No me extraña. Se escucha una voz que dice 3,2 1...0 y todo salta por los aires: los miembros del equipo, Kate y sus voluptuosidades, las bolitas de agua que flotan a su alrededor acariciándole la piel, porque en gravedad 0 no mojan ninguna camiseta...
Si somos sinceros, ¿cuántos de nosotros no hubiera pagado una entrada para participar del espectáculo? Pero yo no me refiero al de ser testigos de primera fila para casi tocar las piernas, los pechos y la melena en posiciones absolutamente imposibles (ni el Kamasutra, vaya) de la volandera Kate.
Me refiero al espectáculo de trabajar fotografiando cualquier objeto o sujeto sin gravedad. Si ya es difícil fotografiar objetivos que se mueven, imaginad hacerlo estando también sin gravedad y flotando. “¡Ilumina a Kate, por dios!”, me imagino que se oiría al director de la sesión gritándole al ayudante de iluminación. Y me veo al pobrecillo muerto de la risa iluminando a diestro y siniestro sin acertar en la parte anatómica que pretendía sacar el maestro...
Muy divertido, la verdad. Y a ella se la ve encantada. Si tiene posibles, pues que los muestre. Kate sigue siendo una de las chicas favoritas de los americanos. Desde luego tiene algo más que un par de buenas razones para serlo.
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