Puede resultar creíble o no, pues en política nada es lo que parece y la verdad suele ser un bien escaso. Pero es innegable que la estrategia de Isabel Díaz Ayuso es efectiva y simple. Consiste en lo que aconsejó este lunes Iván Redondo, en La Vanguardia, a quienes le llaman vende-motos y lo que sugirió Isabel Pantoja a Julián Muñoz cuando la prensa se empeñó en hablar pestes de la pareja. Ante la dificultad, sonrisas. Dicho de otro modo: “Dientes, dientes, que es lo que les jode”.
Esta actitud la ha demostrado este martes en El Hormiguero (Antena 3) durante casi toda la conversación que ha mantenido con Pablo Motos. En tiempos de dificultad, buenas palabras. Y funciona, pues ha permitido al Partido Popular distinguirse en Madrid de las fuerzas políticas de izquierdas. Porque mientras el PSOE y Podemos apostaron por la crispación durante la campaña del 4 de mayo, Díaz Ayuso emplazó a los madrileños a defender la libertad de la que gozan y a salir a la calle y abrir sus negocios. Ahora, además, habla del "valor del esfuerzo" y del "trabajo duro". Lo ha hecho esta noche.
En sus intervenciones se refiere a los autónomos, a los trabajadores del campo y a los hosteleros; y lo hace como una especie de 'princesa castiza'. Como la última política que ha ganado estatura y es capaz de generar amores y odios. A Pablo Motos le ha reconocido que le gusta cenar en la taberna de debajo de su casa, que en el frigorífico guarda dos cervezas y poco más; y que la mejor consulta del psicólogo es la terraza del bar. Frente al dogmatismo de la izquierda trasnochada y el que empapa el discurso de Vox, Diaz Ayuso transmite sencillez. Podía ser la mujer con la que cualquiera podría cruzarse en un bar de Malasaña o La Latina de madrugada. Es la imagen que transmite y -cabe redundar- puede resultar creíble o no, pero a un gran porcentaje de los electores les ha enganchado.
“Callejera, tabernaria y pandillera, ¿se sigue usted definiendo así? / Sí, es verdad.
Ayuso habla de la crisis del PP
En la entrevista, se ha referido a la crisis que se abrió hace unas semanas en el Partido Popular de Madrid y ha aclarado varios aspectos: por un lado, que tiene su propio criterio y no cederá ante quienes presionan para que no aspire a la presidencia de la formación en esta comunidad autónoma. Por otro, que no tiene ninguna intención de competir con Pablo Casado por la candidatura a la jefatura del Gobierno, incluso si pierde las elecciones. Por su parte, ha subrayado que su relación con José Luis Martínez Almeida es buena y que eso no va a cambiar.
También ha salido al paso del artículo que publicó hace unos días La Razón, en el que se advertía de que algún Rasputín de Génova se ocupa estos días de investigar los trapos sucios del pasado de Díaz Ayuso para tratar de amedrentarla y dar al traste con sus aspiraciones. A este respecto, ha afirmado: “Eso sería gravísimo, pero estoy convencida de que no es mi caso. A mí no me está pasando eso (…) No me intimidan esas informaciones porque estaría despistada y no me lo puedo permitir en un momento en el que la gente lo está pasando mal”.
No cabía duda de que Pablo Motos la iba a preguntar acerca del asunto más relevante de la política nacional en la actualidad, como es el bloqueo al que somete a Teodoro García Egea en WhatsApp. “Tengo desde hace un tiempo dos teléfonos (…) y sólo lo está en uno”. Puede resultar creíble o no, como todo en lo que respecta a la estrategia de esta política. Pero claro, hay explicaciones que pueden ser más difíciles de aceptar e incluso parecer irracionales. Todo puede pasar en esta España extraña. También parecía ilógico que alguien en el PP cuestionara a esta política tras su incontestable triunfo el pasado 4 de mayo...hasta que García Egea demostró lo contrario. Por eso la lógica política es a veces tan complicada de entender. Hay veces, directamente, que no existe.
Sea como sea, Díaz Ayuso encarna actualmente a la madrieña que vive la ciudad, sabe de su ritmo y de su idiosincrasia y configura su discurso a partir de estos ingredientes, y no de iniciativas de moqueta y despacho en la última planta. Si le preguntan por su carrera política, recuerda que se independizó a los 22 años, que trabajó en precario, que viajó con cuatro duros en el bolsillo y que compartió piso hasta que comenzó a irle bien en lo suyo.
Y si las hormigas de Motos se interesan acerca de si fumó porros en su juventud, no lo niega. Es decir, no miente, como los demás, sino que afirma que lo hizo en el instituto, pero que ni le gusta, ni lo defiende. Quizás Pablo Casado debería alejarse de quienes le hacen sentir inseguro en su posición y quienes tratan de agrandar su figura con frases manidas de estadistas en sus discursos y adoptar una estrategia similar. Porque al igual que Díaz Ayuso, posee esa juventud que concede cierta ventaja en la política multi-plataforma actual, como se ha demostrado esta noche en El Hormiguero.
Hay que esperar a que se publiquen los datos de Kantar Media de noviembre, pero no es difícil adivinar que el programa estará entre los más vistos del mes y entre los que más tuits acumulen. Eso llega a más gente que las acciones maquiavélicas de los que preparan trampas mortales en los partidos.
“Callejera, tabernaria y pandillera”. Eso es más valioso que la cita de Churchill que se repite todos los años en la tribuna del Congreso. Al menos, por ahora.
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