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Por amor al arte… siendo famoso

En los últimos tiempos se ha puesto de moda, entre los famosos, interesarse por el arte. Incluso algunos como Elena Ochoa Foster o Jacobo Fitz-James Stuart, que cuentan ya con su propia galería de arte, han decidido hacer del “amor al arte” su forma de vida.

En tiempos de crisis económica, el arte siempre se suele convertir en valor refugio para los inversores. Parece ser que hasta algunos futbolistas, como Sergio Ramos, ante los malos años vividos por la Bolsa, se han sentido atraídos por la pintura y han decidido rentabilizar parte de sus cuantiosas ganancias invirtiendo en cuadros de alto valor patrimonial. El interés por el arte en todo el mundo se está acelerando y no podía ser menos entre los famosos.

De “doctora del sexo” a galerista

Hace pocos días se inauguraba la temporada otoñal de la jet set madrileña con una cita en Ivorypress Madrid, que es la sala de exposiciones que Elena Ochoa, la mujer del arquitecto Norman Foster, fundó en 1996. Un antiguo garaje en el barrio madrileño de Tetuán que contó con un lleno absoluto.

Elena Ochoa se hizo popular en la década de los 90 como presentadora del programa Hablemos de sexo.  ‘La doctora del sexo’, como se la conocía entonces, estuvo durante cuatro años dando clases de sexualidad a los españoles con toda la naturalidad del mundo, algo nunca visto en televisión. Psicóloga de profesión, al poco tiempo se fue fuera de España a impartir clases y conoció al que hoy es su marido, el prestigioso arquitecto a nivel mundial Norman Foster.

Contagiada por la profesión artística de sir Foster y tras orientar su carrera a la edición de libros, Elena Ochoa decide crear Ivorypress, que en un principio es un proyecto editorial y que se ha convertido en galería de referencia para muchos artistas. Muchas de las obras que se exponen en Ivorypress se han paseado antes por importantes museos de arte como el Centro Pompidou de París o el Museo de Arte Moderno de Frankfurt.

Arte muy noble

Si alguien ha estado rodeado de obras de arte desde pequeño, ese ha sido seguramente Jacobo Fitz-James Stuart, nieto de la duquesa de Alba e hijo de Jacobo Martínez de Irujo y Eugenia Fernández de Castro. Jacobo gestiona junto a su mujer, Asela Pérez Becerril, sobrina de la ex alcaldesa de Sevilla Soledad Becerril, la galería Espacio Valverde, ubicada en el barrio madrileño de Malasaña.

Fue su mujer Asela, una enamorada del arte, la que comenzó a organizar pequeñas exposiciones en un pequeño ático del edificio que hoy alberga Espacio Valverde. El nieto de la Duquesa, también movido por el arte como su padre Jacobo, que es escritor y dueño de la editorial Atalanta, le emociona el proyecto cuando conoce a Asela y juntos abren ya la galería Espacio Valverde en lo que era la portería del edificio. Realizan programas de exposiciones de pintura, de fotografía, conciertos, tertulias y todos aquellos actos que sirvan de apoyo a la cultura. Según los herederos del Condado de Siruela, Jacobo y Asela, les atraen sobre todo las ideas curiosas e innovadoras.

Alguien que lleva ya muchos años como coleccionista de arte es Carmen Cervera. Desde que conoció al barón Heini von Thyssen-Bornemisza, que ya era un gran filántropo, su interés por la pintura ha ido in crescendo con el paso de los años. La baronesa Thyssen, tras la muerte de su marido Heini, heredó una importante colección de obras de arte que se exponen en diferentes museos, como el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Algunos de esos cuadros fueron los que el hijo de Carmen Cervera, Borja Thyssen, reclamó a su madre en los tribunales porque, según él, el barón se los había regalado. La justicia le dio la razón a Carmen Cervera. Por éste y otros motivos madre e hijo llevan años sin hablarse y con deudas pendientes aún en los tribunales.

De Blanca Cuesta a Carla Duval

¿Quién sabe? A lo mejor con el tiempo ambos solucionan sus diferencias y vemos a la baronesa gestionando las pinturas de su nuera Blanca Cuesta, quien ya el pasado mes de enero montó una exposición con su primera colección de pintura compuesta por seis cuadros que podían adquirirse desde 2.500 euros.

Incluso Norma Duval consiguió exponer el año pasado, a título póstumo, las obras de su hermana Carla, gran aficionada a la pintura, en la Casa de Vacas del Parque del Retiro en Madrid.

Nunca mejor dicho, el arte del siglo XXI está un poquito más al alcance de todos. En esta cercanía del arte tienen mucho que ver los galeristas, que con sus formas de hacer, dando cabida a los nuevos talentos, y las nuevas tecnologías dan más prioridad al arte que a las ventas reales.

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