Los últimos años de vida de Lina Morgan fueron un cúmulo de rumores y especulaciones. La actriz, más acostumbrada a los protocolos de las estrellas de antaño que a los de los nuevos famosos, quiso retirarse de la opinión pública en cuanto bajó su ritmo de trabajo. Esto, claro, levantó decenas de teorías y testimonios de allegados -no sabemos cuánto- de la actriz que aseguraban que no les dejaban verla. Las miradas pronto se situaron en Daniel Pontes, el que fue su chófer y hombre de confianza durante treinta años, como responsable de la supuesta soledad en la que se encontraba la actriz. Y, claro, con este panorama, su muerte no ha hecho más que avivar los conflictos.
La abultada herencia de Lina Morgan, acumulada tras una vida dedicada al trabajo, parece que acabará en manos del que fue su apoyo hasta el último momento, su chófer, y del padre Ángel, con el que la actriz colaboraba asiduamente, obviando a la familia que todavía le quedaba y con la que tampoco había tenido relación en los últimos tiempos -sus sobrinos fueron vetados de la capilla ardiente por expresa decisión suya-. Todo especulaciones por el momento pero que tienen muchos puntos de terminar siendo verdad. ¿Veremos a los sobrinos sentados en televisión? ¿Hablando para una revista? ¿Aireando los trapos sucios de la actriz? Cosas más sorprendentes hemos visto ya.
Lina Morgan no es la única famosa cuya legado ha desatado la guerra entre los posibles herederos. Hay conflictos que llevan años prolongándose en el tiempo y todavía no tienen viso de terminar -ya saben, una herencia no se reparte, se descuartiza-. Repasamos algunos de los casos más mediáticos de los últimos años para hacernos una idea:
Rocío Jurado
Un año tardaron en acordar el reparto de la herencia de Rocío Jurado. Con un legado valorado en unos 7 millones de euros, la cantante quiso incluir en su testamento, además de a sus tres hijos y a su marido, a sus hermanos e incluso a su secretario. La que salió mejor parada del reparto fue Rocío Carrasco, nombrada heredera universal, aunque la cantante trató de contentar a todos y dejar las cosas bien atadas. Se equivocaba.
En cuanto falleció comenzaron los rifirrafes entre la familia, las acusaciones públicas en platós de televisión y el distanciamiento. Rocío Carrasco se alejó de la prensa del corazón, Rosa Benito y Amador Mohedano iniciaron una guerra televisada, Ortega Cano acabó en prisión, José Fernando dilapidando en clubs de alterne e ingresando en rehabilitación y Gloria Camila ejerciendo de portavoz y avivando el fuego con sus declaraciones. Todo un drama que no parece terminar nunca.
Cayetana de Alba
Para poder casarse con Alfonso Diez, la Duquesa de Alba tuvo que repartir el grueso de su herencia en vida para conseguir el beneplácito de sus hijos. Una medida que tampoco quedó exenta de polémica, ya que Jacobo, su hijo más rebelde y con el que tenía una relación más complicada, manifestó su descontento con el reparto y tensó un poco más la relación entre todos.
Pero no quedó ahí la cosa. Tras el fallecimiento y la apertura de un testamento sin demasiadas sorpresas -tampoco quedaba tanto por repartir-, fue su viudo el que no quedó del todo contento. Al parecer, Cayetana había manifestado un deseo acerca del futuro -económico- de su marido que no venía detallado por escrito. Alfonso no quiso remover, en un principio, nada de lo relacionado con la herencia, pero a principios de este año saltó la noticia de un posible encuentro entre los abogados de ambas partes.
Rocío Dúrcal
Lo que menos esperaba Rocío Dúrcal era que, tras su fallecimiento, su marido y sus hijos acabaran enfrentándose en el juzgado por el reparto de su herencia. En el inventario que Junior, el marido de la cantante, hizo de los bienes del matrimonio se le 'olvidó' incluir varias propiedades que tenían en Miami, México y Marbella. Los hijos de la pareja, sobre todo los dos mayores, entraron en cólera y acudieron a la justicia.
Comenzó entonces una guerra que tan solo pudo calmar Shaila, la hija menor y la que hizo de puente entre sus hermanos y su padre. Al final, las aguas volvieron a su cauce y consiguieron reconciliarse antes de que falleciese.
Robin Williams
Un año después de la muerte de Robin Williams y la viuda del actor y sus hijos continúan disputándose su herencia. Pese a que, de entrada, parecía que todo estaba bien atado, no se han puesto de acuerdo sobre qué hacer con casi 300 objetos personales de Williams y sobre el coste de la manutención de la casa que compartía en vida con su mujer.
De 3.000 objetos consiguieron repartir 2.700. No es mal resultado. En junio solicitaron dos meses más al juez para acabar de hilvanar los flecos que les quedan. Solucionarlo todo en un año es todo un récord cuando hablamos de famosos. Igual deberían aprender los de aquí de los de Hollywood.
Michael Jackson
Lejos de suponer un acto de unión entre la familia, la muerte de Michael Jackson fue el pistoletazo de salida para que los suyos tratasen de 'arramblar' lo máximo posible. Si la organización de los funerales y homenajes al músico fallecido estuvo rodeada de polémica, no menos fue lo de la herencia. Rápidamente se formaron dos bandos: uno formado por la madre del cantante y los hijos de este y otro integrado por los hermanos de Jackson, que acusaron a los albaceas del testamento de 'secuestrar' a la madre y tratar de quitarles de en medio.
Los hermanos alegaron que el testamento era falso y llevaron el asunto a los tribunales -que no les dio la razón-. Ahora, seis años después de la repentina muerte de Jackson, su familia continúa disputándose su dinero. Eso debe ser amor fraternal, ¿no?
Paul Walker
A veces no es la herencia en sí la que desata polémicas, sino la custodia de la misma. Tras la muerte del actor Paul Walker, su fortuna, estimada en unos 25 millones de dólares, pasó a su única hija Meadow. Hasta ahí todo lógico. El problema es que esta es menor de edad y vive con su madre biológica, de la que Walker estaba separado. Los padres del actor alegaron que no pensaban dejar que la madre tuviese el control de la herencia, ni que el dinero saliese de su familia.
Y por si falta algo, también estaba en el juego Jasmine Pilchard-Gosnell, la novia del actor en el momento de su muerte y la mayor perjudicada en el reparto, ya que no le correspondía nada. Moraleja: hagan testamento cuanto antes, que nunca se sabe lo que puede ocurrir. Y crucen los dedos para que no ocurra nada, claro.
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