Además, y en lugares como Sotogrande, los padres de las criaturas aprovechan la ocasión para enseñar las propiedades. Esto permite también que muchos de los potenciales asistentes no puedan acudir por no hacerse 700 kilómetros de coche, menuda excusa. Y eso que los progenitores saben que darán croasanes rellenos y piñata a todos los que acudan.
Para que una fiesta sea fetén tiene que haber muchos filipinos y filipinas de servicio, un castillo hinchable y lugares apartados donde los padres que no se llevan bien con otros, se pueda reunir tranquilamente.
Los chicos van a lo suyo, a mezclar las bebidas, a trincar el mayor número de chucherías, a poner a prueba la resistencia de los materiales de todas las atracciones y para comprobar cuán despreocupadas son las madres que no les importa la torsión cervical que su hijo puede infringir o padecer sobre otros seres humanos.
En estas fechas las madres aprovechan para ponerse al día de lo que les queda por hacer en materia de uniformes y otras cuestiones relacionadas con la escolaridad. Los padres hablan de cómo evoluciona su handicap de golf y de lo fresca que está la mamá de Pedrito. Cuando se abre la veda, las madres hablan de lo gordo que se ha puesto el papá de flavio, lo calvo que está el de Andrea o que el de mónica tiene una amante.
Los regalos y la piñata, los momentos más intensos
El momento más complejo consiste en la entrega de regalos. Nadie quiere soltarlo hasta ver qué han regalado los otros no vaya a ser que se quede como un cutre porque no se ha gastado uno lo mínimo exigido. Lo bueno que tiene la crisis es que ahora hay mucha gente que no regala nada o que compra lo más barato que tiene la juguetería más barata.
Curiosamente suele pasar que aquellos padres que tienen menos dinero regalan mejor que sus homólogos potentados.
El momento piñata es tremendo porque demuestra quien tiene mejor amaestrada a la chica. Hay gente que con tal de que su señorito sea el que más juguetes y caramelos acumula es capaz de apuñalar a otro niño. Ya no son ellos los que tiran de la piñata sino sus cuidadoras. El próximo año voy a coger a un luchador de sumo para que se enteren de lo que vale un peine.
Por educación cuando te vas tienes que decir que todo ha estado muy bien aunque la coca cocla sea del 'Lidl' y los ganchitos estuvieran manidos por la humedad. Conviene no dejarse nada porque luego es difícil recuperar las cosas al no poder autentificar su propiedad. Yo suelo comprobar si mis pequeños llevan los dos zapatos puestos, pues he tenido a veces que rescatarlos del fondo de la piscina.
Es de muy mal gusto decir que fulano tiene la casa más grande o que el jardín está mejor cuidado aunque ocurre con demasiada frecuencia. Si todos lo hiciéramos al final nadie abriría los salones pero al mismo tiempo puede ser una sutil forma de boicot para aquellos que solo podemos ofrecer el chiquipark pues en casa no caben los 2.000 niños que tendríamos que invitar.
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