Hermann Tertsch (Madrid, 1958) ha sido recientemente condenado a indemnizar con 12.000 euros al padre de Pablo Iglesias por escribir un artículo en el que calificaba al abuelo del líder de Podemos de “miliciano criminal” y le acusaba de haber participado en 'sacas' durante la Guerra Civil. El periodista de ABC recurrirá la sentencia porque asegura que en su texto no incurría en ninguna mentira y porque considera que “la izquierda no tiene derecho a imponer su visión sobre el pasado” y a ocultar los episodios que no benefician a sus dirigentes.
No es Tertsch amigo de esquivar charcos y, de hecho, en esta entrevista -telefónica- se pronuncia sobre varios temas controvertidos. Habla de Cataluña, del “acomplejado” Rajoy, del duopolio de la televisión en España, del marxismo cultural, de la dictadura de lo políticamente correcto o del “asesinato civil” que le quiso practicar La Sexta. También se refiere al proceso judicial sobre el abuelo de Iglesias, que, a su juicio, tuvo algunas irregularidades...
¿Esperaba este varapalo judicial?
Teniendo en cuenta que se llevaron la causa a Zamora, donde el padre de Pablo Iglesias ha sido inspector de Trabajo y profesor, y donde gobierna Podemos -con una influencia determinante del padre de Iglesias-, la verdad es que había motivos para pensar que esto podía ocurrir.
¿No es un poco osado pensar que el proceso judicial estaba viciado?
A nosotros nos extrañó todo lo que ocurrió. Y digo más: yo fui acompañado a la vista pública por una serie de periodistas y amigos míos, entre los que estaban María San Gil o Ignacio Ruiz-Quintano. Cuando lo vio el demandante, habló con la fiscal y ésta, a su vez, con la juez. Entonces, decidió que la vista, que iba a ser pública, se celebrara en privado. Una cosa absolutamente anormal. No lo protestamos porque pensamos que, dado que jugábamos en campo contrario, eso iba a empeorar la predisposición de la juez.
El caso es que al final ha sido condenado a pagar 12.000 euros por injurias...
No me pilla por sorpresa la condena en primera instancia.
¿Va a recurrirla?
Está claro. Tengo el apoyo del periódico y de la empresa editora porque son conscientes de que lo que nos jugamos aquí es el hecho de que la extrema izquierda, los comunistas españoles, tengan derecho a veto sobre lo que se habla de la Guerra Civil y de nuestra historia. Y eso no lo pienso consentir. Quieren que hablemos todo el rato de la dictadura y de Franco, pero no de las atrocidades del Frente Popular, cometidas por gente como el abuelo de Pablo Iglesias o por Margarita Nelken, que fue la ideóloga de 'las sacas' y que trataba como si fueran ratas a todos los anticomunistas en Madrid. Era la jefa del abuelo de Pablo Iglesias.
¿En qué va a basar el recurso?
La sentencia es grotesca y, entre otras cosas, no desmiente en absoluto los términos en los que yo hablaba. Al señor Manuel Iglesias se le buscó durante toda la guerra, entre otras cosas, por el crimen del que se le acusa, que es el de sacar al marqués de San Fernando de su casa y matarlo. Esto no es una opinión ni forma parte de la propaganda de la época, sino que es un hecho probado. De ahí que estemos dispuestos a acudir al Tribunal Supremo y al de Estrasburgo si no nos dan la razón las siguientes instancias judiciales. Porque, repito, lo que nos estamos jugando es la libertad de hablar de nuestro pasado de una forma que no les guste a los comunistas. A los enemigos de la libertad y a los manipuladores de nuestra memoria y de nuestra historia.
¿Está diciendo que en España no pueden hablar con la misma libertad los que defienden a los republicanos que los que critican 'las sacas'?
Claro. La anomalía de España, que era el Franquismo, nos ha llevado a esta situación, que es terrible y que surge del éxito del comunismo en la Segunda Guerra Mundial. Los comunistas son parte de los buenos y eso provoca que todas las evidencias y las pruebas que aparecen a partir de 1956 sobre la represión que provoca y sobre el brutal aplastamiento de sus enemigos, se obvien. Principalmente, porque hay una singularidad en el nazismo que es el holocausto y es lo que más pesa en ese momento. Pero en todo lo demás, es una ideología igual de criminal. Pese a esto, en Europa Occidental eso no se ha aceptado y los comunistas siguen teniendo una especie de plus.
No se puede consentir que los comunistas tengan derecho a veto sobre nuestra memoria”
Usted lo denunciaba en su artículo de ABC del miércoles, en el que hablaba del dominio del marxismo cultural.
Exacto. Eso hace, entre otras muchas cosas, que mientras aquí se identifica comunismo con progresismo, en los países del Este de Europa se le considera una ideología reaccionaria y criminal. De hecho, allí están prohibidos tanto los símbolos nazis como los comunistas. Eso no se sabe en España porque la izquierda radical trata de que sólo se hable de lo que quieren sus simpatizantes.
Algo habrá hecho mal la derecha en la que usted se encuentra para que se haya producido esta situación, ¿no?
En España, la derecha tiene un complejo con el Franquismo que ha llevado a que no defienda ninguno de sus valores por temor a que la izquierda los identifique con la dictadura. Eso ha afectado a la idea de la unidad de España o al de la autoridad, dos conceptos muy importantes que hoy se encuentran en entredicho. Se puede decir que mientras la derecha ha hecho una dejación de sus funciones en este sentido, los jóvenes han sido adoctrinados en espacios como las universidades, dominados por el marxismo cultural. Dicho esto, no tengo duda de que en España hay una sólida masa de ciudadanía que se rige por una serie de valores profundos y permanentes, pero que en este país son ridiculizados, caricaturizados y sistemáticamente atacados por la prensa, el cine o la televisión.
¿Pero no es exagerado pensar que las personas de ideología conservadora viven sometidas a una permanente humillación?
Es que es así. Se conciben como normales mensajes sectarios y equivocados. El 'abajo el capital', el hecho de que se hable de que el empresario es siempre un canalla, de que el cura siempre es un pederasta, de que el rico es siempre malo, de que aquel que ha prosperado es culpable siempre de explotar a los demás y es una mala persona... Es un discurso cultural horrendo.
Ha situado anteriormente el foco sobre la televisión. ¿Qué papel atribuye al duopolio Atresmedia-Mediaset en este fenómeno que denuncia?
El duopolio es un capítulo negro de esta democracia en la que tantos privilegios se ha entregado a los enemigos de España. Es una anomalía que viene de la época de (José Luis Rodríguez) Zapatero, de ese aciago 2004 del que tantas cosas se nos han ocultado. Recordemos que este presidente inventó La Sexta para unos amigos y que, poco después de abrirla, estaba en quiebra. No podía seguir ni un minuto más.
Ahí surge el interés de Atresmedia...
Lo que ocurrió fue que, cuando llegó el PP, en una operación totalmente irregular, unifican La Sexta y Antena 3 para obtener el favor del Grupo Planeta, (Jaume) Roures y compañía, que es algo que le interesaba especialmente a la vicepresidenta del Gobierno. Desde entonces, este canal se ha dedicado a reventar al PSOE y a fomentar la extrema izquierda.
Cuatro y La Sexta son órganos de extrema izquierda en los que se sacude todo el día a la Constitución”
¿Y qué hay de Mediaset?
Mediaset, cuando ve que la fórmula funciona y sube la audiencia, convirtió Cuatro en algo parecido a La Sexta. En un órgano de extrema izquierda donde están 24 horas al día y 7 días a la semana sacudiendo a la Constitución y a las instituciones, haciendo apología del Frente Popular y del fraccionamiento de España. En fin, todos los enemigos de España tienen su cabida en esas dos cadenas, independientemente de que metan -supuestamente, para poner el contrapunto- a profesionales como (Francisco) Marhuenda o (Eduardo) Inda.
¿Pero no suena un poco extraño el hecho de que el Gobierno hiciera esta concesión a las televisiones que ahora le atacan, como usted dice, todos los días?
Es que en Cuatro y La Sexta se omiten premeditadamente datos que son especialmente vergonzantes para el PP, como el hecho de que haya liquidado el partido en regiones como el País Vasco, o que haya realizado permanentes cesiones a la izquierda ideológica, como mantener la miserable Ley de la Memoria Histórica, que es la punta de lanza de todo el revanchismo que nos afecta. El partido también se posicionado a favor de la ideología de género, que es un mecanismo totalitario que se nos va metiendo por todas las grietas en el Estado, que nos va a estrangular y que sólo tiene en contra a grupos fáciles de ridiculizar, como Hazte Oír. La derecha ha renunciado a denunciar este tipo de fenómenos, que lo que persiguen es el establecimiento de un régimen en el que la verdad quede proscrita. Y las televisiones, como puedes deducir, son cómplices de quienes quieren fomentar ese régimen, con la connivencia del PP.
Acaba de meter en el mismo saco a Rajoy, a Sáenz de Santamaría, a Pablo Iglesias y a Pedro Sánchez. ¿No resulta un poco difícil de creer?
Es que es así. Todos están de acuerdo en puntos tan peligrosos y tenebrosos como la ideología de género, independientemente de que Pablo Iglesias quiera cargarse (políticamente) a Rajoy y ahorcarnos a otros cuantos. El PP, que es pura cobardía, siempre parece dispuesto a traicionar a la derecha española.
¿Se siente perseguido por opinar a contracorriente en terrenos como las redes sociales?
En las redes sociales hay muchísimos canallas. Yo estoy voluntariamente desde hace varios años y, hasta el momento, no me han logrado echar, aunque me han dicho y hecho de todo.
He sido víctima de una cacería, aunque no me callarán”
También se las ha tenido tiesas con algunos periodistas en televisión...
Es que creo que hay muy pocos ejemplos en Europa en los que periodistas y políticos se hayan puesto de acuerdo para organizar cacerías de periodistas como la que ha ocurrido en mi caso concreto. Pero bueno, que yo esto lo hago porque quiero. Creo que es necesario hacerlo. Es necesario que alguien hable.
¿Pero no cree que habla usted más de la cuenta sobre determinados temas?
Mira, el problema fundamental de este país es de valor. Nadie es capaz ya de arriesgar nada por nada y eso provoca la paralización y la podredumbre de la sociedad. Y después eso se paga. Mira, me pasaba mucho eso en El País. En las reuniones editoriales muchas veces me quedaba solo. Perdía ante la corriente mayoritaria. Y había muchos días en los que, después de la reunión, unos cuantos de los que habían asistido se acercaban a mí y me daban la razón.
Le daban la razón en la cafetería, pero no delante del jefe...
Exacto. Eso es muy típico en un país en el que las madres les dicen a los hijos que no se signifiquen, que no llamen la atención. Aquí nadie dice realmente lo que piensa, todos calculan el efecto de aquello que estiman que puede afectar a su prosperidad, a su seguridad o a su imagen. Nadie dice nunca la verdad. ¿Cuándo empezó esto? Pues yo qué sé, quizá durante la Inquisición. O incluso antes. El caso es que hoy en día es un hábito, la gente nunca dice la verdad y eso pudre a una sociedad.
Hablemos de usted. ¿Cuándo considera que empezó esa campaña que denuncia contra su persona?
Cuando me fui de El País. Yo para todos ellos era un hereje. Sabían que venía del PP, pero también tenían claro que yo no era un meapilas ni venía del Opus. Digo el Opus porque todos sus miembros han hecho siempre grandes ejercicios de hipocresía para estar en lo políticamente correcto, en la izquierda. Pero yo no soy así y eso en El País les descolocaba.
La gente nunca dice la verdad y eso pudre a una sociedad”
Usted se va de El País, ¿y qué ocurre a continuación?
Que aterrizo en Telemadrid y empiezo a decir cosas que no se decían en ningún otro sitio. Entonces, desde el programa de 'El Gran Wyoming' empiezan a emitir un vídeo-montaje, manipulado, en el que se decía que yo quiero matar musulmanes sin especificar en absoluto en ningún sitio que aquello era una broma. Entonces, yo lo llevo a juicio, claro. Quisieron mi asesinato civil.
¿Cree que su fuerte reacción les dio más motivos para continuar?
Es que todos los días me llamaban borracho, fascista, nazi y no sé cuántas cosas más. Yo les llevé a juicio por aquel caso. Te repito: quisieron mi asesinato civil. Yo desde entonces tengo claro el porqué somos tan pocos los que nos atrevemos a hablar.
¿Por qué?
Porque nadie quiere exponerse a que le pase lo que me ha ocurrido a mí en La Sexta. Nadie se expone a que le crucifiquen, a que le llamen nazi, a que se rían de él o a que le monten coros llamándole borracho en la calle. Ni políticos, ni periodistas, ni tan siquiera un juez con una sentencia contraria a lo que defiende esta gente. Nadie en España lo quiere, y con mucha razón. Eso sí, yo he sufrido esas consecuencias y las he sobrevivido con mucha tranquilidad. Y ahora tengo casi 60 años y, como comprenderás, ya no me van a intimidar.
Sea sincero, ¿ha tenido la tentación de retirarse?
No, de retirarme no, aunque sí de dedicarme a escribir y apartarme de este tipo de personas, que son basura, cobardes, hipócritas y delincuentes. Pero he seguido porque creo que si se pierde esta batalla, este país ya sí que no tendrá ninguna solución.
¿Considera que existe menos libertad para hablar que hace 30 años?
Hay mucho más miedo hoy. Mira, mi padre fue juzgado por injurias al jefe del Estado en los años 60, en España, denunciado por los March, y tuvo dos juicios. Los periodistas más pelotas no quisieron saber nada. Fueron muy poquitos los valientes que se pusieron de parte de mi padre. Pues bien, ganó los dos juicios: a los March y a Franco. Dudo que eso pudiera pasar hoy en día.
¿Está entonces la sociedad atenazada por lo políticamente correcto?
Yo lo que sé es que el deterioro es permanente. Han creado mecanismos para aterrorizar a todo el mundo. Y la gente se asusta y cada vez dice menos lo que piensa. Estamos creando una sociedad miedosa y bloqueada. Esto es así porque te pueden cerrar, te pueden bloquear y te pueden cortar lo que quieran y cuando quieran con los argumentos más peregrinos. Cuando la ofensa a alguien es un pretexto para impedir expresarte, el resultado es la muerte de la sociedad.
En La Sexta quisieron mi asesinato civil”
¿Cómo se cambia esa dinámica?
Yo creo que la gente debería arriesgar un poquito de su seguridad, de su bienestar o de su tranquilidad. Mi único interés es que haya una serie de gente que defienda esas libertades. Y creo que la hay, lo que pasa que en condiciones heroicas y asustada. Hoy en día todo el día se plantea el precio que tiene expresar su opinión. Es acojonante.
Se refería antes a su período en Telemadrid. Parece difícil pensar que en esa cadena, controlada por el Gobierno de Esperanza Aguirre en su día, no recibiera alguna orden de arriba.
Pues no la recibí jamás. Además, todo el mundo que me conoce sabe que no la hubiera aceptado.
Es consciente de que en ese período se registraron varios casos de manipulación informativa, ¿no?
Mira, yo he sido subdirector del diario El País y ahí sí que se recibían órdenes.
Ya que lo cita, aprovecho para preguntarle por su antigua empresa. ¿Cómo ve Prisa?
Hundida. ¡Pero si estaba quebrada y la salvó Soraya (Sáenz de Santamaría)!. Y ahora allí se trabaja para ella.
Iniciado agosto, cada vez está más cerca el 1 de octubre, fecha clave en Cataluña. Usted, que conoce bien los balcanes, sabe bien que en España se ha advertido en reiteradas ocasiones del proceso de 'balcanización' que aquí tiene lugar. ¿Ve similitudes entre estos territorios?
Yugoslavia era un país artificial creado por los vencedores de la Primera Guerra Mundial, con un espíritu sentimental, sustentado en el siglo XIX, con la eslavofilia de entonces. Por eso sólo sobrevivió bajo la dictadura. Era un país evanescente y en cuanto la gente pudo expresar su opinión, desapareció. Lo de Cataluña es muy distinto. Yo no estoy de acuerdo cuando se habla de 'balcanización'. Allí se ha dejado crear, por la debilidad de la democracia española y de las fuerzas políticas, un mensaje tribal y fascista. No era ni lógico ni necesario y se dieron todos los elementos a los más radicales del nacionalismo para excluir a España de su territorio.
Cuando la ofensa a alguien es pretexto para impedir expresarte, el resultado es la muerte de la sociedad”
Habla usted poco menos que del harakiri de España
Es que ha sido un suicidio. España se dejó cortar un miembro porque se pensó que podía vivir sólo con la cabeza. Eso fue absurdo. Les dimos las herramientas para crear un pasado artificial y ahora nos están robando el derecho a decir la verdad sobre nuestra historia. Quieren hacer desaparecer hasta el último rastro de lo que pudiera identificarse con España a base de mentira, a base de coacción, a base de chantaje, a base de hundir la vida de las familias que quieren una educación en español, un idioma que hablan cientos de millones de personas. Mientras tanto, en Madrid se está mirando para otro lado. Lo están entregando todo a cambio de una mínima estabilidad para 3 meses.
¿Cree que todo esto culminará con la independencia de Cataluña?
Lo que creo es que esa ideología es fascista e insaciable. Por eso, si consiguen la independencia, nos meterán posteriormente en una guerra. Porque ellos no pueden parar y al día siguiente de independizarse reivindicarían Aragón y Valencia. Es lo mismo que ocurrió con Alemania y los Sudetes y Polonia. Si es que esa historia no es tan vieja. Si es que está ahí al lado.
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