La presión de los accionistas rebeldes de Prisa sobre Juan Luis Cebrián es cada vez más asfixiante. El tiempo corre, en el horizonte cada vez está más cercana la fecha de vencimiento de 2/3 partes de la deuda del grupo -31 de diciembre de 2018- y los gestores de la compañía no han sido capaces de encontrar soluciones para evitar incumplir sus obligaciones con los acreedores, algo que podría dinamitar los cimientos del holding fundado por Jesús de Polanco. Ante esta situación, los socios enfrentados a Cebrián, capitaneados por Amber Capital, han propuesto realizar una ampliación de capital que permita, por un lado, hacer frente a los compromisos financieros más urgentes y, por otro, mantener Santillana entre sus activos.
Los fondos buitre se lanzaron en picado sobre algunas de las principales compañías españolas cuando mejoraron las previsiones sobre su economía, después de varios años de recesión. En Prisa comenzaron a crecer después de la refinanciación de finales de 2013, cuando entidades como BH Stores IV, Monarch o Amber Capital se hicieron con porcentajes significativos de su capital.
Este último, presidido por Joseph Oughourlian, es el principal accionista del grupo (19,2%) desde julio de 2016 y encabeza la rebelión contra Cebrián. Apostó por Prisa al considerar que sus títulos estaban infravalorados en el mercado como consecuencia de la mala gestión que habían realizado sus gestores. Y lo hizo con la confianza de que, tarde o temprano, sus responsables cederían el poder, lo que le permitiría rentabilizar su inversión.
El problema es que el presidente de Prisa se ha hecho fuerte en su puesto y eso –a juicio de los rebeldes- impide despegar al grupo, cuya acción ha perdido el 95% de su valor durante los últimos años.
Las reticencias de Cebrián a ceder terreno han imposibilitado, entre otras cosas, plantear una “gran” ampliación de capital que permita a la compañía resolver sus problemas financieros más acuciantes y encarar 2019 sin el miedo al colapso. El presidente del grupo ha rechazado esta posibilidad, que con toda seguridad supondría el fin de su reinado, han explicado a Vozpópuli fuentes cercanas a la dirección de la editora de El País.
División en el Consejo
En Prisa, hay posturas enfrentadas con respecto a esta operación. Los más escépticos inciden en que sería harto difícil encontrar inversores que quieran apostar por una empresa rodeada de tanta incertidumbre y con la casa llena de goteras. Por el contrario, Amber Capital lo ve como una maniobra muy interesante para hacer remontar el vuelo al grupo, entre otras cosas, porque le permitiría mantener Santillana en su perímetro, la editorial con la que obtiene alrededor del 50% de sus ingresos.
Lo que se da por seguro es que ninguno de sus accionistas institucionales (Santander, Caixabank, Telefónica y HSBC) suscribiría dicha ampliación.
No hay que olvidar que Prisa deberá abonar antes del último día de 2018 más de 950 millones de euros a sus acreedores, que, según contaba ‘El Confidencial’ este miércoles, han encargado a KPMG que realice un inventario de sus activos y un análisis de sus cuentas para certificar que, en su actual situación, no podría hacer frente a sus obligaciones con sus acreedores.
Santillana sigue en el mercado
Cebrián y su equipo directivo mantienen la estrategia que pasa por vender Santillana y utilizar los fondos procedentes de esta desinversión para liquidar la mayor parte de la deuda, que actualmente asciende a 1.543 millones de euros. El problema es que las ofertas recibidas no han superado los 1.200 millones (la más reciente, de Rhône Capital).
“Los críticos siempre han dicho que la operación sería positiva si se cerrara en 1.800 millones de euros, algo que no va a suceder. Con 1.500 millones, habría que vender otros activos, como finalmente se ha hecho con Media Capital (filial portuguesa por la que Prisa obtendrá 321 millones). Pero con 1.200 no se resolverían los problemas. Entre otras cosas, porque si se descuenta la comisión de los bancos de inversión y otros conceptos, quedarían limpios 1.000 millones”, han explicado fuentes conocedoras de esta operación.
En la última reunión del Consejo de Administración del grupo, Cebrián puso sobre la mesa dicha oferta de Rhône Capital, que fue rechazada por los rebeldes y por la familia Polanco (Rucandio), hasta ahora aliada, pero que demostró un significativo distanciamiento con la dirección del Prisa con esta decisión.
La fuerza con la que golpean los acreedores a las puertas de Prisa es cada vez mayor y el grupo se aproxima al abismo a una velocidad cada vez más elevada.
Sea como fuere, el principal objetivo de Amber Capital es apartar a Cebrián del cargo. Sus presiones motivaron la destitución del anterior consejero delegado –José Luis Sainz- el pasado junio, pero en su punto de mira está todavía el presidente de la compañía, quien, cuando sintió su poder amenazado, hace unos meses, acudió a Moncloa y a algunos grandes empresarios del país para solicitar su apoyo. De momento, lo conserva.
Lo que está claro es que esta situación de guerra fría –cada vez más gélida- no puede prolongarse ad aeternum, puesto que la fuerza con la que golpean los acreedores a las puertas de Prisa es cada vez mayor y el grupo se aproxima al abismo a una velocidad cada vez más elevada.
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