Inés Sainz ha sido tantas cosas que costaría condensarlas en un currículum. Fue Miss España en 1997, trabajó en el mundo de la moda, se ha dedicado al mundo de la Comunicación y las Relaciones Públicas; y ahora es presentadora de televisión (7NN). Entre medias, obtuvo un título de científica de datos que le capacitó para ser 'unicornio corporativo', un perfil profesional al que se confía la solución de problemas de muy distinto perfil en las empresas a partir de la información que maneja.
Recibió a Vozpópuli el pasado miércoles en el Hotel ICON Wipton de la capital madrileña. Eran las 17.00 horas y bebía una caña de cerveza mientras picoteaba de un cestillo con patatas fritas. "No he tenido tiempo de comer y esto es lo primero que me llevo a la boca en todo el día", afirmó. Después, se sentó en un sofá y empezó a responder sin eludir ninguna pregunta.
Pregunta: ¿Qué siente una mujer cuando le nombran Miss España?
Respuesta: Yo siempre digo que tuve un fundido a negro. Hay unas horas de las que casi no recuerdo nada. Me llevaban de un lado para otro, me entrevistaban… Todo eso cambió mi vida de forma radical y tardé mucho en asimilarlo. Ten en cuenta que antes Miss España era más o menos como el Festival de Eurovisión. Se empeñaban en salpicarlo con mala fama y con cosas turbias –que yo jamás viví-, pero era un concurso importante. Y te convertía en alguien súper famoso.
P: ¿Es cierto que a la ganadora le pagaban un piso en el centro de Madrid?
R: (Ríe) Eso es un bulo. Tú venías a vivir a Madrid porque todos los trabajos estaban aquí, o el transporte partía de aquí, y era más cómodo que seguir en tu ciudad. Aquí te buscaban un piso apañado –el mío era un horror- cerca de la oficina, pero no te pagaban el alquiler ni nada. Eso era cosa tuya.
No hay libertad de ningún tipo. Nos dicen que vivimos en una democracia, pero esto se parece más a una dictadura.
P: Concursó usted en Miss Universo…
R: Era la misma versión, pero a lo grande. Era un espectáculo a lo americano, en Miami, con todas las miradas puestas en ti, actividades durante 15 días, grandes artistas actuando, mega-escenarios…
P: ¿Deja de sonar el teléfono cuando una pierde el trono?
R: No es tan radical, ¿eh? Aunque también te tengo que decir que yo misma me aparté de los focos y empecé a trabajar en el Departamento de Comunicación de Unilever para vivir la moda desde otro plano.
P: Cuando una alcanza esas cotas de protagonismo, ¿se siente vulnerable o invulnerable?
R: Yo siempre he sido libre y he hecho lo que he querido. Era un poquito rebelde. De hecho, me llamaban la anti-miss. A mí por eso no me impresionaba ni la fama, ni el dinero, ni los lujos ni los famosos. Yo podía estar al lado de Brad Pitt y tratarle igual que a ti ahora.
P: Pero lo dorado atrae…
R: La fama engancha. De hecho, para salir de ese círculo me fui a Londres a vivir una temporada y acerté. Yo no me lo tenía nada creído, pero te reconozco que aquello fue una cura de humildad. La gente me veía por la calle y no me reconocía. Y es lo que quería, pues formaba parte de mi proceso de crecimiento y reciclaje.
P: ¿Hay quien se extraña de que una miss se haga especialista en comunicación?
R: Sin duda; y tuve que hacer un sobreesfuerzo enorme para demostrar que no era guapa y tonta. Hice muchas horas extra.
P: El feminismo censura estos concursos de belleza…
R: Es que el feminismo radical tiene un serio problema con la belleza y siempre la ataca. Me he considerado feminista toda la vida hasta que, de repente, han llegado cuatro locas que no se duchan, no se lavan, no se depilan y tienen un problema con la higiene y la belleza; y atacan todo lo que consideran que va en contra de lo que ellas prodigan. Pero siempre digo que el mundo de la moda es un mundo muy libre, en el que las mujeres no tenemos techo de cristal y que da trabajo a mucha gente. ¿Qué problema tienen con las modelos o con las azafatas de Fórmula 1? Alguien tiene que hacer ese trabajo y nadie te obliga a estar ahí.
Me he considerado feminista toda la vida hasta que, de repente, han llegado cuatro locas que no se duchan, no se lavan, no se depilan y tienen un problema con la higiene y la belleza; y atacan todo lo que consideran que va en contra de lo que ellas prodigan
P: ¿Discrimina ese feminismo a las mujeres de derechas?
R: Claro. Se han apropiado de una causa muy libre y muy justa. A mí me educaron para ser libre e independiente; y para que nadie me mantuviera. En cambio, tenemos una ministra de Igualdad que está colocada por su pareja. A mí no me puede dar lecciones de absolutamente más.
P: ¿Es más fácil la vida cuando se es guapa?
R: Mi vida puede parecer fácil, pero de fácil no tiene nada. Piensa que soy emprendedora y que las modelos generalmente son autónomas y tienen que salir a buscar clientes, castings, sesiones de fotos…y hay muchas modelos en el mundo.
P: ¿Es superficial el mundo de la moda?
R: No, a ver. Superficial es la portada, pero es que detrás hay un equipo muy grande. Yo recuerdo sesiones de Vogue que lo mismo, para hacer una foto, venían 12 o 15 personas. Es un mundo que da de comer a muchísima gente; y, oye, todos nos tenemos que vestir y todos queremos estar guapos. Mira Yolanda Díaz, le gusta lucir bonita y salir guapa en las fotos. Igual a Irene Montero, que ha dado un cambio increíble desde que la conocimos hace unos años. No hay quien se resista a estar guapo y lucir bello. El poder de la imagen es brutal.
A mí me educaron para ser libre e independiente; y para que nadie me mantuviera. En cambio, tenemos una ministra de Igualdad que está colocada por su pareja
P: Usted es un ‘unicornio corporativo’... Eso he visto en su currículum…
R: Soy científica de datos, aunque no ejerzo como tal, pues necesitaría estar todos los días entrenando programación. Ahora bien, sí que puedo entender datos, procesarlos y captar los mensajes. Es un mundo para el que necesitas desde matemáticas y estadística; hasta ser creativos. Si nos haces la pregunta correcta, te damos una proyección.
P: Antes, trabajó para grandes marcas y personalidades de primer nivel. Ha hecho de todo…
R: Pero fue un proceso lógico. Yo empecé en Unilever, estuve casi tres años, luego me fui a Londres un tiempo y, cuando volví entré en una agencia y trabajé para Rimmel, con Kate Moss, entre otros muchos personajes famosos. Me relacioné con marcas de lujo en unos años que fueron divertidos y en los que hice viajes espectaculares.
P: Cuénteme algo espectacular que viviera…
R: Un viaje de prensa con Dom Perignon y con una agencia que yo monté. En el lanzamiento de un champán nos cerraron el Palacio de Versalles y cenamos allí, recreando una cena de la Corte francesa. Fue un lujazo.
P: Biografía de película la suya…
R: Sí, de hecho, escribí un libro junto a un amigo –Con la miss en los talones- que era ficción, pero que recoge algunas de las experiencias que tengo. Daría para guión de película.
P: Cambiemos de tema. ¿Qué se aprende del cáncer?
R: A no perder el tiempo. Antes, perdía el tiempo en cosas absurdas y eso me alejaba de lo que realmente quería hacer. Cuando superas algo así, intentas exprimir la vida. Yo estoy totalmente recuperada, pero es cierto que emocionalmente te quedas un pelín tocada. Ahora, marco mucho la distancia entre lo que quiero y lo que no quiero hacer.
P: Era una pregunta constructiva y veo que la ha captado.
R: Es que se trata de tomarse la enfermedad como un aprendizaje, como una experiencia que te puede proporcionar un crecimiento personal. Y hay que sacar sentido del humor, y yo lo tengo muy negro. Es que si no te ríes es muy deprimente esa situación, sobre todo, en las fases en las que estás a la espera de un diagnóstico. Esos días se te hacen eternos. Yo me ponía a hacer payasadas para sobrellevarlo. Incluso puse un nombre al tumor. Le llamé Agustín. Mi cuerpo me pedía parar y encerrarme en casa, pero me forcé a hacer una vida normal y a tener buen humor.
P: Cuando uno supera un cáncer, ¿se siente más vulnerable o invulnerable?
R: Es que emocionalmente yo no lo he superado, estoy tocada. Es muy complejo. Mira, yo tuve 20 sesiones de radioterapia y, después, revisiones cada tres meses. Luego, toca cada seis y luego te hacen un seguimiento del tratamiento hormonal, que dura cinco años, pero pueden ser diez. Siempre hay elementos que te recuerdan lo que has pasado. Y no se te olvida.
Emocionalmente yo no he superado el cáncer, estoy tocada. Es muy complejo.
P: Tema medios de comunicación. Usted ahora trabaja para la televisión 7NN. ¿Qué aprende una persona cuando se pone delante de una cámara?
R: Vengo con cierto rodaje de mi experiencia en los años de máxima exposición mediática. La diferencia es que antes no existía internet; entonces, la hemeroteca la tengo yo y cuatro medios de comunicación. Ahora es distinto porque lo que dices se queda ahí en internet; y dar tu opinión es una misión de riesgo. Pero bueno, no tengo miedo. Y cuando no tienes miedo, pues hablas de lo que piensas.
P: Usted ya tiene la etiqueta de facha…
R: Bueno… Me han llamado antivacunas, negacionista, facha, ultraderechista…he sufrido la censura en las redes sociales y me cerraron LinkedIn, Instagram, Twitter… Esto sucedió al principio de la pandemia.
P: ¿Qué pasó?
R: A ver, yo empecé a estudiar ciencia de datos justo cuando nos confinaron. Entonces, yo hice un experimento real sobre la gestión de los datos de la pandemia. Al principio, no entendía absolutamente nada, pero claro, luego nos soltaron tras tres meses de secuestro en Madrid y me di cuenta que había cosas que no cuadraban. Llegué a conclusiones por las que me llamaron negacionista, pero que se están demostrando ahora, como que el virus no venía de un pangolín, que muchos de los muertos catalogados con covid-19 son dudosos, que asesinaron a 30.000 ancianos en nuestras residencias… Hubo un pico de mortalidad, eso es innegable. Pero en ese pico influyeron el cierre de la atención primaria, la gestión de las residencias de ancianos, el embudo en los hospitales, la pésima gestión… Y también hubo dos estados de alarma inconstitucionales, ojo.
Me han llamado antivacunas, negacionista, facha, ultraderechista…he sufrido la censura en las redes sociales y me cerraron LinkedIn, Instagram, Twitter…
P: Una desgracia…
R: Es que en España hay algunos que están deseando que pasen desgracias para forrarse más.
P: Pero usted no es antivacunas...
R: Yo me he vacunado de todo, al igual que mi hijo. Pero también sabemos que es un tratamiento experimental, en Fase 3, y que tiene una autorización para uso de emergencia. Muchos pedimos que la gente se informara y pidiera el consentimiento informado, a lo que tiene todo el derecho. Porque ya que vamos a formar parte de un experimento y a hacer de cobaya, y dado que es una terapia de la que no se saben los efectos a corto y a medio plazo…hay que reclamar nuestros derechos.
P: ¿Hay libertad de expresarse o cada vez hay más medios para expresarse y menos libertad para hacerlo?
R: Es que no hay libertad de ningún tipo. Nos dicen que vivimos en una democracia, pero esto se parece más a una dictadura. Tenemos presiones para inocularnos cosas que no sabemos ni lo que tienen dentro. ¿Viste el vídeo de los eurodiputados a los que les entregaron la documentación de los contratos con las farmacéuticas con la mayoría de los datos tachados en negro? ¿Por qué los grandes medios de comunicación se empeñan en ocultarnos todo eso? ¿Por qué no cuentan la verdad y permiten que, con la información de la mano, cada uno saque sus propias conclusiones?
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