El izquierdismo que evoca el apellido de Peter Marx no le impedía estar al frente del NPD, una organización política de clara inspiración neonazi. De entrada, las siglas del partido se parecen sintomáticamente a las del Partido Nacionalista Alemán de los Trabajadores (NSDAP) de Adolf Hitler. En realidad, lo que ha hecho dimitir como secretario general del NPD a este Marx neonazi son las fotografías de una tarta en forma de pene tomadas en la fiesta de su 61º cumpleaños. Tuvo lugar en febrero, en un bar de la ciudad de Sarrebruck (noroeste germano), y a la celebración acudió Ina Groll, apodada en la industria del porno como Kitty Blair.
“No se puede compaginar la ideología ‘nacional’ con copular con hombres de una raza extranjera”, braman las juventudes nazis.
Al parecer, que se dieran a conocer los detalles sobre el menú de esa fiesta fue la gota que colmó el vaso en el NPD. “No es aceptable” tener un jefe que “celebra con porno”, se quejó, por ejemplo, desde las juventudes del partido de extrema derecha. De acuerdo con los caprichosos criterios éticos del NPD, visiblemente ajenos al racismo que promueve, también resultaba intolerable que Groll hubiera protagonizado escenas de cama con hombres de raza negra. En palabras de militantes del partido, no se puede compaginar “la ideología nacional” con “copular con hombres de una raza extranjera frente a una cámara”.
“El nacionalismo puede ser sexy”
Cuando Groll comenzó a coquetear con el NPD no se sabía de esas escenas. Pero en febrero ya se tenía constancia de que Kitty Blair había ‘cometido’ esta suerte de imperdonable pecado para los ultraderechistas. Con el tiempo, y tras aparecer en la fiesta de Marx, esta excesiva promiscuidad de la ex actriz generó un insoportable “malestar en el partido”, según Frank Schwerdt, vicepresidente del NDP. De ahí que la formación neonazi haya declarado a Groll “persona non grata”.
Groll ha querido volver al porno, pero en la industria no quieren saber nada de ella: “No les damos la bienvenida a los nazis”.
De nada sirvió en política a la ex actriz el haber dado cuenta de esa intolerancia tan característica de quienes tratan de forjarse un futuro político en los extremos. Groll hizo un llamamiento a través de Internet para “frenar la avalancha de asilados”, se pronunció contra lo que ella identificó como “islamización de Alemania” y se refirió a las personas sin hogar como “asociales”. También fue vano su cándido eslogan según el cual “el nacionalismo puede ser sexy”. Sin embargo, la erótica del poder, y la del nacionalismo extremo, tienen sus límites.
De resultas, Groll sólo pudo soñar con tener un éxito similar al de la actriz porno, política y cantante italiana Illona Staller – más conocida como Cicciolina. Según se ha contado posteriormente, después de haber tratado de aliar en vano cine para adultos y política, Kitty Blair ha querido volver a las películas eróticas. Pero sabiendo de sus opiniones políticas, su regreso a las pantallas en los cines X se ha puesto cuesta arriba. Porque en la industria del porno los hay que están claramente en su contra. “No les damos la bienvenida a los nazis”, ha llegado a decir al respecto John Thompson, destacado productor de cine porno afincado en Berlín.
Cerca del Parlamento Europeo
Sobre Peter Marx, su dimisión ha sido una buena ocasión para despertar la hilaridad de algunos, sobre todo atendiendo a que comparte apellido con el filósofo y autor de Das Kapital. “Un Marx en el NPD, ¿Cómo de tonto se puede llegar ser?”, se preguntaba, por ejemplo, Sussane Mayer, columnista en el semanario Die Zeit. Menos gracia tiene, sin embargo, que los sondeos de intención de voto hagan pensar que el NPD vaya a entrar en el Parlamento Europeo tras las próximas elecciones paneuropeas de mayo.
El Tribunal Constitucional tiene que pronunciarse sobre una posible ilegalización del NPD.
En las pasadas elecciones generales germanas, celebradas en septiembre, esta formación logró un escaso 1,3% de los votos, un porcentaje que le impidió estar en el Bundestag, que obliga a contar con un 5% para poder gozar de representación parlamentaria. De cara a las elecciones europeas, ya no hay barreras de ese tipo, pues a principios de año el Tribunal Constitucional alemán decidió acabar con la barrera del 3% que se exigía superar para contar con escaños en la Eurocámara.
Puede que Marx, Groll y compañía hayan hecho el ridículo, pero el NPD aún seguirá dando que hablar. Los demócratas esperan que los neonazis vuelvan a los titulares en la prensa por la prohibición del que es su principal partido político. El Tribunal Constitucional aún tiene que pronunciarse sobre una iniciativa del Bundesrat, la Cámara Alta germana, que busca declarar ilegal el partido ultraderechista. Motivos para ello no faltan, aunque ya es demasiado tarde para tratar de incriminar ante los jueces del Constitucional el mal gusto en repostería.
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