Se llama Julián, un chaval argentino de 24 años que ha compartido recientemente el clásico selfie 'Before-After' en sus redes sociales. Julián no ha cambiado el orden de las fotos, padece anorexia nerviosa desde los doce años y ha ganado 11 kilos en los últimos 24 meses. Todavía le queda. Su orgullo no es caber en una talla menos sino poder rellenar el cinturón un par de agujeros más. Es el reto de un paciente con anorexia en un contexto social donde se fanfarronea y presume constantemente del desafío contrario.
https://twitter.com/julytwits/status/979045229725736961?ref_src=twsrc%5Etfw
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"Vivimos en una sociedad que no te enseña a valorarte, sino más bien en fijarte en tus defectos y sin una red de apoyo (amigos, familia) consciente sobre estos temas es fácil caer. [...] Siendo usuario de redes sociales las modas me afectan porque cuando algo se vuelve popular lo veo en todos lados", nos cuenta Julián.
Y es que, por ejemplo, las etiquetas de Instagram #BeforeAndAfter y #WeightLossTransformation suman más de 12 millones de publicaciones. Son el polo opuesto, millones de retos cumplidos o en desarrollo sobre la búsqueda de un modelo de peso ideal que dibuja una sociedad cada vez más estereotipada. Las redes sociales favorecen esta competición continua por la absurda delgadez. Ya sea buscando que tu cintura sea más estrecha que una hoja DIN A4 o que las dos rodillas juntas sean más estrechas que un iPhone 6. Una fábrica de aspirantes a desarrollar trastornos alimenticios.
"Lo de las redes sociales tampoco difiere mucho de las páginas web "Ana y Mía", esas carreras para ver quién perdía más peso mediante thinspirations (imágenes con famosas muy delgadas). Al final es un culto a la delgadez. Ahora parece una novedad, pero que lo haga una persona "famosa" creo que le quita ese aura de "ilegalidad" que había, lo hace más visible y lo normaliza", nos cuenta @_bichillo, otra paciente que supero la anorexia a los 23 años.
Mientras todo esto pasa por sus redes sociales gente como Julián sigue luchando:
"Ahora estoy en un punto en el que me permito comer cualquier cosa que quiero y aunque sienta culpa, trato de ignorarla. Pero esa voz en la cabeza diciéndote qué comer y cuándo no desaparece. Uno aprende a no darle poder".
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No podía dormir, mis huesos se clavaban en el colchón. No tenía músculos, ni fuerza, ni vida... mi anorexia era solo el cobijo del estrés
Julián es un chico (la incidencia de este trastorno es 10 veces menor en hombres que en mujeres) que ha dado el paso de exponerse para reafirmar sus logros: "Me dio mucha ansiedad saber que muchos estaban viendo fotos de mi torso desnudo. Pero me relajó pensar que podría ayudar a alguien y mostrarle que se puede estar bien padeciendo un desorden alimentario", nos dice en sus mensajes. Y esto —según una medica que sufrió anorexia en adolescencia y prefiere permanecer en el anonimato— es muy positivo:
"Cualquier testimonio de superación puede ser beneficioso para otros que estén pasando ese mismo trance es positivo. Y al revés, a ciertas edades, el modelo de fotos de influencers perdiendo peso son muy peligrosas. La adolescencia es una época de muchos cambios, algunos de ellos son causa de muchas inseguridades que pueden ocasionar la aparición de este tipo de patologías".
Pero no basta con la mera exposición de la hazaña en un par de fotos. Así opina @_bichillo:"...es una ayuda pero sin la parte de apoyo psicológico se queda en mero postureo y puede ser un autoengaño [...] y el autoengaño en este trastorno es muy fuerte, además del 'estás conmigo o estás contra mí'. Se crea un fuerte vínculo con los que son como tú, supongo que si ahora lo hacen influencers será incluso más glamuroso".
Después de 20 años sigo teniendo 'patrones'. Veo las calorías que estoy consumiendo, me peso con miedo, compenso comidas... la enfermedad ya no condiciona mi vida pero está ahí agazapada
Para contrarrestar la ola dominante del marketing de moda y tendencias también hay hashtag y grupos de apoyo antianorexia en redes sociales, pero son minoritarios, como #anorexiarecovery en Instagram. Canales de consejos y autoayuda que funcionan como una especie de medicina para gente que esta afectada, pero no para adolescentes en la cuerda floja. Ahí salen perdiendo con los influencers y sus retos virales, con los tips de delgadez que circulan por SnapChat o WhatsApp.
El de Julián no es un caso aislado, cada vez más adolescentes usan la terapia de las redes para buscar esa redención en su confianza. Chicos (pero sobre todo chicas) que presumen de grasa y michelín como quién lo hace de escalar el Everest. Un reto contracorriente que les sirve de estímulo: "Me gustan las fotos de Julián y me gusta su comentario. Muy valiente por su parte", nos comenta en privado otra chica que superó la bulimia y anorexia hace 8 años.
Una publicación compartida de 👑 Livy 👑 (@recovering_liv) el Abr 4, 2018 at 10:53 PDT
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Diana Pao (@namelessdian) es una chica mexicana de 19 años que 'controla' su trastorno desde hace tan solo 3 o 4 meses. Su testimonio es desgarrador:
"Se te empieza a caer el cabello, te comienza a salir vello exageradamente, las migrañas y el insomnio son terribles, y los mareos son un malestar que no le deseo a nadie. Si creen que bajar peso es difícil subirlo es el triple, no porque no puedas, es porque no queremos. El miedo que le tomas a la comida, a engordar es tremendo, en ocasiones tu organismo se acostumbra a no ingerir nada o a vomitar y cuando quieres hacerlo lo rechaza automáticamente. Yo, cuando quise comenzar a comer bien y sano de nuevo mi cuerpo rechazaba la comida."
Diana nos cuenta que ha coqueteado con la recaída por culpa del efecto de las redes:
"Hace unos meses acá en México, se hizo tendencia un hashtag que decía algo así #SiPesasMasDe60Kg y me sorprendió muchísimo lo inconsciente que es la gente, si buscas tuits acerca de esto son basura: "Si pesas más de 60 no puedes opinar", "Si pesas más de 60 no uses pantalones cortos", al ver esto estuve a punto de volver al problema, la mayor parte del tiempo no somos conscientes del daño que hacemos a los demás con un simple comentario, con un simple tuit."
La anorexia nerviosa ha aumentado en los últimos 50 años y ha despuntado con las redes sociales. La sobreexposición de cuerpos y moldes falsos, estereotipos imposibles y tallas ceñidas al hueso empuja a muchos chicos y chicas al precipicio de la pérdida de autoestima al ver imposible ganar la batalla de la tendencia. Un selfie de una influencer donde muestra el antes y el después de la pérdida de 200 gramos puede ser un zurriagazo al autocontrol de millones de adolescentes en el límite de esa confianza en sí mismos.
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