La posición ideológica de La Vanguardia ha dado mucho que hablar desde el inicio del proceso soberanista. El periódico del conde de Godó -situado tradicionalmente del lado de esa burguesía catalana tan reticente a significarse en el último lustro- ha seguido una trayectoria errática desde 2010. Mientras José Antich ejerció de director, el diario respaldó la cruzada de Artur Mas y los suyos. Mantuvo sus viejos lazos con los convergentes sin tener en cuenta (o sí) que los líderes de este partido, hasta entonces defensores del ‘encaje’ de Cataluña en España, habían iniciado una deriva soberanista que convirtió esa vieja relación de interés en una amistad peligrosa. La situación cambió cuando Antich fue sustituido por Màrius Carol, pues desde entonces el rotativo ha aumentado su nivel de crítica con el independentismo. Ahora bien, como se ha demostrado en la última semana, la política que ha seguido podría definirse como la de ‘el palo y la zanahoria’.
Por definición, La Vanguardia ha sido un medio contrario a la secesión, aunque eso no quiere decir que los ideólogos del proceso soberanista hayan tenido vetadas sus páginas. Todo lo contrario. De hecho, dos de sus columnistas de referencia, Pilar Rahola y Quim Monzó, son convencidos independentistas y así lo han demostrado en sus tribunas. De ahí que, mientras los editoriales de la cabecera han denunciado en reiteradas ocasiones el sinsentido del ‘procés’, los artículos que lo acompañaban le han dedicado todo tipo de loas. En un número similar, por cierto, al de las críticas a la 'España opresora'. Muchas de ellas, de una agresividad desmedida.
Este jueves, después de los ‘sucesos del Parlament’, este guión se ha vuelto a reproducir con milimétrica exactitud. Por un lado, el editorialista se ha empleado con una especial dureza contra quienes intentan “imponer un programa de ruptura sin una inequívoca mayoría social”. Contra quienes han salido “al abordaje de la Constitución de un Estado miembro de la Unión Europea” y han impuesto una ley de referéndum que echa por tierra el Estatuto catalán. En la misma línea se ha pronunciado Enric Juliana, que ha caricaturizado la liturgia dirigida el miércoles por Carme Forcadell, a todas luces contraria a los mecanismos sobre los que se debería mover cualquier democracia liberal.
Pero en la segunda página de la sección de Opinión figuraba Pilar Rahola, una columnista que ponía el foco sobre quienes han generado un discurso de “miedo, represión y prohibición” para acallar las aspiraciones soberanistas de la “inmensa mayoría” de los catalanes. Un discurso mucho menos mesurado y más demagógico. Vaya, el mismo discurso de Convergència, ese partido que abandonó el moderantismo de Tarradellas cuando comenzó a atisbar su declive –su porcentaje de voto bajó 8 puntos entre 2010 y 2012- y confió su suerte al procés, al que convirtió en la prioridad de su programa y en protagonista de su discurso. Esto último en consonancia con lo que ha ocurrido con Rahola, una de las articulistas con más peso del periódico más influyente de Cataluña y la que más ha redundado en el tema de la independencia.
Subvenciones de la Generalitat
Pocos días después de que los responsables de La Vanguardia despidieran a Gregorio Morán –muy crítico con los promotores del ‘procés’-, el afectado concedió una entrevista a El Mundo en la que remarcó que el rotativo del conde de Godó “está al servicio de la Generalitat” porque es quien paga. “El hecho de que La Vanguardia pasara de escribir Cataluña con -ñ a hacerlo con -ny es una metáfora de esa situación de yo soy buen chico y estoy dispuesto a pasar por todas las horcas caudinas con tal de que me resarzáis de una situación económica difícil”.
El pasado domingo, mientras arreciaban las críticas contra el Govern y los Mossos d’Esquadra por su gestión del atentado de Barcelona, este diario publicó una entrevista de su director, Màrius Carol, a Carles Puigdemont, que estaba centrada en el referéndum y en la independencia, y que sólo incluía una referencia a la polémica sobre los intentos de instrumentalización de los atentados de Barcelona de los que ha sido acusado el Govern.
Pilar Rahola criticaba este jueves a quienes han generado un discurso de “miedo, represión y prohibición” para acallar las aspiraciones soberanistas de la “inmensa mayoría” de los catalanes
La pregunta fue la siguiente: “Tras el atentado, los elogios y la colaboración institucional se han convertido en polémica sobre la actuación de los Mossos”. Fue respondida así: “Quien quiera hacer política con los Mossos se equivoca. Parece que el éxito de la policía catalana ha molestado, pero que no se equivoquen, en la lucha contra el terrorismo el enemigo son los terroristas. Lo que se ha demostrado estos días es la eficacia policial y la respuesta solidaria de un sistema que se ha conjurado para luchar contra el terrorismo en perfecta sintonía con el resto de los cuerpos de seguridad”.
En definitiva, la entrevista apareció en un momento complicado para el Govern y sirvió para aminorar esta polémica y, de paso, para dar difusión al proceso soberanista, sobre el que, todo hay que decirlo, el periodista no fue especialmente incisivo.
Silencio con 'El Periódico'
No hay que olvidar que Godó ha sido el grupo privado que más ayudas públicas ha recibido de la Generalitat desde el inicio del proceso soberanista. Ahora bien, de este sistema de subvenciones se han beneficiado la práctica totalidad de las empresas periodísticas de esta comunidad autónoma. Incluida el Grupo Zeta, editora de El Periódico, que la semana pasada reveló el ‘cable’ de la CIA que avisaba de la posibilidad de que se produjera este verano un atentado en La Rambla. El mismo que Puigdemont conocía desde hace dos meses, pese a que lo negara el pasado 20 de agosto.
Esta semana, fuentes del Grupo Zeta, preguntadas por las posibles presiones que hubieran podido recibir tras esta publicación, aseguraron que entre la Generalitat y la compañía existe desde entonces un silencio absoluto. Ninguna comunicación. Para bien o para mal. Habrá que ver si esto afecta al caudal de subvenciones que percibe el Grupo Zeta del Govern o no. Hasta ahora, ha seguido teniendo acceso a estas ayudas públicas pese a que la línea de El Periódico ha sido claramente anti-independentista y pese a que en sus editoriales no se ha ahorrado en críticas hacia la Generalitat. Veremos a ver si esto no cambia, máxime en un posible escenario de Cataluña independiente en el que pudiera convertirse en el principal medio de defensa de los intereses de los 'unionistas'.
En cuanto a La Vanguardia, no se puede decir que haya espoleado el separatismo, pero no hay duda de que ha mantenido la estrategia del palo y la zanahoria con los independentistas que dirigen la Generalitat. Los mismos que reparten las subvenciones. ¿Hacer la vista gorda? En estas circunstancias, sí, se puede hacer...
Durante décadas este periódico se mantuvo ideológicamente del lado de CiU y, cuando su compañero de viaje tomó la peligrosa senda que conduce hacia el precipicio de la ruptura con España, no buscó con un especial ahínco poner fin a esa relación de interés. Esta semana, desde luego, se ha vuelto a comprobar.
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