Todo el que es alguien en la moda estaba este lunes en la fiesta de la industria británica, lo que la convirtió en el evento británico más glamuroso del año. Nombres que no podían faltar: Cara Delevingne, Kate Moss o Victoria Beckham.
Ante tanta competencia, Rihanna optó por un look compuesto -únicamente- por una maxi chaqueta de esmoquin de la diseñadora Stella McCartney que dejaba al descubierto su exuberante escote y sus torneadas piernas. Los fotógrafos intentaron por todos los modos tratar de mostrar lo que se escondía debajo de la solapa, pero no hubo manera.
Aunque la cantante de Barbados acostumbra a vestir ligera de ropa, no se priva a la hora de recargarse con complementos. Se lo pasó pipa y deslumbró como nadie, y ya no por sus sensuales movimientos, sino por la cantidad de pedrería que utilizó: anillos, pendientes y brazalete.
Rihanna evitó el descuido lanzándose a bailar a la pista del local.
Los estilismos arriesgados de Rihanna no terminaron aquí. Tras la gala, los invitados disfrutaron de una fiesta posterior en el bar Oscar Wilde, dentro del Hotel Café Royal. Rihanna apareció con un vestido largo en color nude de transparencia elevada y escote bajo.
Sentada en un sofá del local junto a varios amigos, la ligera sujeción de los tirantes del vestido estuvo a punto de provocar una escena de exhibición de pecho en potencia. Sin embargo, la cantante de veintiséis años lo evitó astutamente lanzándose a la pista de baile.
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