Los problemas financieros de Radiotelevisión Española no son actualmente menores que hace un año, pero, al menos, no son más graves. Un logro que parece nimio, pero que resulta meritorio si se echa un vistazo a los libros de cuentas de la corporación, cuyas últimas líneas se han escrito en un rojo intenso en los últimos tiempos.
RTVE no gastó más de lo presupuestado -973,93 millones de euros- durante el ejercicio 2016 y logró que sus cuentas cuadrasen. Entre otras cosas, porque recibió 50 millones de euros más que en 2015 de la recaudación que el Estado consiguió a través de la Tasa Radioeléctrica; y porque Cristobal Montoro le eximió de pagar casi 90 millones de IVA.
Fuentes del Consejo de Administración de la radio-televisión pública han explicado a Vozpópuli que, durante 2016, los ingresos obtenidos por RTVE a partir del impuesto sobre el espectro radioeléctrico aumentaron desde los 330 hasta los 380 millones de euros, como se previó al principio del pasado ejercicio. El importe de esta partida presupuestaria se incrementará aún más en los próximos años, dado el mayor uso que las compañías de telecomunicaciones realizarán de este medio de transmisión de frecuencias para desplegar sus servicios de internet de alta velocidad, según han asegurado estos informantes.
A esta cantidad hay que sumar los 55 millones de euros que el Estado aportó en 2016 a RTVE para que pudiera sufragar la cobertura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro; y los casi 90 millones de euros de IVA que la corporación ha podido deducirse, acogiéndose a los términos de la reforma legislativa sobre este impuesto, acaecida en 2015, han detallado fuentes oficiales de la televisión pública.
Sin estos tres ‘favores’ de Cristóbal Montoro, las cuentas de la corporación hubieran presentado un déficit similar al que registró entre 2012 y 2014. Es decir, superior a los 100 millones de euros.
A este respecto, cabe recordar que la Ley de Financiación de RTVE estipula que este medio de comunicación debe disponer de un presupuesto anual de 1.200 millones de euros para cumplir con el servicio público que tiene asignado y competir con unas mínimas garantías de éxito con las cadenas privadas. El problema es que en los últimos años sus gestores han tenido a su disposición unos recursos mucho menores (de aproximadamente, 950 millones de euros por año), lo que ha agravado los males que sufría esta corporación de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI).
Cuesta abajo y sin frenos hasta 2015
El último ejercicio que consiguió beneficios fue 2009, cuando cerró sus cuentas con un superávit de 1,1 millones de euros. A partir de ahí, ha perdido 475,15 millones (sólo 360 millones entre 2012 y 2014), lo que le ha obligado a reducir su capital social y a realizar importantes desinversiones (venta de los históricos Estudios Buñuel). Evidentemente, RTVE no ha podido aprovecharse de la mejoría del mercado publicitario que ha tenido lugar en 2015 y 2016, lo que ha comprometido su posición con respecto a su competencia (Atresmedia y Mediaset), que puede emitir anuncios en sus canales y que ha logrado beneficios multimillonarios.
Durante el pasado ejercicio, sus gestores consiguieron que RTVE no sobrepasara su techo de gasto, algo que podrán incluir dentro de su hoja de méritos. El coste de sus programas fue de 341,5 millones de euros, mientras que el de personal, de aproximadamente 370 millones (2 millones menos de lo previsto). En este tiempo, su deuda financiera se redujo en casi un 50%, desde los 86,2 hasta los 46,1 millones.
El presidente de RTVE, José Antonio Sánchez, hizo patente su “satisfacción” y su “optimismo” este martes en la última reunión del Consejo de Administración de la corporación. Ahora bien, sus críticos en este órgano expresaron sus reservas al respecto de los logros de su gestión, toda vez que los problemas económicos estructurales de RTVE todavía no se han resuelto (entre otros, el de los escasos ingresos que obtiene de las ‘telecos’ y los operadores privados de televisión) y la audiencia de sus canales se mantiene a la baja. De hecho, en el último año ha descendido desde el 16,7 hasta el 16,4% de la cuota de pantalla.
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