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La eterna juventud de Andie MacDowell

Veinte años después de que Andie MacDowell se convirtiera en la reina de las comedias románticas con Cuatro bodas y un funeral, la actriz parece que no haya envejecido ni un segundo. Poseedora de uno de los físicos más envidiados, a sus 56 años lucha por mantenerse en el olimpo de Hollywood y no duda en apoyar la carrera de sus hijas. Hoy, cómo ser sexy a los 50 con Andie MacDowell.

“He sido muy afortunada” declara Andie MacDowell, una de las actrices más famosas de las últimas décadas. “Soy consciente de ello. No estoy ciega. Me doy cuenta que pertenezco al 1% de la población. He viajado mucho. He visto mucha pobreza por el mundo y no puedo vivir con todo lo que tengo y estar tranquila sin hacer algo por el resto. Me estoy quedando sin tiempo, así que tengo que hacerlo ya”.

MacDowell, que acaba de cumplir los 56, se encuentra en un momento clave en su vida. Hollywood no solo no perdona a las mujeres que llegan a cierta edad, relegándolas a papeles secundarios, sino que, además, tiene que luchar contra la férrea competencia que alimenta la televisión. Pero la presión de llevar siendo una estrella más de tres décadas parece no haber hecho mella en el físico de la actriz, que parece estar más cerca de los treinta que de los cincuenta.

“La edad no es algo que me preocupe” ha declarado en diversas ocasiones. “Estar sano sí me preocupa. Tal vez morirme también, pero no hacerme mayor. Envejecer si estás sano es un regalo. Mi madre murió a los 53 de un ataque al corazón y he aprendido mucho de ello”. Para ello, MacDowell hace ejercicio a diario, come fruta y verduras, pero tampoco se considera una maniática de la dieta. “No soy una de esas personas que dice que nunca come carbohidratos. Creo que es una bobada. Todo lo que sea demasiado rebuscado, no es bueno”. Pero, sobre todo, el secreto de la actriz es evitar el estrés. Por eso se declarada una apasionada del yoga, que le permite no solo tonificar el cuerpo, sino también la mente.

La modelo con acento sureño

Pero la vida de la actriz no ha sido siempre tan relajada. Perteneciente a una humilde familia de Carolina del Sur, MacDowell empezó su carrera como modelo. Fichó por la agencia Elite y se trasladó a Nueva York. Fue portada de Vogue, hizo campañas para Yves Saint Laurent y Armani y protagonizó anuncios de televisión para Calvin Klein. Los productores de cine rápidamente le echaron el ojo y le propusieron participar en Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos, junto a Christopher Lambert. Pero MacDowell no pudo empezar con peor pie. Su acento sureño era tan fuerte que, sin ella saberlo, tuvo que ser doblada por Glenn Close. “Cuando escuché la noticia, estaba sola en mi habitación de hotel. No tenía a nadie con quien desahogarme. Solo podía pensar en saltar por la ventana para evitar la humillación o luchar. Así que decidí apuntarme a clases y mejorar. Definitivamente, no fue sencillo, pero estoy satisfecha de lo que he conseguido” declaró la actriz.

Luego llegó St. Elmo, punto de encuentro, donde coincidió con toda una nueva generación de actores y actrices -Demi Moore, Rob Lowe, Emilio Estevez o Andrew McCarthy- y sobre todo, Sexo, mentiras y cintas de vídeo, por la que obtuvo una nominación a los Globos de oro y varios premios de la crítica -el director, Steven Soderbergh, declaró que en un primer momento pensó que MacDowell no iba a poder cumplir con el papel, debido a lo que le había pasado con Greystoke-. El éxito de la película hizo que rodara otras seis películas en tres años, entre las que destaca Vidas cruzadas de Robert Altman, por la que ganó un Globo de oro especial junto a todo el casting de la película.

Pero entonces llegó Cuatro bodas y un funeral. “Vieron a un montón de actrices para el papel. Marisa Tomei -que había ganado un Oscar el año anterior- lo rechazó. No solo perdió la oportunidad de rodar con un buen equipo, sino también una buena cantidad de dinero. Gracias a la película me tomé un año sabático, pagué la hipoteca e invertí mucho”, comentó la actriz.

Desde entonces, MacDowell no ha vuelto a repetir un éxito de tal calibre. Durante el final de la década de los 90, consiguió mantener su estatus de estrella, pero con el tiempo fue decantándose por productos independientes, lejos de las grandes producciones a las que se había acostumbrado. No obstante, la actriz suplió la falta de proyectos más ambiciosos con su faceta como modelo -desde 1986 es imagen de L'Oreal y ha protagonizado decenas de campañas para la marca durante más de veinticinco años- y con ofertas para la televisión -ha protagonizado las series Diseñando a Jane y Cedar Cove, que continúa en antena-.

Sus hijos son su mejor proyecto futuro

Pero si algo preocupa a Andie MacDowell es el futuro de sus hijos, -Justin, Rainey y Margaret- fruto de su matrimonio con el ex modelo Paul Qualley. “Mis hijas, como todas las jóvenes que quieren triunfar en Hollywood, tienen mucha presión para desnudarse en público y me piden consejo. Yo nunca les digo lo que tienen que hacer, pero si hacer escenas de desnudos es lo que tiene que hacer alguien para convertirse en actriz, yo nunca lo hubiera sido. Siempre que tenía que rodar una escena de desnudos, utilizaba un doble de cuerpo, e incluso cuando Playboy me lo pidió en los ochenta, a cambio de mucho dinero, dije que no” ha declarado la actriz.

“Ahora, en las películas, no solo los actores y actrices jóvenes tienen que desnudarse, también tienen que hacer escenas de sexo. ¿Hasta dónde vamos a llegar? ¿Qué será lo siguiente? La verdad es que estoy aburrida de eso y creo que la gente también”. El problema es que el público no lo está, y menos cuando se está delante de mujeres tan espectaculares como Andie MacDowell.

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