En un universo paralelo, 2015 iba a ser sido un año glorioso para Juan Carlos I. El monarca celebraría 40 años de reinado avalado por su papel en la transición, aprovecharía para marcarse otro publireportaje en la revista ¡Hola!, posaría con sus nietos a instancia de sus asesores y organizaría unos festejos sencillos y discretos para no alterar el clima de austeridad imperante en la economía nacional.
Las crónicas habrían anunciado que el Rey 'salía reforzado' de su aniversario y todos contentos. Pero eso fue en un universo paralelo: en el nuestro, unos escalones traicioneros vinieron a fastidiarlo todo. De un plumazo olvidamos eso de la campechanía que tantas veces se nos había hecho repetir y nos encontramos con un rey capaz de viajar al extranjero en compañía de una 'amiga íntima' para matar animales y hacerse fotos con el cadáver. ¿Pero cómo puede ser? España se llevaba las manos a la cabeza -una cosa es saberlo y otra verlo- y la institución caía en picado. ¿La solución? Pues a la vieja usanza real: cortando cabezas.
Lejos quedan los tiempos en que Juan Carlos se pasaba las navidades esquiando y recibía la llegada de su cumpleaños con alegría -al menos aparente-. Ahora, despojado del trono y con el título de rey emérito -en España, no contentos con tener un rey, tenemos dos-, las celebraciones están vacías de boato real pero repletas del lujo de las celebrities que pululan por Beverly Hills, donde se le ha podido ver pasando el Fin de Año.
En los últimos meses la Reina Sofía se ha desvinculado de su marido.
A lo largo de los últimos meses, los actuales reyes nos han ido dejando patente que no tienen nada que ver con 'lo de antes' y que vienen con aires de transparencia -como Cristina Pedroche en las campanadas-, la Reina Sofía se ha desvinculado de su marido y ha puesto distancia física y emocional -más si cabe- de por medio y sus dos hijas tienen ya bastante con lo suyo como para preocuparse de los quehaceres de un rey sin trono.
Y si le faltaba algo, su relación con la princesa Corinna, tal como contó Jesús Cacho aquí en Vozpópuli, está ya más que finiquitada y con la aristócrata dispuesta a hacer saltar por los aires todo lo que encuentre por delante. Así ¿cómo va a celebrar un cumpleaños en condiciones? ¡Si es que se lo ponen difícil!
El actual papel del Rey Juan Carlos
Desde su sorpresiva abdicación, el papel que el Rey Juan Carlos ha decidido asumir -con mayor o menor alegría por parte de la Casa Real- ha sido meramente anecdótico. Ni siquiera tuvo tiempo para asistir al primer funeral por la muerte de Cayetana de Alba, porque, ya saben, la agenda de un rey retirado debe ser ajetreadísima.
La duquesa, que levantó el teléfono para pedirle permiso para casarse con Alfonso Díez, se conformaba con la presencia de la Infanta Elena, la única suplente en reserva para unos reyes, los eméticos, a los que parece que no les apetecía acudir, y para otros, los nuevos, más preocupados por caer bien entre los ciudadanos de a pie que por hacer acto de presencia en un acto de una casa nobiliaria.
Debe ser que los Borbones han sido elegidos por las urnas y todavía no nos hemos dado cuenta. ¿Para qué tenemos una monarquía si no es para dejarse ver en situaciones como ésta?
La última imagen que nos queda del rey en ejercicio, quitando el necesario acto de abdicación, es la de un Jefe de Estado más preocupado por poner en primer plano un frutero de cristal, regalo de su 'íntima amiga', que por regenerar una institución que adolecía, y adolece, de muchos recovecos.
Juan Carlos posó de forma distendida en una revista del corazón.
Aunque, si tenemos que en cuenta que, previa a esta imagen, nos quedará su dicharachero posado en una revista del corazón, donde, además de tratar de poner de moda los cuellos cisne, también aprovechaba para desempolvar un exuberante cinturón, obsequiado también por sus reales amistades, ¿qué podemos esperar? Juan Carlos creía tenerlo todo hecho, cuando todavía no había ni empezado. Y si no lo creía, así lo transmitía a los que, con sus impuestos, sufragaban su existencia.
Hoy, en el día que muchos bautizarán como 'el cumpleaños más amargo de su majestad', nos preguntamos: ¿qué será del rey emérito en 2015? ¿Se volverán realidad los rumores que aseguran un 'cese temporal de la convivencia' con la Reina Sofía? ¿Se reconciliará con Corinna con tal de parar el escándalo que se avecina -si es que, finalmente, la alemana se atreve a avivar el fuego-? ¿Continuará disfrutando de su vida de placer y comidas ajeno a la sombra que se ciñe sobre la Casa Real y de la que es cooperante necesario? ¿Se afiliará a Podemos y pedirá una república al grito de 'si no es para mí, que no sea para nadie'? ¿Qué se hace con un rey inquieto y ocioso? '
¡Ay, lo bien que estaba con la zu Sayn-Wittgenstein! ¿Por qué la echamos? ¿Crees que aceptará volver como regalo de cumpleaños?'. ¡Felicidades!
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