Jesús de Polanco erigió su imperio mediático sobre Santillana y, desde entonces, ha sido el negocio más próspero de Prisa a ambos lados del Atlántico. A finales de 2016, los gestores de la compañía pusieron esta editorial a la venta para intentar saldar las deudas con los acreedores, sin embargo, ninguna de las ofertas recibidas satisfizo al Consejo de Administración, por lo que se decidió mantener esta división dentro del perímetro del grupo. La práctica totalidad de los accionistas está de acuerdo en que esta empresa continúe ejerciendo de buque insignia de Prisa, aunque una parte se muestra partidaria de escuchar a potenciales interesados en su adquisición y deshacerse de ella si permitiera ingresar más de 2.000 millones de euros.
Fuentes de las entidades financieras presentes en el accionariado de Prisa reconocen que la venta sería interesante si llegara una oferta por este montante. Básicamente, puesto que permitiría saldar la totalidad de sus compromisos con sus acreedores -de los que forman parte- y realizar mayores inversiones para asegurar la evolución del negocio de los medios de comunicación. Ahora bien, también provocaría un aumento de la volatilidad de estos últimos, dado que el grupo se desprendería de un negocio que actualmente le aporta el 58% de los ingresos.
Entre enero y septiembre Santillana facturó 522,5 millones de euros y registró un resultado operativo EBITDA de 163,9 millones. Actualmente, este negocio es líder en cuota de mercado en España, México, Argentina, Chile y Colombia, mientras que en Brasil ocupa la segunda posición (22,9%).
Prisa contrató hace algo más de un año a Goldman Sachs para sondear el mercado en busca de posibles interesados en adquirir su participación en Santillana (75%). La respuesta que obtuvo fue tibia, puesto que ninguna de las ofertas superó los 1.200 millones de euros. Una cantidad que resultaba insuficiente para saldar toda la deuda del grupo y que no fue aceptada por varios de sus socios de más peso, como la familia Polanco y Amber Capital.
El 25% de Santillana se encuentra en manos del fondo de inversión estadounidense Victoria Capital, que ya ha manifestado su intención de vender su participación.
Este fondo buitre presionó durante una buena parte de 2017 para que los ejecutivos de Prisa desistieran de vender Santillana –ante la escasez de las ofertas- y plantearan una ampliación de capital que permitiera solucionar las urgencias financieras del grupo.
Los accionistas críticos con Cebrián sostenían que la operación sólo sería positiva si se cerrara en un mínimo de 1.800 millones de euros. Con 1.500 millones, sería necesario vender otros activos y, con 1.200, no se resolverían los problemas. “Entre otras cosas, porque si se descuenta la comisión de los bancos de inversión y otros conceptos, quedarían limpios 1.000 millones”, explicaban recientemente fuentes del Consejo.
Ampliación de capital
Finalmente, el órgano de gobierno de Prisa decidió plantear una ampliación de capital -450 millones de euros- a la que está previsto que acuda la gran mayoría de los socios principales del grupo. Las entidades financieras también realizarán una quita de 100 millones de euros a través de la conversión de deuda en acciones. En estas condiciones, los críticos con Cebrián –Amber Capital a la cabeza- siempre han considerado innecesario deshacerse de Santillana.
Ahora bien, fuentes de los bancos presentes en su cuadro de accionistas afirman que la operación sería interesante si superara los 2.000 millones de euros. “Una cantidad a la que nadie se ha acercado ni de lejos hasta ahora”, manifiestan otras fuentes del Consejo.
Cabe recordar que el 25% de las acciones de este negocio están en manos del fondo estadounidense Victoria Capital, que ya ha manifestado su intención de abandonar Santillana en cuanto sea posible.
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