Pedro Sánchez tocó el poder sin el impulso de ningún amor mediático y eso resulta peligroso, pues, a veces, las heridas que genera el rechazo se curan, pero otras veces permanecen latentes en el alma y pueden reabrirse, lo que genera tempestades.
Se suele infravalorar la capacidad que tienen estas llagas internas de condicionar a los poderosos; y es un error, pues muchas veces explican las decisiones más controvertidas. Varios años después de que Antonio García Ferreras apoyara la candidatura de Susana Díaz para abanderar el PSOE, en Radiotelevisión Española tuvieron la idea de poner a competir a Jesús Cintora con el referente periodístico de La Sexta.
Cintora era más afín a Podemos que al PSOE, pero, ¿qué pesa más? ¿las necesidades actuales o la sed de venganza? En este caso, la respuesta es evidente. Debe ser difícil gobernar sobre algo y silenciar la voz interior que impulsa a perjudicar a quienes no te apoyaron en el pasado. Ese deje tiránico se encuentra en el epicentro de la condición humana y, claro, cuando se mezcla con las inseguridades que provoca la toma de decisiones, el cóctel que se genera es explosivo.
Pedro Sánchez y los medios
Son ya más de mil noches las que ha dormido Pedro Sánchez en Moncloa y nunca ha tenido un mayor número de aliados periodísticos. Entre ellos, algunos de los que se posicionaron en su contra. Y, entre ellos, algunos viejos conocidos de la Corte socialista.
El actual presidente de Prisa, Joseph Oughourlian, mantuvo una serie de encuentros con ‘figuras’ mediáticas españolas -entre ellas, algunos mandarines del PSOE- para tratar de explicarse el porqué El País había perdido cuota de mercado. La conclusión fue que, con Antonio Caño, el diario había girado hacia el centro y eso había beneficiado a medios más a la izquierda, como eldiario.es.
Para solucionar esta 'anomalía', los accionistas situaron al frente del periódico a Soledad Gallego-Díaz y, a su marcha, a Javier Moreno. Un año después de este último movimiento, han designado como directora a Pepa Bueno, que no es precisamente incómoda para el PSOE. El diario El Mundo hablaba el miércoles de la influencia en la decisión -y en la Prisa actual- de los que Juan Luis Cebrián definió como “brujos visitadores” de Moncloa. En ese grupo estaba Miguel Barroso, consejero dominical de Prisa, a propuesta de Amber Capital, que es el accionista con más poder en la compañía en la actualidad.
El caso es que la cuenta oficial del PSOE en Twitter llegó a celebrar el nombramiento de Bueno: “Hoy El País cuenta con una directora que va a ofrecernos esa mirada diversa tan imprescindible”. Es evidente que ella no tiene culpa alguna de esta dedicatoria, pero debería llamar a reflexión el hecho de que una formación política celebre el nombramiento del director de un periódico. El centinela del poder, vitoreado por el poderoso. El mundo al revés.
Menor nivel de crítica
Sea como sea, y visto lo visto, los potentes medios de Prisa no abundarán en la crítica a la izquierda porque es perjudicial para el negocio. Por tanto, leña a la oposición. Y ojo, es una empresa privada, es decir, puede hacer lo que le venga en gana. El problema es que esa sensación se podría contagiar a otros medios de comunicación por un factor que el Gobierno utilizará a su favor: los fondos europeos. En este sentido, cabe destacar que la Unión Europea dispensará un trato especial a este sector, al considerarle de especial importancia en mitad de la batalla propagandística que libran China y Estados Unidos.
Llama la atención que el presidente que se llenó la boca con ese concepto de la “España federal y plurinacional” haya decidido centralizar la gestión de estas ayudas en la oficina económica de Manuel de la Rocha, el ‘míster Marshall’ contemporáneo. Es evidente que esto tiene un porqué, y es que este dinero se va a utilizar para captar voluntades.
Sería muy ingenuo confiar en que –pese al papel fundamental de Bruselas- el Ejecutivo va a dispensar el mismo trato a los proyectos que presenten los medios ‘afines’ que los ‘enemigos’, como también lo sería pensar que los “brujos visitadores” han ganado peso en los últimos tiempos por ciencia infusa y sin ningún objetivo determinado. Y sería demasiado optimista esperar que la prensa y los grandes grupos televisivos van a elevar el nivel de crítica con el Ejecutivo a sabiendas de este hecho.
Un presidente que acostumbra a decir y desdecirse sin rubor; y a distribuir medias verdades entre los medios afines sin que eso tenga consecuencias –siguen comprando su mercancía- no parece que vaya a manejar los fondos de la UE con criterio intachable en el terreno mediático. Porque la ejemplaridad no la utilizó cuando situó a Rosa María Mateo al frente de RTVE, ni cuando permitió un sistema de preguntas en las ruedas de prensa que neutralizaba las críticas durante el primer estado de alarma; ni mucho menos cuando llegó a utilizar el Palacio de la Moncloa para hacer propaganda, en campaña electoral.
No hay nadie más imprevisible que quien toca el poder tras haber recibido calabazas durante toda su vida, pues ni sabe asimilar el éxito ni olvidar las derrotas pasadas. Con la decisión de perjudicar a García Ferreras con la contratación de Cintora en RTVE –a través de Contreras- Sánchez dejó claro que tiene apuntados algunos nombres en su agenda. Sería de ilusos pensar que va a tratar igual a los ‘buenos’ que a los ‘malos’.
Como mínimo, se puede decir que en este complicado final de legislatura tendrá a Prisa. Como máximo, a una buena parte de los demás, temerosos de la arbitrariedad en el reparto del fondo de rescate de la UE.
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