El último gran incendio en el Consejo de Administración de Radiotelevisión Española se declaró el pasado 20 de abril, en la reunión que se celebró en Sant Cugat del Vallés. No fue la primera vez que sus vocales se enfrentaban, ni seguramente será la última, pero, en esta ocasión, las discrepancias entre los miembros de este órgano llevaron a la presidenta provisional, Elena Sánchez, a poner su cargo a disposición de los presentes.
Según varias fuentes presentes en el ‘cónclave’, en el orden del día de la reunión había dos puntos que una mayoría de los consejeros no estaba dispuesta a apoyar, relacionados con la política de auditoría y con el reparto de nuevas competencias entre tres directivos: Verónica Ollé, José Pablo López y Josep Vilar.
Después de una intervención especialmente dura de uno de los vocales, Elena Sánchez lamentó la situación límite a la que ha llegado este órgano y emplazó a sus críticos –mayoría- a que presentaran una moción de censura contra ella. Tras pronunciar esas palabras, abandonó la sala para que pudieran realizar la votación.
Unos minutos después, regresó a la reunión y comprobó que los vocales no habían llevado la sangre al río y no se habían pronunciado sobre su continuidad, así que los presentes continuaron con el orden del día con el clima de 'calma tensa' que gobierna este órgano.
¿Qué hubiera ocurrido si hubieran dado este paso? Las fuentes del Consejo afirman que, pese a las fuertes discrepancias entre la presidenta y algunos consejeros, nunca se ha barajado la idea de someter a votación la continuidad de Sánchez. Por tanto, consideran que lo que hizo la representante fue lanzar un envite. O un órdago.
Los vocales con los que ha consultado Vozpópuli reconocen que la atmósfera de estos encuentros cada vez está más cargada y que en alguna de las últimas reuniones se han llegado a pronunciar descalificaciones personales, en un tono bronco y elevado. De hecho, inciden en que la propia Sánchez había trasladado en otras dos ocasiones a sus consejeros que, si no confían en su proyecto o en su valía, no duden en someter a votación su destitución.
Un consejo ingobernable
Conviene recordar que Sánchez fue designada el pasado octubre como presidenta provisional de RTVE, en sustitución de José Manuel Pérez Tornero, quien unas horas antes había presentado su dimisión. El catedrático decidió renunciar a su cargo tras constatar que una mayoría de los consejeros había comenzado a votar en contra de una buena parte de sus propuestas. Entre ellos, la propia Elena Sánchez, quien le transmitió de viva voz su descontento con la forma en la que él y su equipo estaban gestionando este servicio público.
Fue entonces cuando la susodicha fue llamada a Moncloa y, en una reunión que se extendió durante cinco horas, en la que estuvo presente el secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallés, le convencieron para que encabezara la corporación de forma interina.
Por ley, un presidente provisional no podía ostentar poder ejecutivo en RTVE, pero el Consejo de Ministros realizó una modificación de los estatutos sociales de la radio-televisión pública para conceder a Sánchez estas capacidades.
Lo que ocurre es que a Moncloa no le salió bien la jugada. Más bien, al contrario, dado que uno de los consejeros designados por el PSOE –Ramón Colom- y el que fue nombrado por el PNV, Juan José Baños, se mostraron críticos desde el primer momento con la estrategia para desbancar a Pérez Tornero para conceder mando en plaza a Sánchez.
De hecho, ante sus dudas sobre su legitimidad para tomar decisiones (la decisión del Consejo de Ministros está recurrida ante los tribunales), se han negado a apoyar los nombramientos que propusiera la presidenta para su equipo si estos implicaban la destitución de quien los ocupara. Los tres consejeros nombrados a iniciativa del PP coinciden en este sentido.
Pero aún hay más, dado que, en las últimas reuniones, varios de los puntos del orden del día han sido rechazados por la mayoría de los asistentes a las reuniones, hasta el punto que en alguna votación Elena Sánchez ha perdido de forma abultada, explican estos informantes.
En resumidas cuentas: la situación que llevó a Pérez Tornero a dejar su cargo le afecta igualmente a Sánchez, quien comprueba que las sensibilidades políticas, las diferencias personales y los desacuerdos entre los vocales han dificultado seriamente la aprobación de algunos de sus proyectos.
Este enfrentamiento se extiende a varias direcciones de la corporación, que están ocupadas por personas que prácticamente no mantienen comunicación tras los enfrentamientos que han mantenido con anterioridad.
Mejora de la audiencia
Todo esto sucede en un momento en el que la audiencia de La 1 ha mejorado ostensiblemente gracias al éxito de algunas apuestas que se han realizado en las últimas semanas. No obstante, estos éxitos están empañados por la inestabilidad de su gobernanza, que deriva –coinciden las fuentes consultadas- de la forma en la que se pactó en 2021 la renovación del Consejo de Administración de RTVE, en la que se antepuso el criterio de los grupos parlamentarios al resultado del concurso público que se había celebrado para seleccionar al ‘alto mando’ de la corporación.
Eso ha provocado que los vientos que soplan desde los cuarteles generales de los partidos políticos azoten con fuerza a este órgano y tiendan a desestabilizarlo. Y eso llevó hace unas semanas a que su presidenta provisional planteara a sus compañeros una afirmación similar a ésta: si queréis que deje el cargo, podéis votar mi destitución. Todo, el 20 de abril, a 1 mes y 1 semana de las elecciones. Ahí pudo quedar descabezada RTVE, con el problema que hubiera supuesto para Moncloa.
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