente de los últimos que han acaecido, pues ha permitido a unos cuantos tertulianos de renombre exhibir sus hasta ahora ocultos conocimientos de ingeniería del subsuelo.
Este viernes por la mañana, un conocido contertulio -popular por su veleidad ideológica- le preguntaba a un compañero de mesa cómo es posible que Julen arrastrara tanta tierra al caer. El aludido -que hace no mucho pontificaba con la habilidad de un forense sobre el caso de La Manada- respondía con una cantidad de detalles que bien le haría merecedor de una maestría en áridos. En una pantalla, aparecía el enésimo gráfico sobre el pozo, su profundidad y las vías paralelas que se han abierto para intentar rescatar al niño.
Mientras decenas de medios de varios países cuentan con todo lujo de detalles la última hora del rescate -unos con escrupulosidad y otros con pluma de color amarillo chillón-, aparece en escena el padre de Julen, que no debería tener delante ningún micrófono en sus horas más bajas, pero que se ha convertido en el más oscuro objeto de deseo para una parte de los medios. Entre tanto, el alcalde del municipio de Totalán, Miguel Ángel Escaño, interviene en directo en varias televisiones y ofrece una lección ejemplar sobre cómo ser un impresentable. Y un medio habla de que han encontrado el cadáver del crío, cosa falsa.
Sería injusto situar el foco exclusivamente sobre los medios de comunicación, cuando en este país los partidos son especialistas en sacar tajada del dolor ajeno.
Por si esto fuera poco, llega por allí un hombre que tuvo que enterrar a su hija, Mari Luz Cortés, después de que un indeseable la matara. Su imagen se muestra en un programa de televisión que hace unos años tuvo la genial idea de hacer un tercer grado a la esposa del asesino -disminuida psíquica- en un parque, tras el crimen. El hombre fue reclutado en noviembre por Pablo Casado, para el PP, y es ponente sobre la prisión permanente revisable. Esta semana no ha perdido ocasión para hacer las declaraciones que fuera necesario a los periodistas. “Cuando me vieron, es como si hubieran visto a un ángel”, dijo al programa Espejo Público. Desde luego, sería injusto situar el foco exclusivamente sobre los medios de comunicación, cuando en este país los partidos son especialistas en sacar tajada del dolor ajeno. De hecho, Juan José Cortés no es el único padre que perdió a su hija y que ha sido reclutado por una formación política.
Resulta lamentable que ni la propia televisión pública renuncie a comentar los detalles más escabrosos de este tipo de casos, que abundan en esta nueva época de esplendor del periodismo de sucesos. La RTVE que creó la figura de la editora de Igualdad para garantizar que en la corporación las mujeres están suficientemente representadas y respetadas, dedica una parte de sus mañanas a analizar la criminología mediática, en algunos casos, abundando en detalles que no son precisamente respetuosos con la intimidad de las víctimas ni con el dolor de sus familiares. En el caso Julen, su cobertura ha vuelto a ser más que generosa.
Vuelta a los sucesos
Son muchos los que se han subido a esta nueva ola del periodismo de sucesos, a sabiendas de que estas noticias generan clics. La lógica es la misma que utilizaron esos portales digitales que se dedicaron en cuerpo y alma a los contenidos virales porque consideraban que era un maná inagotable. Hoy, cuando esa fuente ha comenzado a secarse, se encuentran en serias dificultades para sobrevivir y alguno ya ha anunciado despidos y recortes dramáticos. Ciertamente, tratar de sostener un negocio periodístico con anécdotas y/o tragedias no parece la mejor idea y supone pegarse un tiro en el pie a medio plazo. Por otra parte, también implica reconocer que, sin el tinte amarillo y graciosete, resulta imposible sostener tu medio.
En este contexto, un miembro del Gobierno -con una estrecha relación con Mediaset- defendía hace unos días en un corrillo la decisión de reducir Noticias Cuatro a la mínima expresión y programar un nuevo espacio de debate, en cuanto a que simplemente supone cambiar el envoltorio en el que se trasladan a la audiencia los contenidos informativos.
El consejero delegado de este grupo, Paolo Vasile -en un nuevo ejercicio de soberbia futbolera-, acusaba este viernes de mentir a quienes afirmaron que esta decisión suponía privilegiar el entretenimiento y el chau chau frente a las noticias. Pese a sus palabras, en las que incide en que redoblarán sus esfuerzos por ofrecer buen periodismo, no tengo ninguna duda de que el nuevo programa de actualidad que ha proyectado para Cuatro implicará que en la parrilla de ese canal ganen más protagonismo este tipo de crímenes mediáticos y sucesos alarmistas. De hecho, el espacio lo producirá Unicorn Content, la misma empresa que realiza El Programa de Ana Rosa. Señor Vasile, no hace falta enarbolar ninguna bandera periodística ni ser un teórico de la comunicación para concluir que un noticiario tradicional no deja tanto espacio a la casquería y el debate crispado como este tipo de programas de entretenimiento.
Este jueves, Bank of America Merrill Lynch, difundía un informe en el que rebajaba las recomendaciones sobre los grupos de televisión españoles, entre otras cosas, porque su negocio está poco diversificado y, por tanto, especialmente expuesto a las turbulencias que ha comenzado a vivir la TDT, ante la aparición de nuevos 'players' en el sector audiovisual. Parece que la publicidad no llegará de forma tan abundante en los próximos años y, mientras otros innovan, aquí hay más de lo mismo. Entre eso, telebasura y sucesos.
Es obvio que casos como el de Julen Jiménez, el de Laura Luelmo o el de Diana Quer tienen un gran poder magnético sobre la audiencia de los medios de comunicación. Pero vistos los detalles escabrosos que se ofrecen, la constante aparición de oportunistas en pantalla o las horas de exposición mediática de los padres de las víctimas y de los propios afectados, la pregunta es, ¿dónde está el límite?. Desde luego, la cuestión no se responderá con la sustitución de los noticiarios por las mesas de debate sensacionalistas en la televisión. En las que esta semana, por cierto, no han faltado ingenieros y poceros sobrevenidos.
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