Mémesis

Carta abierta a la Nadia adulta: “Perdónanos porque no supimos protegerte”

Quería Nadia: Ojalá leas algún día esta carta, te reconforte y sientas que alguien por fin habla de ti, dirigiéndose a ti y no utilizando tu nombre para hablar del delito ajeno. Siento

Quería Nadia:

Ojalá leas algún día esta carta, te reconforte y sientas que alguien por fin habla de ti, dirigiéndose a ti y no utilizando tu nombre para hablar del delito ajeno.

Siento arcadas cada vez que pienso todo lo que has debido pasar sin nunca merecerlo. No solo por la suerte de una genética esquiva que te ha minado para siempre la salud sino por la cantidad de gente que te ha traicionado. Nadie ha protegido a Nadia. Cuando más los necesitabas tus padres te traicionaron. Cuando menos los necesitabas, los medios te hemos utilizado. Y por esto último te escribo esas líneas.

Te imagino con trece o catorce años buscando por primera vez en Google el rastro que fabricamos sobre tu vida cuando eras pequeña. Imagino a una adolescente horrorizada por la sobreexposición pública suya y de su familia, con miedo de ir al colegio tan expuesta, tan indefensa: ¡Mírala, es la pobre Nadia!

Los titulares pornográficos, las fotos, las guerras de la prensa por saber quién desmontó tu caso, utilizar tu nombre para hablar del crimen ajeno...  todo sin derecho al olvido. Con una huella digital capaz de destrozar mil vidas. Tu nombre y tu apellido son demasiado bonitos, demasiado originales para pasar por Google desapercibidos. Hasta en esto la suerte te ha traicionado. Y barrunto que nadie va a hacer nada por evitarlo.

Cuando escribo estas líneas todavía hay centenares de fotos de la Nadia niña por todas partes sin censurar, sin proteger tu identidad. No las voy a enlazar pero casi todos los grandes medios las conservan: Antena 3, Abc, El Mundo, 20minutos, El Periódico, Vertele, ¡¡hasta la BBC!! ...ninguno de esos medios ha tenido la dignidad de borrar de aquel pasado tu inocente mirada. Curiosamente sólo cuando se ha destapado el caso y la manipulación sobre tu enfermedad es evidente han empezado a publicar tus fotos censuradas. ¿Tiene algún sentido ahora sí y antes no ? ¿Ahora eres vulnerable o inocente pero antes no? Ya te lo explico yo. No les interesa protegerte, quieren solo salvar su culo ante la opinión pública. Esto va por rachas.

También es muy fácil encontrar los vídeos donde apareces al dictado de tus padres pidiendo 18.000 euros para ir a Houston a operarte y acabando al final en manos de varios curanderos. Antiguos pasquines de publicidad reclamando pasta con tu nombre que siguen circulando caducados por Facebook. Hay también titulares horrendos sobre la vida íntima de tus padres. Programas maratonianos que aprovecharon tu imagen para vender solidaridad a cambio de sponsors. Todo ello de cuando tu enfermedad era cuestión de Estado. Tú eras la misma. Siempre has sido inocente.

A pesar de que es ya está judicializada la manipulación, que todo fue un mal invento de tus padres... todavía están allí, esperando que ese día, con trece o catorce, los veas y te destrocen aún más la vida. Nadie te protegerá de ellos. Nadie borrará ese rastro ponzoñoso aunque sea tremendamente sencillo hacerlo. Es la mierda de legado que los medios te hemos dejado. Perdónanos por eso.

Recuerdo el día que dejaste la casa de tus padres, ya procesados, para irte con tu tía a otra isla, os parasteis en Burger King y varios medios te fotografiaron comiendo una hamburguesa. Como si fueras culpable de algo. Supongo no entendías nada. Yo tampoco.

No he leído ni un solo artículo, no he visto a ningún periodista redactar pensando en tu futuro y hablando con verdadera empatía de tu historia. Solo odio y mierda sobre tus padres. A nadie se le ha ocurrido pensar que cuando todo estalló eras una niña en una burbuja, un mundo de Oz fabricado por tus padres que había que desmontar con bisturí para no lastimarte. Seguro les querías, seguro que en tu inocencia les respetabas. Nadie tuvo la delicadeza de romper esa burbuja con la yema de un dedo y no con el badajo de una campana tocando a arrebato a los demás medios. Y todo ese tañido quedará para siempre, para tu desgracia.

Recuerdo al excelente periodista que hizo popular esa burbuja pidiendo perdón a sus lectores por no investigarla como merecía. Le recuerdo incluso pidiendo perdón al medio para el que trabajaba para no lastimar su credibilidad. Pero para ti, la única víctima real de toda esta mierda, ni una sola disculpa, ni una sola palabra. Ahí perdimos el foco.

Recuerdo luego también a varios medios peleando por la exclusiva del montaje. Haciendo suyo el ‘Caso Nadia’, hablando siempre de las mierdas de tu padre utilizando sólo tu nombre a pesar de que la ley del menor exige siempre el anonimato. 

Recuerdo también a la policía o algún funcionario público filtrando más carnaza a la prensa, unas fotos íntimas que solo debería arbitrar con tacto un juez. Más leña al fuego de tu memoria. Más morbo para el monstruo que nosotros creamos. Nadie pagó tampoco por ello.

Supongo que en todo este tiempo habrás aprendido, con razón, que la traición no fue exclusiva de tus padres. Muchos medios también te hemos utilizado. Hemos ayudado a construir una historia falsa y luego no hemos sido capaces de borrar su estela.

Quédate con lo bueno, con la cantidad de gente que se entregó a tu causa cuando todavía era un montaje. Que se estremeció con tu valor, tu fuerza y tu sempiterna inocencia.

Quédate con ese fiscal que consiguió sacarte rápido de tu minúsculo pueblo —otro dato que infinidad de medios han publicado sin pudor— donde todos ya cuchicheaban. Donde los padres de tus compañeros eran los mismos que habían donado para tu falsa causa.

Quédate con el trabajo de la Oficina Del Defensor del Menor de tu tierra que al final abrió un expediente para garantizar la responsabilidad colectiva y para protegerte por ser doble víctima. Victima de tus entorno y víctima de nosotros.

No me puedo imaginar la cantidad de miradas que habrás tenido que esquivar estos años por una fama construida por el sensacionalismo y la dejadez de muchos medios interesados sólo un día en tu desgracia. El servicio público del periodismo debería incluir la penitencia de borrar las marcas públicas de nuestra incompetencia.

Ojalá algo consiga esta carta.

Un abrazo, Nadia.

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