Este es solo uno de los estrambóticos estilismos a los que el actor, de 62 años, nos tiene acostumbrados ultimamente. Rourke está intentando retrasar el paso del tiempo pasando por el quirófano. El actor, que es también boxeador, ha intentado esconder las secuelas de sus combates a través de varias operaciones que no han hecho otra cosa que terminar por deformar su cara.
Rourke tiene una prenda fetiche: una chaqueta deportiva con capucha. Es frecuente verlo con ella puesta y sin nada debajo luciendo tatuajes. El actor suele lucir con outfits deportivos combinados con complementos, como pañuelos anudados al cuello o gorros de piel, que no casan demasiado con su estilismo.
Y no crean que cuando se quita la capucha mejora. Parece que el actor no hace mucho caso a la hidratación de su pelo a juzgar por el estado de su cabello, probablemente a causa del uso de tintes. Además de su nueva nariz, que a la vista está que todavía está en proceso de cambio, el actor se ha puesto fundas en sus dientes para lucir una sonrisa blanca y perfecta.
Operado por culpa del boxeo
El actor, que nos conquistó en Nueve semanas y media, se escuda en su profesión de boxeador para justificar todas sus operaciones. Rourke se ha roto la nariz dos veces, lo que ha hecho que, según él, deba pasar por el quirófano cinco veces para intentar arreglarla, aunque, a juzgar por el estado en que su rostro está, no con muy buen resultado.
Una persona cercana al actor ha declarado en el medio estadounidense Page Six que el actor es “adicto a la cirugía” y que sus operaciones nada tienen que ver con el boxeo. “Él se levanta por la mañana, se mira en el espejo y no le gusta lo que ve”, añade, una afirmación con la que quiere explicar sus continuos pasos por el quirófano.
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