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Cuando el bisturí maldito toca a los sex symbols

Hace unos días nos sorprendíamos con las imágenes de Renée Zellweger con una faz que no parecía la suya. Aún impactados, hemos necesitado unos días para recuperarnos y mientras tanto hemos ido recordando algunos de los cambios físicos más sorprendentes entre famosos que, tras el paso por quirófano, han dejado de ser ellos mismos, al menos físicamente. Podríamos citar casos muy conocidos como el de Donatella Versace, pero nuestro recorrido se detendrá en algunos sex symbols que fueron tocados por el bisturí maldito.

 

Mickey Rourke

 Causa estupor y resulta inquietante que un actor tan atractivo como Mickey Rourke -lo era- roce el esperpento desde hace ya varias décadas. Fue el sex symbol de los ochenta, estando presente en algunas películas de culto como “Fuego en el cuerpo” (Kasdan, 1981), La ley de la calle (Coppola, 1983), Manhattan Sur (Cimino, 1985) y Nueve semanas y media (Lyne, 1986) con la que se convirtió en uno de los actores más deseados del momento. Su declive físico también dejó huella en su carrera. Fue en la década de los noventa cuando decidió dedicarse de lleno al boxeo profesional con el nombre de El Marielito pero su suerte en los cuadriláteros no fue la esperada, tampoco pasaba por su mejor momento personal y su carrera en el cine no remontaba, pues tan solo participaba en pequeñas producciones como secundario hasta que Robert Rodríguez y Frank Miller le recuperaron para Sin City (2005). Fue todo un acierto y un nuevo despegue para Rourke. Pues tres años después a punto estuvo de llevarse el Oscar a mejor actor por su papel en El luchador (Aronofsky), aunque se alzó con el Globo de Oro. 

Daryl Hannah

Fue considerada en los ochenta una de las actrices más bellas tras protagonizar  1, 2, 3… Splash (1984), una comedia romántica de Ron Howard en la que encarnaba a una atractiva sirena que se ve obligada a vivir en tierra firme y se enamora de Tom Hanks. Mucho ha llovido desde entonces. Su declive en el cine en los 90 parece que vino acompañado de un deterioro físico que con el tiempo se ha hecho más pronunciado. Ya en Kill Bill (Volumen 1 y 2, Tarantino, 2003-2004), en uno de sus mejores papeles de la década del 2000, se dejaba ver bastante irreconocible y no sólo por el parche que llevaba como caracterización de su personaje, sino porque su paso por el quirófano no fue una de sus ideas más brillantes.

Camilo Sesto

No fue un sex symbol al uso, aunque se erigió como uno de los cantantes por las que muchas suspiraban en la década de los 70 ayudado además por su torrente de voz.  En Latinoamérica tenía millones de fans que enloquecían cuando veían al español sobre los escenarios. A sus 68 años, parece que no quiere que el tiempo siga su curso por lo que ha pasado muchas veces por el quirófano. Pretender parecer que tienes 40 años cuando estás a punto de cumplir 70 no es sano. El artista de Jesucristo Superstar tampoco ha querido desprenderse nunca de esa imagen setentera, con la melena leonina que siempre ha lucido desde que era jovencito. Y es que se ha quedado anclado en el pasado. Los últimos años del cantante no han sido muy buenos.  Fue asaltado en su casa hace más de un año y ha estado en pleitos con un antiguo representante que le reclamaba dinero, pero a pesar de ello sigue siendo uno de los artistas españoles que más factura por derechos de autor y es, aún en la actualidad, una primera figura de la canción en Latinoamérica.

Courtney Cox

¿Quién de vosotros no se ha reído a carcajadas con la mítica serie Friends? Y ¿quién era la guapa, simpática de esta ficción que el sector masculino deseaba y el femenino trataba de imitar? Pues esa era Jennifer Aniston. Pero hablemos de  Courtney Cox, que interpretaba a Monica Geller.  La actriz y productora fichó por esta comedia en 1994, con tan solo treinta añitos y simultaneó su trabajo en televisión con el cine (Aparece en las cuatro entregas de Scream). Ahora, a los 50 años, la intérprete ha pasado por el quirófano varias veces para evitar que se note el paso del tiempo. El resultado: pues no muy bueno. Ha desaparecido esa expresión de naturalidad y vitalidad que la chica irradiaba.

Así que cuidado con el bisturí y, sobre todo, moderad la vanidad para no dejar de ser vosotros mismos.  

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