La temporada 2016-2017 no está siendo sencilla para El Gran Wyoming. Todo lo que sube baja y la política, que durante los últimos dos años ha concitado la atención de una gran parte de los ciudadanos, ahora interesa bastante menos que hace unos meses. El Intermedio ha notado esta mayor apatía de los televidentes con los partidos y con los dimes y diretes que genera su actividad, como se demuestra en que, en lo que va de temporada, su audiencia ha descendido en 2,2 puntos.
Este género cobró fuerza durante la primera legislatura de Mariano Rajoy, en la que confluyeron la crisis económica, varios escándalos de corrupción, los sucesivos tijeretazos al Estado del Bienestar y, sobre todo, el surgimiento de la nueva política. El Gran Wyoming contaba lo que ocurría en clave de humor cuatro días a la semana, en los que la emprendía especialmente contra el Partido Popular. El problema es que, en los últimos meses, especialmente tras la investidura de Rajoy, el programa ha perdido fuerza y una parte de su audiencia ha optado por cambiar de canal.
Según datos de Kantar Media, a los que ha tenido acceso Vozpópuli, desde septiembre y hasta el pasado 10 de abril, El Intermedio registró un share de 10 puntos, frente a los 12,2 que obtuvo durante el mismo período del ejercicio anterior. Entre los hombres, obtuvo un 10,7% (-2,6), mientras que entre las mujeres, el 11,2 (9,4). El programa sigue marcando audiencias muy superiores a la media de la cadena (6,78% desde septiembre) -que también se ha resentido-, pero manifiestamente peores que los de la temporada anterior.
Uno de los parámetros más valiosos para las compañías de televisión es el ‘target comercial’, que se mide, generalmente, sobre los gustos de los espectadores de entre 13 y 54 años, sin contar los de clase baja, que residen en núcleos de población de más de 10.000 habitantes. Aquí, El Intermedio dispone de una cuota de pantalla de 10,8 puntos, frente a los 13,7 del ejercicio anterior.
Durante los últimos meses, su share ha descendido en 2,9 puntos entre la población de entre 25 y 34 años, en 2,7 en el segmento entre 35 y 54; en 2,7 entre los espectadores de entre 55 y 64; y en 2 puntos entre los televidentes de más de 65 años. Una bajada en la que también ha influido la buena salud de su competidor en Antena 3, El Hormiguero –que solo en el último mes acumula 14 ‘minutos de oro’- y los resultados positivos de First Dates, en Cuatro.
La política ha pasado de moda
No es El Intermedio el único programa de contenido político que se ha resentido durante los últimos tiempos. De hecho, también le ha sucedido a otros espacios de La Sexta, como Al Rojo Vivo o La Sexta Noche, que lograron sus mejores resultados en 2015 y 2016 gracias al interés que suscitaron los diferentes procesos electorales y las negociaciones (y disputas) entre los partidos para formar gobierno, pero que han visto cómo su pegada ha disminuido después de que las aguas volvieran a su cauce en Moncloa y en el Parlamento.
Espacios como El Intermedio ocasionaron varios dolores de cabeza en el Gobierno durante la primera legislatura de Mariano Rajoy, en la que Atresmedia y Mediaset escenificaron su malestar con el Ejecutivo del Partido Popular por haber consentido el cierre de varios de sus canales –sentencia del Tribunal Supremo mediante- y por el trato de favor que consideraban que el ministerio de Industria de José Manuel Soria había dispensado a la televisión de pago.
De hecho, el “martilleo” que estos programas realizaban a diario sobre los casos de corrupción o sobre las disensiones internas que afectaban al PP fue señalado por Mariano Rajoy como una de las causas del ‘bajón’ electoral que sufrió el partido en las elecciones autonómicas de mayo de 2015.
A las televisiones también se les culpó desde Génova de ayudar al crecimiento de Podemos debido al protagonismo que concedieron a sus portavoces en las tertulias de sus canales, que en esa época mejoraron su audiencia ostensiblemente. Los mensajes contra el sistema de Pablo Iglesias y los suyos atrajeron a sus defensores, pero también a una parte de sus detractores.
Pero el ‘ciclo alcista’ de la política en la TDT ha terminado, según coinciden las fuentes del sector consultadas por este periódico. Y esto también ha afectado a El Intermedio. “El espectador está empachado de política. Estos programas han perdido frescura y han iniciado su declive. O innovan y se renuevan o será difícil que vuelvan a brillar”. Es la ley no escrita que impera en la televisión, explicaba hace unas semanas un directivo de una televisión.
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