Dicen los que saben que, desde hace años, el comunismo europeo abandonó la lucha por la abolición del capitalismo y se centró en otros aspectos más rebuscados de El Capital de Marx como prohibir las cucharillas de plástico y controlar la hipertensión arterial de la ciudadanía. Un ejemplo es Alberto Garzón, que ha dejado de lado tareas tan respetables como purgar a la burguesía o enriquecer uranio para centrarse en proyectos menores como etiquetar los Phoskitos o sacar un libro de recetas realfooding. La última idea del ministerio de Consumo ha sido convocar una ‘huelga de juguetes’ para eliminar el sexismo y acabar con los roles de género. Le ha declarado la guerra a Barbie.
Garzón quiere que He-Man reduzca bíceps y luzca un cuerpo body-positive que no alimente masculinidades tóxicas, olvida que He-Man lucía una especie de sujetador masculino y el peinado de Taylor Swift. El ministro ambiciona un mundo de juguetes inclusivos como el Scalextrix, donde un Dacia Duster compite con Lamborghini de tú a tú. La campaña, que ha sido lanzada en un vídeo de animación al estilo Toy Story, donde los propios juguetes llaman a la huelga, tiene algunas lagunas: olvida que el crecimiento de la industria del plástico está invisibilizando por completo al juguete de peluche, da por hecho que todos los juguetes antiguos son binarios y sexistas, cuando la propia Barbie carecía de genitales masculinos y femeninos; y pasa por alto uno de los principales problemas del sector: la continua sexualización de las muñecas hinchables.
Hay porras sobre el próximo movimiento del ministerio de Consumo: se habla de una batucada por el reciclaje o un reggaetón contra el sedentarismo. Mi apuesta es un influencer virtual, ‘El Morenus’, un streamer andorrano que se muda a España para pagar más impuestos y financiar con sus views la sanidad pública. Esta semana traigo tweets de la huelga de juguetes y de Cristina Seguí, que ha boicoteado a un restaurante que no la dejó entrar sin el pasaporte covid con su ausencia. Es decir, le ha dicho a un tío que no la quería en su bar “Pues ahora te aguantas y no entro”.
Y en esta segunda parte de Tuitopía traigo tweets para desestresar, para no llegar al fin de semana pensando que las redes sociales han creado una falsa ilusión de distancia entre los seres humanos que nos dirigen irremediablemente hacia lugares oscuros.
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