Mémesis

Oscar al mejor cortometraje bélico

El vídeo del lanzamiento del nuevo misil balístico de Corea del Norte, con guiños cinematográficos a Top Gun y a Desafío Total, ha causado sensación en Twitter

Occidente, liderada por Estados Unidos, ha intentado dominar al mundo durante el último siglo a través de la economía y de eso que ahora llaman poder blando, ese amasijo de códigos culturales, Hollywood, celebrities y cultura de masas. Ha intentado imponernos a los países del este, que bebemos de unas raíces distintas, una serie de valores arbitrarios y desfasados como la democracia, los Derechos Humanos, el género fluido, las tres comidas diarias y los pantalones piratas. A pesar de su esfuerzo, no lo han conseguido y el bloque del este ha despertado. El órdago de Rusia es la confirmación de que estamos aquí y de que este es un mundo con al menos dos grandes potencias: Estados Unidos y Corea del Norte, que hoy mismo ha lanzado su video promocional de la III Guerra Mundial inspirado en los que le hace Adidas al Madrid para presentar las nuevas camisetas cada temporada.

El cortometraje, que no he llegado a tiempo de inscribir en los Oscars, tiene pequeños guiños cinematográficos a Top Gun, a Desafío Total, al videoclip de La Mordidita de Ricky Martin y al primer Federico Fellini, enseña una pequeña parte de nuestro potencia nuclear a través de un arma nueva, el Hwasong-17, un misil balístico con capacidad para descongestionar el tráfico marítimo abriendo un océano entre Canadá y México. Llegamos fuertes a la competición que se va a disputar este año, sin meternos presiones pero sabiendo que estamos en todas las quinielas. Esta guerra debe confirmar la desaparición de este occidente tan decadente que ahora son ellos los que nos copian a nosotros. Sólo hay que ver los supermercados: dos cajas de cereales y una bolsa de Cheetos en cada pasillo. Nos han plagiado el desabastecimiento de los supermercados y ahora inventarán que es consumo sostenible o algo de eso. 

Si hay algo que ejemplifica ese decadencia moral son las redes sociales, en especial Twitter, ese espacio de debate libre y democrático que no sirve para nada. Esta semana en la red se ha hablado de nuestro videoclip, de la soledad de Boris Johnson en la cumbre de Bruselas, de la soledad de las estanterías del Mercadona.

Y las críticas al nuevo álbum de Rosalía, la más sonada la de Ramón García que lo ha calificado como ‘una mierda’, y que cuando al día siguiente fue preguntado por la polémica de sus declaraciones volvió a reafirmarse en que el disco era una mierda. Una opinión asentada. Hay quien dice que los precios a los que Estados Unidos va a venderle a Europa el gas licuado son una venganza por enviarles a la artista catalana.

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