Gente

Cosas que aprendí este verano

Supongo que ustedes están casi tan aburridos como yo de mi verano sotograndino. Les garantizo que esta es mi última crónica, pues emprendo camino de regreso para evitar a aquellos que aprovechan hasta el último minuto del periodo de vacaciones. Nunca se sabe si el tráfico irá fluido o compartiré calzada con cientos de miles de súbditos árabes que regresan a sus casas.

Me voy a pesar de que el sábado el simple (porque no da problemas) de Alfonso Díez, a la sazón duque de Alba hace entrega sin percibir un euro por ello de la copa que pondrá fin a la temporada de polo en Sotogrande, que este año tuvo de patrocinador principal a Range Rover.

La cinta de los sombreros panamá indica el número de años que el portador lleva veraneando allí.

Les prometía en el titular ayudarles a orientarse en este lugar que aunque es un remanso de paz se convierte en un lugar muy hostil para los que llegan de nuevas. Allá voy. Los sombreros panamá de señoras y caballeros son la primera guía que hay que tener en cuenta. La cinta de los mismos te indica el número de años que llevan veraneando allí: cuanto más antiguo es el logo, o bien de Sotogrande o bien de su club de golf, más abolengo demuestra su usuario.

Más cosas: si ustedes ven un montón de señoras vestidas de blanco en fila empujando cada una un carrito, no es que las enfermeras de Lourdes se han perdido sino que están viendo a un grupo de cuidadoras filipinas dando una vuelta con sus criaturas asignadas. Son muy demandadas porque hablan inglés y tagalo, sólo entre ellas, pero sobre todo porque conservan un servilismo y una obediencia al varón que sólo se encuentra en Asia. El problema es que se han establecido como una especie de sindicato y no hay forma de contestarlas por menos de un mínimo. Todas las tardes se reúnen en el parque y, aparte de despellejar a sus jefes (entra dentro de lo normal), acuerdan como un perfecto lobby los precios de referencia.

Al polo, en Mehari

Déjense de grandes vehículos que romperán en la infinidad de vados que pueblan Sotogrande. Lo más cool allí es moverse con un Citroën Mehari, a ser posible con la tapicería y la lona a juego. Hablando de juego, allí todo lo monopoliza el polo, un deporte tan bello como difícil de entender. Procuren sentarse cerca de algún inglés, mejor si hablan este idioma pues hay más británicos allí que en Gibraltar. A falta de ingleses siempre pueden optar por ponerse cerca de aquel que tenga el pelo largo, pues seguro que es un jugador argentino. Sólo ellos saben las normas y podrán ilustrarles en cada momento de lo que está pasando.

Sobre aspectos de la gente hay que fijarse en los detalles más nimios. Todos los años me encuentro en la playa al presidente de Sacyr, Manuel Manrique. Sólo sus sandalias de Hermès reflejan la auténtica fortunaca que está detrás de tan singular bañista.

Los millonarios rusos van vestidos por el enemigo pero con un calabrote de oro.

Les guste o no, los que ahora tiran del consumo en Europa son los rusos, así que si ve a un tipo vestido por el enemigo pero con un calabrote de oro, es muy probable que sea una gran fortuna. Sobre todo si guarda mucho parecido con el albañil que le hace las chapuzas en casa. Suelen ir acompañados de señoras muy operadas y muy maquilladas subidas a unos tacones de vértigo. Una pista, van de la cabeza a los pies envueltas en firmas de lujo.
A diferencia de lo que la gente piensa los ricos no siempre están bien educados, pero son muy sensibles a la violencia; por tanto, sean corteses con quien lo sea; al borde, palo duro en la cabeza para que no cojee. Nada espabila más a un impertinente que un buen corte dado a tiempo.

Por último les diré que la sencillez es la reina de la elegancia, por lo que si no tratan de epatar llevan todas las papeletas para disfrutar de un verano apacible. He tenido de vecino en el NH Almenara al duque de Huéscar habitación con habitación. A pesar de que alguna noche le hemos montado una fiesta rociera nunca dio una queja y siempre se ha portado como un gran señor. A esa elegancia es a la que yo aspiro independientemente de donde se veranee.

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