Dice Ricky Gervais que Twitter es un lugar donde gente que no conoces te dice cosas que no te diría en la vida real, como leer del tirón las pintadas de todos los váteres del mundo. Al cómico Jaime Caravaca se le olvidó que detrás de los avatares hay personas reales cuando contestó a la foto de un neonazi con su hijo pequeño “Nadie podrá evitar la posibilidad de que sea gay y de mayor de harte de mamar poll* de negro. Y de negro obrero, nada de futbolistas”. La historia termina con el neonazi tomándose la justicia por su cuenta.
La mayoría de las cuentas informativas de Twitter publicaron el vídeo con el texto “Un padre agrede al cómico que insultó a su hijo”. Si hubiera existido Twitter en 1939, habríamos visto titulares como “Un pintor aficionado austríaco pone en su sitio a Polonia”. Es verdad que hoy en día llaman nazi a tu abuela por ir a misa, pero a un tío con tatuajes de esvásticas y de Rudolf Hess que se autodenomina como nacional-socialista, podemos llamarlo nazi sin tomar muchos riesgos.
El cómico tampoco era cómico, todo su historial en Google son noticias del tipo insultando a famosos para conseguir notoriedad. Por ejemplo cuando Ayuso sufrió un aborto tuiteó “A ver quién aguanta 9 meses a esta señora”. La hostia ha sido el TT de la semana en Twitter, dividido entre tuiteros que no justifican la violencia ‘pero’ y a partir del pero justifican la violencia y tuiteros de izquierdas que no ven qué está mal en tuitearle a un desconocido que su bebé va a mamar poll*s.
Jaime Caravaca ha pedido disculpas por el tweet y ha quedado también mal con los suyos por ceder ante un fascista. Y entre todo este momento Black Mirror, de un tío recibiendo un puñetazo viral por un tweet, Pedro Sánchez ha publicado su segunda carta a la ciudadanía. La tercera debería estar antes del Tour. Pensaba que iba a condenar la agresión de Alberto Pugilato, pero no. Se ve que el psicólogo le ha dicho que no puede guardarse dentro todo lo que le está pasando a su mujer y lo pagamos nosotros.
