La última columna de Pilar Rahola en La Vanguardia se publicó este lunes, festivo en Barcelona, aunque su autora publicitó el suceso la noche anterior y muchos lo supieron antes de irse a dormir. Como tantos otros articulistas que abandonan los medios de comunicación, atribuyó su salida a las presiones políticas, pero dentro del diario no comparten por completo esta afirmación y hablan de motivos más profanos.
Fuentes conocedoras del proceso consultadas por Vozpópuli coinciden en señalar que Rahola no era una columnista cómoda, entre otras cosas, por la ferviente defensa del independentismo que ha realizado durante los últimos años, incluso en momentos de máxima tensión, como en el otoño de 2017 o durante el juicio a los organizadores del referéndum del 1 de octubre.
Ahora bien, no es la única firma del rotativo que se ha posicionado del lado de los soberanistas durante este tiempo, de ahí que no sea cierta la teoría de que su despido se produce por “motivos ideológicos y políticos”, después de haberse negado a “suavizar” sus argumentos, tal y como explican estos informantes.
La realidad es que el sueldo de Rahola ‘era de otra época’ en el que las cabeceras vendían muchos más periódicos y el negocio gozaba de una mejor salud. Los términos de su contrato de colaboradora se fijaron en 2007, cuando el diario estaba bajo las órdenes de José Antich, y durante los últimos tiempos se había intentado renegociar su importe, al igual que ha ocurrido con los principales columnistas de otros medios de prensa escrita. Las partes no alcanzaron un acuerdo al respecto.
Desde hace más de un año existía el rumor entre las mesas de la redacción de La Vanguardia en Barcelona de que la firma de Rahola podría desaparecer de las páginas del diario del conde de Godó. A este respecto, las fuentes consultadas recuerdan la publicación de un audio de la operación Valoh en el que Rahola explica al político David Madí cómo Carles Puigdemont ha intervenido para evitar que perdiese colaboraciones en la televisión pública catalana.
La información, desvelada el pasado verano, cayó como una bomba en La Vanguardia y ha sido determinante para señalar la puerta de salida a la periodista.
Finalmente, su último artículo se ha publicado este lunes. Una de las fuentes consultadas detalla que tras tantos años de colaboración habitual, su firma había sufrido desgaste y no tenía tanta ‘pegada’, algo que se venía percibiendo en su capacidad para atraer nuevos suscriptores, que era baja en comparación con otros columnistas.
Ella ha afirmado en sus redes sociales que no era el primer intento de la empresa de despedirla y de que en anteriores ocasiones le habían afeado la línea de sus artículos (“No he aceptado las peticiones de cambiar mis planteamientos, ni suavizarlos”).
“La Vanguardia no publicará más artículos míos Sí. Es por motivos ideológicos y políticos”, ha expresado. En este sentido, llama la atención que esta decisión se haya anunciado a las pocas horas de la conformación del nuevo Gobierno autonómico, comandado por un presidente de ERC.
Conviene recordar que Rahola ha sido uno de los rostros que más presencia ha tenido en los medios de comunicación de Cataluña durante los últimos años. Cercana a los convergentes y a los postulados independentistas defendidos por Carles Puigdemont, ha sido (y es) una de las colaboradoras con más espacio en los medios públicos.
De hecho, el año pasado el Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC) publicó el año pasado un informe en el que se medía el tiempo de aparición de los contertulios de TV3. El consejero Daniel Sirera, en un voto particular, criticó que difundiera sus argumentos durante 220 minutos en la pantalla, en muchos casos, sin que pudieran ser replicados
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