Ha tardado pero ya está aquí. Aún sin demasiados detalles, el reality de las Campos parece que es ya una realidad. Lo que en un primer momento se vendió como la respuesta de Mediaset al éxito de Bertín Osborne ha pasado a ser el sueño que todos los aficionados a la crónica social llevamos siglos esperando. María Teresa Campos y Terelu se reúnen -como si alguna vez hubiesen separado- para mostrarnos su día a día. ¡Por fin! En su mano está el convertir el programa en el mayor éxito de los últimos años. Un reality directo a figurar en los anales de la historia de la televisión. ¿No están nerviosos?
Las Campos llevan mucho tiempo siendo nuestras Kardashian -nuestras Camposdashian, como acuñó Beatriz Miranda-. Pasean curva por los photocalls, venden su vida, enseñan sus casas y se muestran más que dignas ante quién se atreva a criticarlas. ¿Cómo no iban a tener su propio programa? Por mucho que madre e hija pretendan desmarcarse del circo que organizan Kim y sus hermanas, el público espera algo más de lo que vemos cada semana en Hola. Ya conocemos sus vidas al detalle, ahora las queremos ver en movimiento. En su mano está hacerlo realidad. ¿Lo conseguirán?
El futuro programa de las Campos tiene todos los ingredientes para ser un éxito masivo. Tan solo hay que saber explotar puntos tan sencillos como éstos:
Las protagonistas
Antes de lanzarse al ruedo, las Campos deberían repasarse todas las temporadas de Alaska y Mario. Para que un reality funcione, los espectadores deben tener la sensación de que están viendo la vida misma, la realidad sin censuras. El morbo está en ver a María Teresa levantarse sin peinar, en contemplar qué desayuna Terelu y en saber cómo gestionan sus casas, quién les ayuda en las tareas diarias y si bajan al súper o les suben la compra. Querer controlarlo todo supone acabar en un auténtico fracaso. Alaska y Mario Vaquerizo entendieron el formato desde el primer minuto y se entregaron en cuerpo y alma. María Teresa y Terelu deberían hacer lo mismo.
Los dramas de Terelu
Por mucho que María Teresa sea la gran protagonista del clan, el interés recae, como siempre, en Terelu. La colaboradora quiere mantener una imagen tan serena, tan alejada de la polémica, tan tranquila pese a no estarlo, que ya no podemos más. El público quiere ver a Terelu en estado puro, con su acento, con su ropa y sus cosas. Una Terelu más mundana, más de la calle y menos del plató. ¿Qué relación tiene con su ex Carlos Pombo? ¿Qué amoríos la rodean? ¿Con quién sale a cenar? Puede perder exclusivas, pero ganar muchas temporadas de reality.
Los secundarios
Tan importantes son los protagonistas como los secundarios. Alaska y Mario supieron hacer de Topacio Fresh o las Nancys Rubias elementos clave para el éxito del programa. Las Campos no lo tienen difícil. Además de Bigote Arrocet y Rocío Carrasco, los otros dos grandes nombres del programa, el tirón mediático de las Campos garantiza el paso de decenas de famosos. Artistas, cantantes, celebrities con ganas de dejarse caer por el enorme salón de casa de María Teresa y formar parte del espectáculo. Eso sí, hay que controlar la vertiente ¡Qué tiempo tan feliz! y apostar por invitados diversos y menos mediáticos.
El toque Sálvame
Las cámaras del reality deben acompañar a sus protagonistas en todas sus facetas y, claro, Sálvame es esencial. Contando que la productora del reality será la misma que la del programa rey de Mediaset, no habrá problema para que los espectadores disfruten -disfrutemos- de escenas inéditas, reuniones de colaboradores, cenas, celebraciones y confidencias que conseguirán retroalimentar la escaleta de Sálvame. ¿Cómo se llevan Terelu y Mila? ¿Qué hace María Teresa detrás de las cámaras? ¿Cómo tratan al equipo? Si la cosa funciona, vemos a Tania Llasera presentando un programa después del reality para analizar todos los movimientos de las Campos. No les hará especial gracia y no será necesario, pero el público nunca tiene bastante.
Ahora solo falta que las Camposdashian entiendan el formato y sepan a lo que van. Las medias tintas ya las probó Tamara Falcó y nadie recuerda su reality. Crucemos los dedos. Todavía estamos a tiempo.
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