Yo, que soy un enamorado del periodismo, aplaudo toda iniciativa que sirva para premiar el buen hacer de mis colegas. Más, en mi condición judaica supongo, aquellos que encima están remunerados. La ONCE, que todo lo hace a lo grande, agasaja con 9.000 euros cada una de las cuatro categorías: Prensa, Radio, Periodismo Digital y Televisión. El maestro de ceremonias fue Jaume Sagalés, un compañero de la extinta Punto Radio que como tantos otros a pesar de su buena dicción está en el paro y haciendo "bolos" para poder subsistir.
El vicepresidente de la FAPE, Aurelio Martín, que decidió vestirse de primer ministro indio para este acto, recordó que esta crisis está llevando el oficio de periodista a unos niveles de miseria que es de aplaudir que se premie a los profesionales que cuentan cosas cotidianas. También pidió que se continúe luchando por preservar el legado de un oficio tan importante para la sanidad de la democracia.
Por su parte, Teresa Palahí, vicepresidenta de la ONCE, comentó con la sorna propia de los invidentes que lo que no se cuenta no existe y que en España hay más de 4 millones de ciudadanos con alguna discapacidad que están integrados en la sociedad gracias a una organización que no tiene parangón en el resto del mundo. Y no son sólo sus 75 años de historia, sino los 25 de una fundación que suple las carencias de un estado en repliegue y potencia una sociedad civil cada vez más ávida de ocupar su lugar en el ámbito público.
Premiados
Tanto los protagonistas de las historias vencedoras como sus narradores merecen un extenso comentario. Pedro Simón Estebán de El Mundo ganó la categoría de Prensa Escrita por dar luz a la historia de un hombre que tras explotarle una escopeta en la cara ve cómo, tras sobreponerse al accidente, la inmobiliaria en la que trabajaba ha desaparecido. Pedro afirmó que aspira a ser absolutamente subjetivo pues no puede ponerse en el mismo plano a los que sufren y a los que hacen sufrir. Recordó al maestro Enrique Meneses, que aseguraba que los periodistas debemos tratar fuerte a los fuertes y suave a los débiles.
En Prensa Digital ganaron María San Verdugo y Roberto Amado Pazos que relatan cómo un hombre normal, tras correr 30 kilómetros de footing, sufre un infarto cerebral y se convierte en una persona con capacidades distintas. Amado dio las gracias a sus padres porque llevan años financiando su carrera de periodista freelance.
Patricia Costa de Radio 5 (RNE) se alzó con el premio radiofónico por contar la historia de José Luis Mora, un universitario que maneja su silla de ruedas con la barbilla y al que le han retirado el apoyo sociosanitario que le prestaba la universidad. El ejemplo de José Luis debe hacernos reflexionar sobre lo afortunados que somos la gran mayoría y el enorme mérito que representan algunos de los asociados de la ONCE.
La última categoría fue para Bárbara Arco y Beatriz Amado-Loriga que se limitaron a contar en la tele el día a día de las personas con discapacidad. Tan nerviosas estaban que al subir al escenario no sabían ni a quien debían dar las gracias.
Es importante destacar, a diferencia de lo que ocurre con otros premios, que los jurados los componen periodistas de diferentes redacciones que con criterios profesionales eligen entre los candidatos los más dotados.
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