Decía Maruja Torres, a través de sus incansables redes sociales, que la infanta Cristina había pedido un Botín, pero le habían traído un Pantoja. Y aun así, se ha quedado corta. La infanta guapa, la triunfadora, la que se casó con un sex symbol deportivo, la que tuvo hijos rubios y perfectos, la que había llegado para hacer brillar a la familia Borbón, se ha convertido en la oveja negra -sin que las ovejas tengan, pobres, la culpa de nada- de la monarquía. Apartada y repudiada, ve como incluso su hermana tiene todavía actos sociales -sí, a los que ningún otro miembro quiere acudir-, mientras ella desespera en su magnífica residencia de Suiza. Y encima ha tenido que ver como Antonio López presentaba, veinte años después -que se dice pronto-, un retrato de cuando ella era la estrella, la moderna, la que copaba las revistas. ¡Si es que así no se puede!
Cristina va a tener que sentarse en el banquillo, como Mayte Zaldívar, como Isabel Pantoja -tiene suerte de que no sea Chelo García-Cortés la encargada de narrar sus peripecias judiciales-, a la espera de que la justicia dicte sentencia y con los dedos cruzados para que ésta ni incluía una pena de privación de libertad. ¿Optaría también por la prisión de Alcalá de Guadaíra? ¿Se vería compartiendo celda con la tonadillera? ¿Pediría una cárcel más cercana a su domicilio? Muchas son las incógnitas que planean sobre el futuro de la infanta, pero nos quedamos con las cinco más inminentes, los cinco quebraderos de cabeza con los que Cristina empezará su 2015.
¿Ingresará en prisión?
Los sobresaltos en la carrera judicial de la infanta son constantes. Mientras el resto de imputados en la causa ven como la justicia es implacable con sus comportamientos, la hermana del rey ha sido imputada, desimputada, reimputada, dispensada de sentarse en el banquillo y, parece que por fin, acusada con todas las de la ley. ¿No hubiera tenido más tranquilidad si su imputación inicial se hubiese mantenido intacta? Al menos ya sabes a lo que te enfrentas y puedes ir mentalizándote. Pero como el destino siempre es poético, a Cristina le ha llegado la noticia bomba junto a la lotería. ¿Quién se hará cargo de los niños si papá y mamá acaban compartiendo institución penitenciaria? Demasiadas dudas.
¿Renunciará a sus derechos dinásticos?
Por mucho que la infanta no se enterase de los negocios de su marido, sí mantiene la esperanza en reinar. Debe ser que confía en que Felipe VI, sus hijas, la infanta Elena y sus hijos sean abducidos por un ovni y el trono de España caiga en sus manos. Es la única explicación posible ante el empeño de no renunciar a sus derechos dinásticos. ¿No sería más sencillo asumir la responsabilidad institucional por un mal comportamiento y entonar el mea culpa? Parece que no. 'Espejito, espejito, ¿quién es la futura reina más guapa de entre las futuras reinas?'. Un cuento de hadas con final muy poco feliz.
¿Se separará de su marido?
El amor todo lo puede. ¿Cómo va a divorciarse Cristina si está loca por los huesitos de Urdangarín? La infanta se casó con un jugador de balonmano lleno de músculos y con un jugador de balonmano piensa jubilarse. Que se haya puesto el mundo por montera y se haya aprovechado -según los escritos de imputación- de su condición para hacerse con un pequeño botín, eso es lo de menos. ¿Y los paseos por la playa? ¿Y los cariñitos en el sofá? ¿Y el palacete maravilloso que le compró como prueba de amor? La infanta vive su propio Romeo y Julieta, aunque en lugar del odio de las familias, lo que tiene es a toda la sociedad en su contra. Pues mejor, más pasión.
¿Se aliará con Ana Mato?
De entre todas las 'mujeres de' que no sabían nada de lo que hacían sus maridos y novios -que ya es bastante tras las décadas de lucha feminista que llevamos bajo el brazo-, le tenía que tocar la Pantoja. No podría haberse quedado con una Ana Mato, que sí, se enriqueció de lo que su marido traía a casa -ya sabes, naranjas de Valencia y vino de La Rioja- pero no tenía idea de nada. Si es que tenía que haberse pasado un poco por el solarium para coger el tono de piel de la ex ministra. Ahí está la clave de todo. Pero ya llega tarde. Cada día está más cerca de cantar Marinero de luces a la puerta de la cárcel.
¿Se afiliará a Podemos?
Lo tenemos claro. Como la sentencia falle en su contra, no sólo va a renunciar a sus derechos dinásticos, es que Cristina se afilia directamente a Podemos. 'Si la monarquía no va a Cristina, pues que no vaya a ninguna parte'. La infanta es capaz de unirse al partido de Pablo Iglesias y recorrer las televisiones enfrentándose a los periodistas. Hasta puede quitarle el puesto de presentadora a 'la pechotes'. O tal vez hará como Rosa Díez y fundará su propio partido político. UPyC, 'Unión, Progreso y Cristina'. Pero en lugar de a Toni Cantó, fichará a Jaime Peñafiel, que se conocen desde hace tiempo.
¿Ven cómo hay gente que está mucho peor? No sufran porque no les haya tocado la lotería. Al menos, podrán jugar el año que viene en libertad...
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