El Consejo de Administración de Radiotelevisión Española aprobó el pasado jueves una medida simbólica, y es que una mujer narre uno de los partidos de la Copa del Mundo de Fútbol de Qatar 2022. Lo hará para demostrar su oposición a la discriminación y las violaciones de los derechos humanos que se cometen en el emirato.
De momento, no ha trascendido ni el encuentro que narrará ni quién será la responsable de esa tarea, pero la decisión de RTVE es firme, según explican fuentes de su Consejo.
Para entender esta medida hay que tener en cuenta que la repercusión extradeportiva que ha tenido la cita futbolística no ha sido menor, dadas las violaciones de los derechos humanos que se le atribuyen a Qatar y dadas las malas condiciones en las que trabajaban quienes construyeron los estadios del campeonato, lo que provocó miles de víctimas.
El fútbol y la política suelen ser buenos compañeros de cama; y el caso de la Copa del Mundo de Qatar es casi paradigmático en ese sentido. Su adjudicación estuvo rodeada de corruptelas que se plasmaron en el famoso Informe García, de la FIFA, en el que se reflejaron los sobornos que el emirato habría entregado a altos miembros de la organización futbolística para que apoyaran su candidatura.
Radiotelevisión Española invirtió 35 millones de euros hace unos meses -según adelantó Bluper- para ofrecer diversos partidos de esta competición -ninguno en exclusiva-, cuya titularidad la tenia en España la empresa Mediapro, dirigida por Jaume Roures.
El momento en el que se adquirieron esos derechos audiovisuales fue importante. Por un lado, España pujaba (y puja) fuerte por la organización del torneo mundial de 2030 junto a Portugal y Ucrania; y cualquier gesto hacia la FIFA se considera positivo. Uno de ellos, el que la televisión pública garantice una buena cobertura del campeonato más polémico de la historia reciente, junto al de Argentina 1978.
Por otro lado, la retransmisión del torneo ayudaría a RTVE a mejorar sus malas audiencias. En especial, las de La 1, que durante varios de los últimos meses ha batido su peor marca histórica. Así que el expresidente de la corporación, José Manuel Pérez Tornero, con el beneplácito de Moncloa, se lanzó a la compra de estos derechos, los cuales, por cierto, resultan cada vez más inaccesibles para Atresmedia y Mediaset, cuyo principal negocio, el publicitario, se ha resentido en los últimos años.
Por eso es más difícil rentabilizar una cita que dura 29 días. Por eso, el papel de RTVE es clave en este sentido, como también lo fue en la subasta de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Corrupción en Qatar
Dentro del Consejo de Administración de la corporación, ha existido en estos meses alguna voz crítica sobre la conveniencia de publicitar un torneo que fue adjudicado de forma corrupta y que ayudará a lavar la imagen del régimen catarí, acusado, entre otras cosas, de vulnerar los derechos humanos y de financiar el terrorismo islamista.
El pasado jueves, el director de deportes de TVE acudió a la reunión del Consejo para explicar los planes de emisión de la Copa del Mundo y el consejero, José Manuel Martín Medem -que ha sido muy crítico con la compra del Mundial-, aprovechó la ocasión para proponer que la televisión pública realizara algún gesto simbólico para confrontar las acciones discriminatorias de Qatar.
Así que los consejeros sometieron a votación la posibilidad de que una mujer retransmitiera un partido de la Copa del Mundo, algo que aceptaron la mayoría de los miembros de este órgano colegiado, explican fuentes internas.
A partir de ahora, la tarea es pensar en quién será la encargada de tal función. En que en anteriores ocasiones, en competiciones de menor relevancia, se ha intentado, sin éxito, que alguna mujer se pusiera al frente de alguna retransmisión.
Movistar Plus ha tomado recientemente una decisión, en este sentido, y ha asignado esta función a la periodista Alba Oliveros.
Durante la reunión, los consejeros también fueron informados de que TVE emitirá algunas piezas informativas relacionadas con el autoritarismo de los dirigentes cataríes y con la muerte de alrededor de 6.500 trabajadores (en condiciones de esclavitud) durante las obras de construcción de los estadios, dadas las nefastas condiciones en las que se empleaban.
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