El Tweet se viralizó muy rápido y las reacciones demuestran lo impactante del mensaje. El cirujano egipcio anónimo @UnreaISlimShady compartió en su Twitter la imagen hace unos días y ya lleva más de 50.000 retweets y casi 100.000 corazones... como los que se estropean solo en un año en España desencadenando la muerte de sus dueños.
This is a blood clot, removed from a patient's coronary artery today. It nearly killed her. This is how fragile we really are. pic.twitter.com/KepYh3prtj
— Shady (@UnreaISlimShady) June 11, 2017
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La foto es muy potente sola y más aún acompañada del mensaje. No somos nada y cualquier cosa minúscula nos puede matar. Una lección de vida muy sencilla que ha calado entre miles de personas. Un ejemplo de la fragilidad del cuerpo humano que nos ayuda a valorar mejor lo que tenemos. Un mensaje positivo que muestra la mejor cara de las redes sociales.
Casi 20 millones de personas mueren al año en el mundo por enfermedades cardiovasculares. La arteriosclerosis es una de ellas. Estrechamientos de las arterias que pueden producir desprendimientos de placa de ateroma como el de la fotografía. Un viaje de un coágulo que puede convertirse en mortal cuando acaba o se desprende en el corazón. Así luchan los cirujanos contra ellos:
El tweet ha generado también una ola de testimonios de otros cirujanos y usuarios que han querido compartir su experiencia y ponen más contexto al mensaje.
Desde los colegas que no están de acuerdo con el tamaño...
https://twitter.com/imchasebrooks/status/874487493885906944
That must have been one nasty wound, well done to you!
— Shady (@UnreaISlimShady) June 16, 2017
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...a los anónimos que comparten con nostalgia su experiencia sin ese final feliz.
Lucky this is what killed my father
— High (@talkingcurves) June 12, 2017
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O los compañeros que ven justo el mensaje contrario. El cuerpo humano es indestructible (ni siquiera un tren puede con él):
Context. I had a 19 y patient survive getting hit by a train and a 7 hour transport, so we are also pretty darn resilient.
— Alison Kabaroff (@AlisonKabaroff) June 13, 2017
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No es la primera vez que un cirujano o médico residente viraliza una foto o mensaje de su trabajo en redes sociales. Una profesión cargada de presión y que hace constantes malabares para poder burlar la muerte. Mensajes potentes que solo invitan a la reflexión.
Así ocurrió, por ejemplo, durante la matanza de Orlando del pasado año. Joshua Corsa, un médico residente del Centro Médico Regional de Orlando publicó en Facebook la foto de sus zapatillas tras atender a las víctimas del tiroteo en el club gay Pulse con un texto muy duro:
"Estos son mis zapatos de trabajo de la noche del sábado. Estaban prácticamente nuevos, ni siquiera tenían una semana de uso. Vine a trabajar esta mañana y los vi en la esquina de mi taquilla, al lado de la pila de ropa sucia.
Me había olvidado de ellos hasta ahora. En estos zapatos, remojados entre sus fibras, está la sangre de 54 seres humanos inocentes. No sé si eran heterosexuales, si eran homosexuales o negros, o hispanos. Lo que sí sé es que llegaron en varias olas de sufrimiento, gritos y muerte. Y de alguna manera, dentro de ese caos, médicos, enfermeras, técnicos, policías, paramédicos y otros,... realizaron gestos superhumanos de compasión y cuidado.
O cuando se publicaron las fotos de aquel cirujano chino consolando y jugando con una niña antes de ser operada del corazón. Xin Er, de tan solo 2 años de edad, estaba llorando muerta de miedo cuando la dijeron que tenían que abrirle el pecho en el hospital de la Universidad de Zhejian. En vez de tirar rápido de anestesia su cirujano prefirió sacar el móvil y tranquilizarla. El anestesista inmortalizó el momento y publicarlo en sus redes.
La dureza de la profesión en un testimonio que también se viralizó en las redes. El Doctor Michael P. La Quaglia, un cirujano pediátrico con 30 años de carrera, compartía en Facebook un impresionante testimonio de lo peor y lo mejor de su trabajo:
"Lo mejor que me puede pasar es decirle a un padre que el tumor de su hijo es benigno. Vivo solo por esos momentos. Y lo peor que me puede pasar es decirle a un padre que he perdido a su hijo. Sólo me ha pasado cinco veces en treinta años. Y he querido suicidarme cada vez. Esos padres confiaron en mí . Es una confianza sagrada y la responsabilidad final siempre es mía. Pierdo el sueño durante días. Me cuestiono todas las decisiones que tomo. Y cada vez que pierdo a un niño, le digo a los padres: "prefiero estar muerto yo. Y lo digo en serio. Pero voy a la iglesia todos los días. Y creo que voy a ver a esos niños en un lugar mejor. Y les voy a decir que lo siento. Y con suerte dirán: " Olvídalo. Ven aquí. '"
“The absolute best thing in the world that can happen to me is telling a parent that their child’s tumor is benign. I...
Publicado por Humans of New York en Miércoles, 11 de mayo de 2016
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