Hablando de los columnistas, decía Tom Wolfe que “sin programas de televisión que canibalizar, la mitad de estos hombres se vería perdida, completamente catatónica”. Y tenía toda la razón, claro. Por suerte, esto es o quiere ser una crónica, venga, una crítica, si me apuran, ciertamente mordaz, eso sí, antes que una columna, género para el que solo valen los elegidos. Quizás sea un error despotricar tanto sobre los seres de la tele, como decía en los setenta el creador del nuevo periodismo, pero humildemente creo que él haría lo mismo si viviera en la España del siglo XXI. Porque se trata de canibalizar antes de ser canibalizado por las infamias que contemplamos indefensos.
Vamos con lo más dañino de esta semana. Ahí tienen a Toñi Moreno, la inefable presentadora del no menos inefable Entre todos, programa de sobremesa que emite TVE y cuya desaparición han exigido diversos colectivos. La última que ha liado Toñi es casi insuperable. Una invitada estaba narrando un maltrato sufrido en el pasado cuando, de pronto, la presentadora soltó la perla: "O se denuncia, o se calla una para el resto de la vida". Con un par. La presentadora no para de pedir perdón, con esa naturalidad tan lacrimosa, tan vitaminada, tan irrelevante, tan suya. El presidente de RTVE, Leopoldo González Echenique, no ha tardado en defender en sede parlamentaria que Toñi no justificó tipo de violencia alguna. Especialmente no defendió la violencia machista porque, según él, "la violencia venía de la suegra, de una mujer a una mujer". Con otro par. Y dicho en el Congreso, sede sagrada de la sacrosanta (y ninguneada constantemente) soberanía nacional. Ay, queridos demócratas, es obvio que uno de los problemas de nuestra democracia parlamentaria, mediática y corrupta es que votamos muy poco. Tengo para mí que si pudiéramos acudir a las urnas para decidir el futuro de este espacio, obviamente se conseguiría su desaparición. Ilusiones vanas.
En total, solo 400.000 valientes se sentaron frente al televisor para ver el debate del estado de la nación; cifra demoledora para la reflexión
Saben ustedes que en esta pieza con vocación de crónica solemos hablar de los datos de audiencia. Esa dictadura es más brutal que Kim Jong-un enfurecido. Si no me creen, pergunten al elenco de Bienvenidos al Lolita, serie recién desaparecida tras naufragar en la tormenta del share. De todos los datos de audiencia de esta semana, el mejor es, sin duda, el que atañe al debate del estado de la nación. Es el peor dato de la historia del superdebate. El discurso mañanero de Mariano Rajoy Brey lo siguieron 73.000 compatriotas (un 1,2% de cuota de pantalla). El rifirrafe del presidente del Ejecutivo con Rubalcaba ("¿En qué país vive usted?", le espetó; brillante frase que también podría aplicarse quien la pronunció) y el resto de combates dialécticos de la tarde fueron vistos por 327.000 valientes (un 2,5% de share). En total, 400.000 personas. Cifra demoledora que invita a reflexionar durante al menos un minuto... (si al terminar, usted no decide emborracharse, es un héroe).
El populismo y la virtud
Es imposible saber qué audiencia tendrá un programa de nueva creación que prepara Mediaset. Pero teniendo en cuenta quién es su presentador, auguro éxito de público. Se trata de Miguel Ángel Revilla, genio y figura que arrastra una legión de seguidores. El expresidente del Ejecutivo cántabro es un populista de tomo y lomo, aficionado al discurso fácil que consiste en zaherir a todo bicho viviente y proferir brindis al sol imposibles de llevar a cabo por cualquier gobernante que sea medianamente cuerdo. Pero al menos Revilla tiene la virtud de decir lo que piensa porque está libre de las ataduras propias de la partitocracia. Yo creo que Wolfe o alguno de su generación hubieran escrito un reportaje en primera persona tras pasar un par de horas con Revilla. "Una tarde comiendo anchoas" o algo así. Suena ideal.
No tenía muy claro si lo de Évole y el 23-F era una barbaridad o una genialidad hasta que ví que Alfonso Guerra comparaba al periodista con Goebbels
También suena interesante lo que se avecina para este domingo por la noche en La Sexta. Dos periodistas que generan polémica con cualquier cosa que hacen o dicen. Y ambos incómodos para los poderosos, algo digno de elogio pese a sus defectos. Jordi Évole y Pedro J. Ramírez se ven las caras en Salvados. Una hora de entrevista que promete diversión y, quizás, alguna revelación jugosa por parte del exdirector de El Mundo. Tras su última travesura sobre el 23-F, el presentador va este sábado a La Sexta Noche para explicarse. ¿Fue una barbaridad o una genialidad lo que hizo la pasada semana? Sinceramente, no lo tenía muy claro hasta que leí que Alfonso Guerra comparaba al periodista con Goebbels. Si, como nos enseñó Luis Cernuda, el insulto es una forma amarga de elogio, y tenemos en cuenta de dónde viene la crítica, cabe concluir que Évole hizo algo genial. Hay farsas que dejan huella, como esa parodia sobre los verificadores y ETA que se marcaron los chicos de Vaya semanita.
No les aburro más. Por cierto, volviendo al inicio, Wolfe comentaba a los lectores que cuando vieran a alguien escribiendo sobre televisión, estarían ante "un alma hambrienta". Y, por ello, les recomendaba "enviarle una cesta". Espero sus envíos.
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