Máxima es sólo un miembro del grupo de jóvenes plebeyas que han conquistado a varios príncipes que reinarán en Europa las próximas décadas. Mette-Marit, casada con el príncipe Hakoon de Noruega, Mary Donaldson, esposa del príncipe Federico de Dinamarca, Kate Middleton o Letizia Ortiz. Todas ellas tendrán un mismo destino, ser reinas de sus respectivos países. Máxima Zorreguieta completa este selecto club, habiéndose convertido en la primera plebeya del siglo XXI en acceder al trono. Pero, ¿cómo fueron sus inicios? ¿Cuál es el balance de este primer año de reinado?
Perseguida por su pasado
Esta joven argentina -de ascendencia vasca- no lo tuvo fácil cuando en 1999 inició su relación con el entonces príncipe Guillermo Alejandro, heredero a la corona de los Países Bajos. Pocos eran los que apostaban por ella en cuanto se conocieron las vinculaciones de la familia Zorreguieta, concretamente de su padre, Jorge Zorreguieta, con la historia más oscura de Argentina. Un padre que había participado activamente en el golpe de estado que derrocó a Isabel Perón y que, posteriormente, fue funcionario de la dictadura militar.
En 2001, poco antes de la boda entre Máxima y Guillermo, el primer ministro holandés encargó una investigación secreta sobre Jorge Zorreguieta al historiador Michiel Baud para saber si eran ciertas todos las acusaciones que sobre él pesaban. El resultado de esta investigación fue el que prohibió definitivamente al exfuncionario del dictador Videla asistir a la boda de su hija Máxima, así como la entrada a los Países Bajos. Aunque nunca se ha podido demostrar que el padre de la reina Máxima de Holanda estuviese directamente implicado en los supuestos asesinatos de cientos de opositores al régimen, sí es cierto que, debido a los cargos que ocupó por aquellos años en el Ministerio de Agricultura argentino, le hacen partícipe, aunque sólo fuera como conocedor de los mismos.
Seguramente, la mayor renuncia que la reina Máxima ha tenido que hacer es la de no poder contar con la presencia de sus padres en los momentos más importantes de su vida, como su boda, el nacimiento de sus hijas o la entronización de su marido Guillermo Alejandro como rey y ella como reina consorte. Según la reina Máxima manifestó tras la ceremonia de investidura: “un matrimonio es emocionalmente diferente a una coronación, pero me hubiera gustado que estuviesen presentes”.
Pero no sólo su pasado ha sido una losa sobre Máxima. Estar a la altura de la reina Beatriz de Holanda, después de 37 años de reinado y una popularidad aplastante entre los holandeses, le dejaba el listón muy alto a la futura reina. Además, esta es la primera vez, después de 123 años, que en Países Bajos estaba al frente de la corona un hombre.
Comprometida con los más necesitados
Desde el principio, Máxima de Holanda, la mujer de la eterna sonrisa, se involucró activamente en conocer todo lo relacionado con el país en el que tendría que reinar junto a su marido, como por ejemplo, su idioma, su historia y sus leyes. Llegó a inscribirse, incluso, en todos los cursos sobre lengua y cultura que todos los inmigrantes tienen que hacer para poder acceder a la nacionalidad holandesa. Todo esto, al cabo del tiempo, la sociedad holandesa ha sabido agradecérselo. Naturalidad, solidaridad y elegancia, son algunos de los calificativos con los que la mayoría de holandeses definen a su ya reina. Máxima de Holanda ha sabido ganarse durante este tiempo la simpatía de su pueblo.
Su formación como economista, con amplia experiencia en el mundo financiero -al haber trabajado para diferentes entidades en Nueva York, Buenos Aires o Bruselas- le está sirviendo a la soberana holandesa para dedicar gran parte de su labor a participar activamente, junto con líderes mundiales, en foros como la ONU, el FMI, el Banco Mundial o el G20, defendiendo la importancia de que las clases más desfavorecidas puedan acceder a un sistema financiero, a unos créditos, que les ayuden a salir de la pobreza y crecer. De hecho, trabaja desde 2009 como asesora del Secretario General de las Naciones Unidas en temas financieros para el desarrollo inclusivo. En todos los países que visita, se gana el cariño de la gente por su humanidad, su simpatía y por la profesionalidad que dicen tiene en todos los proyectos que desarrolla.
También en los Países Bajos se ha convertido en una defensora a ultranza para que se mejoren las condiciones de financiación tanto para los particulares como para las pequeñas y medianas empresas, porque considera que son los motores del crecimiento de una nación. Además, promueve que los niños y los más jóvenes tengan una buena educación financiera.
Muy poco se equivocó la reina Beatriz de Holanda cuando, al poco tiempo de conocerla, vio en Máxima un gran potencial para llegar a ser una reina consorte ejemplar. A pesar de que el rey sería su hijo, Guillermo Alejandro, sabía que el papel que jugase Máxima junto a su marido sería fundamental, porque Guillermo no gozaba de mucha popularidad entre sus conciudadanos. Los últimos informes publicados en Holanda sobre la popularidad de la Casa Real indican que la institución cuenta con el apoyo del 79% de la población holandesa, llegando a ser más alta la popularidad de la soberana holandesa que la de su marido. Otro valor que se le atribuye a la reina Máxima es haber conseguido que el rey Guillermo sea visto como más cercano y familiar. Ciertamente, su imagen ante los holandeses ha ido mejorando notablemente desde que se casó con Máxima Zorreguieta.
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