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Nicole Kidman, persona non grata en Mónaco

El próximo 23 de mayo se estrena Grace of Monaco, la película de la que nadie quiere oír hablar. Ni su protagonista, Nicole Kidman, ni su director, ni, desde luego, los hijos de Grace Kelly confían en el resultado final. Pero ¿qué tiene la película que tantas desconfianzas produce? ¿Qué puede haber de oscuro en la vida de la princesa más glamurosa de la historia?

El éxito de The Queen, el retrato cinematográfico de los años más duros de la vida de la reina Isabel II, supuso el punto de partida para que los productores de Hollywood llevaran a la gran pantalla las historias de algunos de los personajes clave de las últimas décadas. Figuras políticas y sociales que esconden, normalmente, un drama detrás de su faceta pública. El problema es que, además del esfuerzo de caracterización e interpretativo de los actores, estas películas exigen un guión sólido e históricamente correcto del que normalmente pecan.

La dama de hierro salvó el tipo gracias a la interpretación de la veterana Meryl Streep, que consiguió su tercer Oscar por meterse en la piel de Margaret Thatcher. Y aun así, el público no quedó satisfecho con la historia que les estaban vendiendo. Lo mismo le ocurrió a Diana, la recreación de los dos últimos años de vida de Lady Di. Ni la crítica, ni el público, ni los protagonistas que todavía siguen vivos, ni la propia Naomi Watts quedaron satisfechos con el resultado. Todo un despropósito de diálogos y escenas inventadas que fue calificado como “telebasura con un gran presupuesto” por algunas revistas estadounidenses.

La última en subirse a este carro ha sido Nicole Kidman. La australiana se impuso a una docena de actrices para quedarse con el papel de Grace Kelly en Grace of Monaco, el biopic que cuenta la historia de la actriz a principios de los 60, cuando ya había abandonado el cine y pasaba a la historia como la princesa Grace. El reto de Kidman estaba claro: conseguir una recreación tan perfecta que consiguiera obviar los más de 15 años que las separan -Kidman tiene 46 e interpreta a Kelly en sus 30- y le valiera, al menos, una nominación a los Oscar -el director de la película ya le hizo ganar uno a Marion Cotillard por La vida en rosa-. Y, desde luego, no lo tenía complicado. Hollywood adora a Grace Kelly. Es el icono del glamour, de la profesionalidad, de la elegancia y de la abnegación. Una actriz que fue capaz de dejarlo todo en el momento más alto de su carrera para trasladarse a un país extranjero para ejercer de princesa. Una mujer que supo convertir un principado cualquiera en un país de ensueño. Y, encima, con final trágico e inesperado. Un Oscar de manual.

La ficción no se ajusta a la realidad

No obstante, los problemas aparecieron desde el primer momento. La película se sitúa en un momento complejo de la historia del Principado, con el príncipe Rainiero enfrentándose a Charles De Gaulle y Francia queriendo invadir Mónaco. En medio de esta tormenta política, la princesa Grace duda de su matrimonio, se arrepiente de la vida monegasca y desea volver a Hollywood -cuenta la leyenda que Hitchcock le ofreció el papel de Marnie, la ladrona y que Kelly estuvo a punto de aceptarlo-. Rápidamente, los Grimaldi evidenciaron los desajustes históricos de la película, a la que acusaron de engrandecer el papel de Grace Kelly en detrimento del príncipe Rainiero. “La cinta relata una página reescrita de la historia del Principado y contiene graves inexactitudes históricas, tanto sobre el Principado como sobre su familia y una serie de escenas puramente ficticias” declaró la familia. Además, los descendientes de la princesa, que habían tenido acceso al guión desde el inicio -por pura deferencia, declaró posteriormente el director de la película- hicieron algunas anotaciones que no fueron tenidas en cuenta.

Podría pensarse que esta independencia del proyecto respecto a la familia Grimaldi es una buena señal, ya que garantiza que no se trata de un folleto publicitario. No obstante, las declaraciones del director Olivier Dahan argumentando que él no es un historiador, sino un artista, y reconociendo las inexactitudes históricas en la película, nos plantean la duda de si todo lo que vamos a ver no es más que una ficción creada por un guionista sin ningún tipo de rigor. Tampoco ayudan las declaraciones de Nicole Kidman, más preocupada por dejar claro que el objetivo principal era mostrar las debilidades y miedos del personaje que la correspondencia con la vida real de Grace Kelly. ¿Terminará arrepintiéndose de haber aceptado el papel?

La película, que será la encargada de abrir el próximo festival de Cannes, no contará con el apoyo de la familia monegasca. Tanto el príncipe Alberto como sus hermanas, Carolina y Estefanía, ya han anunciado que no acudirán al estreno. Pero ¿toda esta polémica perjudica o beneficia a la película? No hay que olvidar que el estreno de Diana también vino precedido por el enfado de Hasnat Khan, el cardiólogo paquistaní con el que Lady Di tuvo un affaire, y eso no supuso un éxito en la taquilla -todo lo contrario-.

¿Están los Grimaldi contribuyendo a aumentar la expectación del público, o por el contrario, se trata de una señal de advertencia para los fans de Grace Kelly? Por el momento, habrá que esperar al estreno de la misma, aunque contando que los productores exigieron un nuevo montaje y que el estreno se ha retrasado dos años, los augurios, desde luego, no son buenos.

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