El camaleón de los desfiles y las portadas más importantes llega al medio siglo en perfecto estado de revista, nunca mejor dicho, sin pelos en la lengua, recientemente ha dicho que los diseñadores de ahora no saben coger la aguja, y cansada de la imagen que quedó de ella procedente de su época de excesos, de la que reniega y en la que dice no reconocerse.
Una belleza canadiense con genes italianos
Karl Lagerfeld dijo de ella que “no hay otra modelo en el mundo tan profesional” y Manolo Blahnik aseguró que “Kate Moss será una modelo longeva, mientras que Linda Evangelista es eterna”.
De padre y madre italianos, él trabajador de General Motors, ella dependienta de una joyería, Linda nació el 10 de mayo de 1965 en St. Catharines, Ontario (Canadá). Cuando tenía 12 años se parecía tanto a la modelo Joan Severance que su madre decidió inscribirla en una escuela de modelos. Tres años después, cuando participaba en el concurso de belleza juvenil Miss Niágara fue fichada por un agente de la prestigiosa agencia Elite New York y así empezó su carrera profesional.
Pronto dio el salto a Nueva York, después a París y de forma repentina se convirtió en una persona de fama planetaria y hasta entonces desconocida para la profesión de modelo. Con ellas se acuñó el término top model, como una corona real que las reinas de la moda llevaron a finales de los ochenta y principios de los noventa.
“No me levanto de la cama por menos de 10.000 dólares al día”
Volaban por todo el mundo, cobraban un pastón, Lanvin le pagó 20.000 dólares por un desfile de Alta Costura, y salían en todas las revistas. Junto a Linda Evangelista, Christy Turlington, Claudia Schiffer, Stephanie Seymour, Cindy Crawford y Naomi Campbell, quienes llegaron a posar juntas en una sesión histórica para Vanity Fair con Mario Testino.
De esa época, en la cima de su carrera, video de George Michael incluido e imprescindible para Alaïa, Chanel, Versace y Dior, viene la frase arrogante que luego le ha perseguido toda la vida, cuando en 1990 le dijo a Jonathan Van Meter de Vogue que ella y sus colegas tops, no se levantaban de la cama “por menos de 10.000 dólares al día”.
Los contratos empezaron a escasear, para todas, a lo largo de la década de los noventa hasta que en 2001 Linda Evangelista anunció la vuelta tras una retirada que ni siquiera había llegado a producirse. El golpe de efecto le supuso en cualquier caso el regreso a los desfiles a los 36 años, veinte más que la media de las modelos, a las revistas y hasta su aparición en un capítulo de la serie Sexo en Nueva York en 2003.
En esa época, haciendo acto de contrición, se retractó de su frase. “No puedo soportar el modo en el que esto me persigue. Lo dije hace mucho tiempo y espero ser hoy una persona diferente. Ahora me levanto de la cama por muchas razones mejores. Soy parte de un equipo que consigue millones de dólares en la lucha contra el sida en todo el mundo”, aseguró en 2005.
Su vida personal ha sido carne de papel cuché
Su vida personal también ha sido carne de papel cuché. Estuvo casada con el director ejecutivo de la agencia Elite Gerald Marie, de 1987 a 1993. Luego salió con el actor Kyle Mclahan durante seis años, hasta que se cruzó el futbolista francés Fabien Barthez, de quien Linda, que había expresado muchas veces sus ganas de ser madre, se quedó embarazada, pero tuvo un aborto a los seis meses. Fue un golpe muy duro y la modelo se retiró del trabajo en 1998.
Salió un tiempo con el magnate del petróleo italiano Ugo Brachetti Peretti y en 2005 se casó de nuevo con el piloto de F1 Paolo Barilla. En octubre de 2006 nació su hijo Augustin James, pero hasta 2011 no se supo que el padre de la criatura era en realidad el magnate del lujo François-Henri Pinault, actual marido de la actriz Salma Hayek, una paternidad que tuvo que luchar en los tribunales. Hace tres meses la justicia acaba de reconocerle una cifra mensual de cinco dígitos para la manutención del niño, al parecer algo menos de los 46.000 dólares que Evangelista le reclamaba.
Trabaja poco, pero ni falta que le hace. Cinco años atrás se convirtió en una de las portavoces de L’Oreal. Hizo la campaña de otoño-invierno 2014 de Moschino y la de primavera 2015 de The Room at Hudson’s Bay. El año pasado Evangelista volvió a las revistas pero, por primera vez en su vida, no por guapa. El Mail Online publicó unas fotos de la modelo asomada a un balcón, con una cara y unas formas mucho más redondeadas de las acostumbradas con sus 55 kilos. Luego resulta que la cosa no era para tanto y, a estas alturas de la vida, además hubiera dado lo mismo. Evangelista tiene una fortuna valorada en unos ocho millones de dólares. “Fue Dios quien me hizo tan guapa. Si no lo fuera, sería maestra”.