En los programas de Telecinco uno tiene que estar preparado para todo. No es posible bajar la guardia. Ya saben, aquello de que siempre crees que lo has visto todo hasta que te topas con lo siguiente. Este jueves en la gala de La casa fuerte, el reality veraniego de Mediaset, se dio un paso más en la particular historia televisiva de la infamia. El concurso quedaba en un segundo plano porque la cosa era hablar de si una de las concursantes, una tal Fani de la que ya hemos hablado aquí por otros motivos, ejerció o no la prostitución en el pasado.
No será este hacedor de zapping quien juzgue moral o éticamente a esta mujer por esos hechos que ella niega y otros familiares aseguran. Me importa menos de medio bledo lo que ella haya sido o dejado de ser durante su existencia. Tampoco creo que deba esclarecerse la verdad de estos hechos privados porque nada aportan al concurso de marras. Aquí toca preguntarse si es lícito o no montar el show que montó el programa para hablar sobre la cuestión con altas dosis de morbo y, por supuesto, con gran éxito de audiencia.
El resto del programa no importaba. La cuestión era que una tía y compañeros de cadena de la tal Fani aseguraban que ella había trabajado como escort. ¿Y cómo se informó a la interesada de tamañas acusaciones? ¿Se le comunicó de forma privada? No. ¿Acaso algún psicólogo del programa estaba presente por si reaccionaba mal? Para nada. A Fani se le mostraron esas acusaciones en riguroso directo, para todos los públicos, porque lo interesante, claro, era ver cómo reaccionaba, si se ponía a desmentirlo como hizo o si lo asumía con naturalidad o si se derrumbaba con gran dramatismo.
El asunto derivó en Fani despotricando contra su tía, la acusadora, y sacando una serie de trapos sucios familiares cuya relevancia para el gran público no existe ni existirá jamás
Los vídeos introductorios del asunto se ilustraban con el texto "Pretty Fani", en evidente pero cutre alusión a la película donde Julia Roberts era la escort que nos deslumbraba y emocionaba al surgir ese amor poético con un putero sofisticado que interpretaba Richard Gere. En La casa fuerte la cosa no fue tan romántica sino bastante más prosaica. Porque el asunto derivó en Fani despotricando contra su tía, la acusadora, y sacando una serie de trapos sucios familiares cuya relevancia para el gran público no existe ni existirá jamás.
Enfurecida, Fani despotricaba y despotricaba contra los acusadores: "Los voy a demandar a todos". Pero quedaba más, porque luego había que mostrárselo todo, por supuesto también en directo, al tal Christofer, que es la pareja de la acusada. Porque obviamente había que comprobar cómo reaccionaba. Si se sorprendía o no, si estallaba o no y si la respaldaba o no.
Los guionistas del programa utilizaban con maestría la clave del suspense, que consiste en poner a los protagonistas en apuros sorprendiéndoles con algo que los espectadores ya conocen, como ese lunático que está detrás la puerta que atraviesa el protagonista sacándonos de quicio en un thriller
En Telecinco saben vender y explotar el morbo, eso está claro. Porque hay que admitir que en ambos casos los guionistas del programa utilizaban con maestría la clave del suspense, que consiste en poner a los protagonistas en apuros sorprendiéndoles con algo que los espectadores ya conocen, como ese lunático que está detrás la puerta que atraviesa el protagonista sacándonos de quicio en un thriller.
Miren, confieso que al escribir sobre televisión uno intenta quitarse los complejos y los prejuicios, ser un poco más frívolo, centrarse en lo meramente televisivo y alejarse de ese tópico del crítico que atiza sin piedad y nunca dice algo positivo. Pero es que hay bochornos como este que te obligan a rebelarte y meterte en este papel. ¿Dónde está el límite para que un reality de Mediaset logre más audiencia? La respuesta es un 24% de cuota de pantalla, que es el récord del programa. O, dicho de otra manera, no hay límites ni remedio porque al público le encanta esta jodida basura.
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