Durante las conversaciones que mantuvieron los comisarios europeos con los representantes sindicales de los periodistas, previas a la aprobación de los fondos Next Generation, se abordó un tema que resulta interesante, y es el relativo a la necesidad de fortalecer los medios de comunicación del espacio comunitario ante el previsible recrudecimiento de las acciones propagandísticas de China, Estados Unidos y Rusia en un mundo que cada vez se encuentra más cerca de un escenario de Guerra Fría, según explicaron fuentes conocedoras de esas conversaciones.
En tiempos de dificultad, la verdad oficial suelen establecerla los propagandistas y siempre lo hacen de parte de un Gobierno, por lo que esa ‘verdad’ puede llegar a estar muy alejada de lo cierto. Basta consultar la hemeroteca para observar que, en marzo de 2020, todavía se desaconsejaba el uso de mascarillas para prevenir una enfermedad respiratoria. Y los periodistas que beben de las fuentes ministeriales hicieron suya esa afirmación. Si lo recomendaba el Gobierno, bueno sería, pensaría alguno.
La 'gran recesión' de 2008 y la subsiguiente ‘revolución digital’ debilitó considerablemente la salud financiera de las empresas periodísticas españolas. Todavía hoy, en 2022, su situación económica dista mucho de ser idónea. Ni siquiera tranquilizadora.
El caso más significativo es el del Grupo Prisa, donde la familia Polanco –los descendientes del fundador- dispone actualmente del 7,6% de las participaciones, frente al 70% que aglutinaba en 2009. Entre sus socios significativos se encuentran actualmente Santander (4,1%) y Telefónica (9,4%), dado que participaron en las maniobras financieras con las que se reanimó al grupo cuando parecía que iba a morir, ahogado por su deuda, que escaló hasta más allá de los 5.000 millones de euros.
HSBC y Caixabank ya han perdido esa condición de socios VIP, pero también lo fueron, pues también aceptaron convertir en capital una parte de la deuda de la que eran titulares en Prisa.
Su principal accionista es actualmente el fondo estadounidense Amber Capital (29,8%), que vio la posibilidad de sacar provecho de Prisa -confió en su remontada tras la larga crisis- y ha invertido casi 300 millones de euros durante estos años. Su dueño, Joseph Oughourlian, ha encontrado un 'aliado' circunstancial en Vivendi, que ha respaldado hasta el momento sus decisiones.
Vivendi posee el 9,9% de las acciones de la compañía española y el pasado octubre pidió permiso a Moncloa para poder crecer por encima del 10%. El Ejecutivo todavía no ha respondido a esta propuesta, pero fuentes de Prisa apuntan a que no pondrá ningún problema para conceder la autorización.
Vivendi en Prisa
El dueño de esta empresa francesa -Vicent Bolloré- ha sido capaz de crear un auténtico gigante internacional de los medios de comunicación. Su ideología es conservadora, lo que genera ciertos reparos en el PSOE -más en Ferraz que en Moncloa-, si bien Bolloré no ha trasladado ningún mensaje relacionado con el posible cambio de línea editorial en Prisa en el caso de que tome el control del grupo. Sobre esta última posibilidad, Vivendi nunca se ha pronunciado.
Sea como sea, su crecimiento en Prisa alejaría todavía más de España la toma de decisiones sobre sus medios de comunicación, al igual que ha ocurrido en otros sectores de interés estratégico.
Cabe recordar que la mayoría accionarial de Mediaset España le pertenece a la familia Berlusconi y que son hombres de su máxima confianza -con Paolo Vasile a la cabeza- los que deciden lo que ocurre en Madrid. Lo mismo sucede con Unidad Editorial, propietaria de El Mundo, Marca y Expansión, que pertenece a RCS MediaGroup, con sede en Milán.
Otro caso paradigmático es el de Mediapro, capitaneada por Jaume Roures; y una de las productoras audiovisuales europeas con más volumen de negocio. Cuatro de cada cinco euros de su capital estarán controlados por Orient Hontai, un fondo de inversión chino que salió en su auxilio en un momento de dificultades financieras.
En el caso de Atresmedia, es el Grupo Planeta el que toma las decisiones, pero su segundo accionista, Bertelsmann (19,6%) tiene su sede central en Alemania. Y en el sector audiovisual, productoras como Banijay, con una fuerte presencia en España, también se controlan desde otros países. En ese caso, desde Francia.
El negocio de la prensa tiene sus particularidades, pues el libre mercado se altera de una forma muy sencilla y con frecuencia, hasta casi evaporarse, como consecuencia de la influencia de los poderes público, económico y tecnológico en el sector. Subsectores como el de los periódicos no son excesivamente rentables -pese a la mejoría en el terreno digital-, así que la figura del editor es una especie en extinción en España.
La escasez de inversores autóctonos ha desplazado, poco a poco, el centro de mando de estas empresas hacia otros territorios; y todo parece indicar que con el presumible aumento de la participación de Vivendi en Prisa, ese fenómeno se va a acentuar.
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