Medios

Inteligencia artificial: el segundo caballo de batalla de los medios puede “acabar con la humanidad”

Existe un debate abierto en el sector mediático sobre el efecto que herramientas como ChatGPT pueden generar en el negocio. Vocento ha vetado ese ‘bot’ en sus periódicos

Desde que los intelectuales comenzaron a pensar en autómatas, se intuyó que algún día los robots podrían llegar a rebelarse contra sus creadores. Esta posibilidad distópica es lejana, pero no deja de llamar la atención que desde la empresa OpenAI saliera recientemente una carta –revelada por Reuters- que advertía de los riesgos que podría suponer para la humanidad la comercialización de determinadas herramientas de inteligencia artificial.

Los principales medios de comunicación del mundo han debatido durante los últimos tiempos sobre este tipo de tecnología y sobre los efectos que podría generar en el futuro dentro de su negocio, que son tanto positivos como negativos. Quizás se haya hecho más hincapié en los últimos, pero lo cierto es que hay diferentes tareas que actualmente es posible desarrollar de forma más eficiente con estas aplicaciones.

La empresa MMI Analytics cita en este artículo varias, entre ellas, la transcripción de entrevistas, la generación de informes, la corrección de textos, la detección de plagio o la mejora de la eficiencia publicitaria.

Radiotelevisión Española licitó hace un tiempo un contrato que sirvió para programar un robot que estaba capacitado para generar noticias de forma automática. Lo desarrolló la empresa Narrativa Inteligencia Artificial –que también había trabajado para la Agencia EFE, El Confidencial, Sport, El Periódico, El Independiente o Henneo- y se aplicó para la redacción de textos sobre los resultados electorales.

Algo similar existe en el terreno del periodismo deportivo, en el que aplicaciones de inteligencia artificial son capaces desde hace un buen tiempo de escribir artículos sencillos a partir de los datos más básicos de un partido de fútbol, como son el resultado, los goleadores o los jugadores amonestados.

Estos son sólo algunos ejemplos, dado que resulta muy difícil enumerar –y todavía más vaticinar- todos los usos que se le dan a la inteligencia artificial en los negocios que disponen de una rama digital. Lo que parece claro es que la constante evolución de este tipo de ‘cerebros virtuales’ acercan a la humanidad hacia un terreno inexplorado, con ventajas e inconvenientes. El secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, llamó el pasado septiembre a crear una “regulación” eficiente para esta “nueva era”.

¿Recortará la cifra de negocio de los medios?

Lo que ocurre es que hay sectores que sospechan que estas herramientas también pueden afectar a su balance de situación. De hecho, un editor español reconoce que aplicaciones, como la de Bing –que ofrece información instantánea citando a varias fuentes- podría llegar a restar una parte del tráfico de usuarios a los medios digitales. De momento, el problema es testimonial, pero expresa su temor de que, si este sistema se universaliza, los lectores busquen directamente noticias de actualidad en estas plataformas de IA y no en las portadas de la prensa en internet.

Algo similar sucede con las bibliotecas de archivos con las que empresas como OpenAI han entrenado a sus robots (chatbots), dado que algunas de ellas pertenecen a los medios de comunicación –sus propios archivos- y eso ha generado reacciones en todo el mundo. Sin ir más lejos, The New York Times anunció a finales de agosto su intención de presentar una demanda contra esta compañía de inteligencia artificial porque consideraba que había incumplido las leyes de propiedad intelectual, al recurrir a sus contenidos sin ofrecerle una contraprestación.

Rápidamente, otros gigantes del periodismo mundial, desde Wall Street Journal hasta Washington Post o CNN, bloquearon el acceso a su web del robot rastreador de ChatGPT. En España, el Grupo Vocento hizo lo propio recientemente. ¿Qué significa eso? Que esta herramienta no podrá recurrir a sus contenidos para ganar músculo.

Fuentes oficiales de la compañía, preguntadas por Vozpópuli al respecto de su decisión, han afirmado lo siguiente: “La posición de Vocento es bloquear los modelos de IA que se alimentan de nuestros contenidos sin acuerdo previo. En este grupo, hay más de 1.200 periodistas y estamos convencidos de que su trabajo aporta valor”.

La cruenta batalla contra Google

La editora de ABC fue en su día la que mantuvo una posición más férrea en la pugna que se produjo con Google con respecto a la remuneración que reclamaban las empresas periodísticas por el uso de sus noticias en la plataforma Discover. En resumidas cuentas: la multinacional estadounidense se lucra indirectamente con las publicaciones que aparecen en plataformas como News o la propia Discover, pero hasta hace un tiempo se opuso a pagar a los medios por ello.

El Gobierno de Mariano Rajoy aprobó una modificación de la Ley de Propiedad Intelectual que facultaba a estas empresas a solicitar una contraprestación por el uso de sus contenidos por parte de terceros. Sin embargo, el actual Ejecutivo dejó sin efecto ese canon (la Tasa Google) unos años después, ya con Miquel Iceta en el Ministerio de Cultura. Por tanto, cada empresa periodística negoció su contraprestación por separado con Google.

La realidad es que los medios de comunicación no han salido especialmente bien parados de esta batalla, si se tiene en cuenta que los buscadores de información en internet aglutinaron casi 1.100 millones de euros de publicidad durante los nueve primeros meses de 2023, mientras que todos los medios de comunicación digitales, la mitad (i2p). Por otra parte, la dependencia que han desarrollado los medios por Google es evidente, hasta el punto que el tráfico de su web puede desplomarse de un día para otro si el gigante tecnológico modifica su algoritmo.

Así que, mientras el mundo se asoma a un nuevo horizonte tecnológico y económico, como es el de las inteligencias artificiales, hay una parte de la prensa mundial que ha enseñado las uñas, ante el riesgo de que, en el futuro, estos robots invisibles peguen un nuevo mordisco a su negocio.

De momento, las acciones legales contra las empresas desarrolladoras se han iniciado en varios frentes. Github, Microsoft y OpenAI deben hacer frente a una demanda colectiva por parte de programadores que aportaron código a Github (plataforma donde se sube código abierto de uso libre). Y, por poner otro ejemplo, plataformas de contenidos como Midjourney, Dall-E o Stable Diffusion se enfrentan estos días a distintos problemas de propiedad intelectual con creadores de distintos tipos.

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