Madrid ha sido por unos días el centro del mundo por una Cumbre de la OTAN que ha reunido a algunos de los líderes más destacados del mundo: Biden, Dragui, Macron, Erdogan o Boris Johnson, el único que se ha marchado sin probar el agua de Madrid.
Los invitados han disfrutado durante unos días de la gastronomía madrileña: el bocadillo de calamares con sobre de mayonesa Prima por 8€, la tapa de croquetitas congeladas de bolsa y el kebab borracho de vuelta a casa. Han tenido hasta una cena de gala en el Museo del Prado con un menú preparado por el chef José Andrés, al que Biden preguntó si había viajado expresamente desde México para preparar la comida. José Andrés renombró la ensaladilla rusa como ‘ensaladilla tradicional’ aunque debería haber dejado el nombre tal cual para que los líderes mundiales probasen esa mezcla de guisantes con zanahoria y mayonesa y comprobasen hasta donde puede llegar la maldad de los rusos.
A Viktor Orban lo sentaron en la mesa junto al esposo del primer ministro de Luxemburgo mientras el primer ministro británico paseaba admirando las obras de Goya y Velázquez. Una imagen que ha sorprendido mucho. La gente ignora que Johnson es un hombre con sensibilidad artística, que estudió Estudios Clásicos en Oxford y domina varias lenguas, lo que le permitió dirigirse más tarde al camarero casi en un perfecto castellano para decirle: “Jefe, ponme un peloti de Larios bien cargado”.
Los analistas han definido la cumbre como histórica por marcar un antes y un después en el nuevo orden mundial bipolar con un bando liderado por Estados Unidos y otro por el nuevo gigante asiático, Corea del Norte. Los aliados y el Dream Team. La cumbre ha servido para que Turquía retire su veto a Suecia y Finlandia y para que Pedro Sánchez haga gala como anfitrión de su First Certificate y de los readings ensayados en la Moncloa con Begoña. En Twitter ha arrasado esta semana una cuenta llamada Mr.Handsome que rinde tributo al innegable atractivo del presidente en las relaciones internacionales. Desde Brigitte Macron a la nieta de Biden, todas caen rendidas a la sonrisa más bonita de la OTAN.
Y en el Twitter zoomer está triunfando la expresión “A mí me están grabando” como forma de mostrar incredulidad. Por ejemplo, ves el dato de la inflación: “A mí me están grabando”. Ves a la alcaldesa de Barcelona hacer un acto electoral en una rave con Samantha Hudson: “A mí me están grabando”. ¿Ves que TV3 corta la emisión de un programa porque Pilar Rahola no para de pegarle voces a Willy Toledo?: “A mí me están grabando”. Funciona con todo.
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