Mémesis

Así vencí a la anorexia

Julia Jansssen, una suiza de 24 años, ha ido relatando en su cuenta de Instagram el duro camino de más de 8 años para salir de una terrible anorexia. De esconderse comida en los oídos a levantarse a las 2 de la mañana para hacer ejercicio. De no tocar la comida con las manos para que no se absorbiera por la piel a llegar a pesar solo 35 kilos. Una experiencia que puede ayudar a otras personas que estén pasando por el mismo problema

"¿Veis ese color amarillo de mi piel? Es mi hígado, que ya estaba fallando. A veces me pregunto cómo sigo todavía viva."

Sometimes I wonder how I am even still alive.. Do you see that yellow color to my skin in the left picture? That is because my liver was failing. Everything inside my body was failing. The thing about anorexia is...you don't just "get skinny". Your organs literally start to rot inside of you. Everything from your skin to your heart, your kidneys and your bones will fall apart. It is neither pretty nor glamorous. Losing control over all your bodily functions at such a young age is not glamorous. And there is nothing pretty about your mother's sobbing eyes as she has to watch her child die right in front of her eyes. The picture on the left was still many kilograms above my lowest weight but when I look at it, I still wonder: How the hell am I even still alive? Thank you body for not failing me during all these years. I won't fail you this time, I promise❤❤❤

Una publicación compartida de 💖💎🌌 Julia Lucy Hope🌌💎💖 (@julia_lucy_hope) el 2 de Oct de 2017 a la(s) 11:33 PDT

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Así se expresa en una publicación de Instagram Julia Janssen, de 24 años, una joven que "ha ganado mil batallas, pero no la guerra" contra la anorexia. Una enfermedad que, junto con otros trastornos de la conducta alimentaria, afecta en España a casi el 3,1% de la población femenina de entre 12 y 21 años.

Porque ella misma lo cuenta en su cuenta de Instagram, con casi 25.000 seguidores. No está curada. Sigue siendo anoréxica aunque su cuerpo ya no parezca un saco de huesos. La enfermedad reside en el cerebro, el cuerpo solo es la consecuencia de una conducta alterada que incide en la alimentación y en el cuerpo.

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Instagram ha servido en este caso como herramienta positiva en la imprescindible terapia de cambio. Una red que favorece por norma social la dictadura del físico, las envidias y que es un espejo roto donde mirarse, en este caso ha ayudado al tratamiento de Julia para comparar imágenes y certificar los progresos. Los comentarios son positivos y generan una ola de optimismo que también sirven de terapia.

Y es que las técnicas operantes y de reforzamiento positivo son favorables en el tratamiento contra la anorexia y los trastornos de la alimentación. Ver los logros que consigues con el paso del tiempo comparando las fotos del antes y el después es uno de los principios del abordaje cognitivo-conductual. Y si lo haces público puede ayudar a otras chicas con problemas en fases iniciales del trastorno.

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Julia fue diagnosticada de TCA a los 16 años, pero la enfermedad ya se había manifestado a los 13, cuando convirtió su peso en una obsesión: "El más pequeño aumento de peso me obligaba a levantame en medio de la noche para hacer horas de ejercicio por haber comido un sólo un bocado.", cuenta Julia al DailyMail.

"Después de mucho tiempo puedo hacer 1500 sentadillas y levantar el peso de un caballo, pero lo mejor es que puedo subir un tramo de escaleras sin colapsar. Puedo cepillar mi pelo sin perder el aliento y levantarme de una silla sin perder el conocimiento (la mayoría de las veces, al menos, lol). La ducha no es una prueba dura prueba que me deja agotada para el resto del día. Siento como si mi cuerpo se despertara lentamente pero seguro para volver a entrar al mundo de los vivos. Y mi mente va detrás."

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Dentro de esta terapia normalizadora y de superación está recordar y poner en contexto las consecuencias del trastorno en el pasado. Julia cuenta como no ha ganado para bolsos en todo este tiempo, todos ellos destrozados por los alimentos que escondía cuando ocultaba a otros el problema.

'Si no fuera tan triste,..ahora me río de las cosas ridículas que he hecho sólo para evitar unas cuantas calorías. Si alguien me observaba cuando desayunaba para asegurarse de que no hiciese trampa, me untaba la mantequilla disimuladamente en mis rejas y en el pelo", dice en su Instagram.

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"Si puedo motivar a una sola niña para luchar contra esta enfermedad, al igual que todas estas grandes personas que me han motivado a mi en los comentarios, sería muy feliz."

Para esto sí vale Instagram.

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