José Antonio Sánchez desembarcó Televisión Española el pasado otoño con la misión de endurecer la línea editorial de los telediarios. De aproximarla a los intereses del Partido Popular. Para conseguirlo, situó al frente de los Servicios Informativos a José Antonio Álvarez Gundín, exjefe de Opinión del diario La Razón y hombre de profundas convicciones conservadoras. Desde entonces, las denuncias por manipulación que han recibido los noticiarios de la corporación se han multiplicado y, a la par, su audiencia se ha desplomado. En Moncloa, son conscientes de este fenómeno pero, según ha podido saber Vozpópuli, la orden que han recibido los responsables de TVE es la de desoír las críticas y mantener su estilo actual. No quieren que les tiemble la mano y demuestren una laxitud similar a la que caracterizó al anterior equipo, formado por Echenique y Somoano.
Para el Ejecutivo, Televisión Española representa su último “gran bastión” en la TDT. Los dos grandes grupos privados, Atresmedia y Mediaset, no escatiman en críticas hacia su labor y el propio Mariano Rajoy reconoció en público hace unos días que su “martilleo continuado” sobre los casos de corrupción explica, en parte, la caída de votos del PP en las pasadas elecciones municipales y autonómicas.
Desde hace varios meses, existe una guerra fría entre el Gobierno y las televisiones privadas
Estas empresas y el Gobierno libran hace unos meses una guerra fría en la que las primeras han denunciado en reiteradas ocasiones la inseguridad jurídica que padecen, así como la sibilina estrategia seguida por los responsables del Ministerio de Industria para devaluar la televisión en abierto, en detrimento de la de pago. Por su parte, Moncloa y Génova han acusado a estas compañías de dar alas a Podemos sin tener en cuenta las consecuencias que podría tener para el país su asentamiento en las Instituciones.
Un aliado en la televisión pública
En esta situación, la mano amiga de TVE resulta fundamental. Este medio de comunicación público se encuentra sumido desde hace unos años en una “imparable decadencia”, pero aún conserva una parte de su influencia en la sociedad española. En Moncloa son conscientes de eso, de ahi que los responsables del Telediario sigan al pie de la letra su consigna de no perjudicar con sus noticias al Partido Popular.
Eso pasa por restar importancia a los casos de corrupción y a las disputas internas entre los barones del partido, así como por “sobredimensionar” la recuperación económica. Para apuntalar este último punto, Álvarez Gundín designó hace unos meses como jefa de Economía a Cecilia Gómez Salcedo, una polémica periodista que fue cesada en abril de 2013 como subdirectora de Informativos, después de que enviara al Consejo de Informativos, por error, un correo electrónico en el que denunciaba las simpatías por el PSOE de varios de sus miembros. En realidad, estaba dirigido a una directiva vinculada al Partido Popular, la fuerza política con la que ella misma simpatiza, según fuentes de Torrespaña.
La estrategia de Moncloa pasa por "sobredimensionar" la recuperación económica en las noticias y ocultar la corrupción
El ascenso de esta informadora coincidió con el extraño movimiento de Juan Carlos González, encargado de elaborar las noticias relacionadas con el paro que, “por no ser tan optimista en sus enfoques”, fue enviado al programa de La 2 dedicado a la lengua de signos, recuerdan las mismas fuentes.
La línea de actuación defendida por Moncloa también pasa por incluir espacios con una fuerte carga política dentro del departamento de programas. Es el caso de Así de claro, el debate dirigido por Ernesto Sáenz de Buruaga, el cual ha provocado más de una disputa en las reuniones del Consejo de Administración de la casa por la sospecha de algunos de sus miembros de que la única pretensión de este espacio es la de promocionar las actuaciones del PP, exponen fuentes internas, consultadas por Vozpópuli.
Una decadencia copiada de las televisiones autonómicas
Estos informantes alertan de que, con esta forma de gestión, Televisión Española se dirige al callejón sin salida en el que entraron hace un tiempo varias televisiones autonómicas como Telemadrid, precisamente, dirigida por José Antonio Sánchez en la etapa en la que se agudizó su decadencia, entre 2011 y 2014. En ese periodo, los bajos datos de audiencia y el agudo déficit existente en sus cuentas fueron utilizados como argumentos por el hoy presidente de TVE para despedir a 861 trabajadores.
Fuentes del Partido Popular aseguran que en el Gobierno existe cierta preocupación por el descenso de la audiencia que se ha registrado en las últimas semanas en La 1, así como por los malos resultados cosechados en jornadas clave, como el 24-M. Sin embargo, en este contexto de enfrentamiento con las televisiones privadas, atender a las críticas de sindicatos y partidos de la oposición y cambiar de estrategia, sería un error. De ahí su satisfacción con el equipo formado por José Antonio Sánchez (y, por ende, con Enrique Alejo, el hombre fuerte de Hacienda en TVE) y José Antonio Álvarez Gundín.
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