La sociedad estadounidense es fácilmente impresionable y esta semana ha quedado prendada con la belleza de Pedro Sánchez, del que yo ya dije que era mi vivo reflejo: guapo, socialista y llegó al poder sin ganar unas elecciones. Sánchez está de gira por Estados Unidos, donde cada vez hay más latinos desde que Julio Iglesias se mudó a Miami en edad fértil, y de él han dicho que es político más sexy desde Kennedy y hasta que se parece a Superman.
Pero Superman no ha subido al espacio, el que lo ha hecho es Jeff Bezos, Aka Lex Luthor. Nuestros abuelos vieron a Armstrong pisar la Luna y nosotros hemos visto al hombre que ha acabado con buena parte del comercio tradicional del mundo subir al espacio en un cohete con forma de pene. Cada generación tiene su gesta. La nueva carrera espacial ya ha comenzado y varios magnates, (Bezos, Musk y Richard Branson) ya compiten despilfarrando su dinero con el objetivo de llevar en pocos años viajes organizados al espacio, con su hotel de media pensión y sus paradas para comprar imanes de recuerdo para el frigorífico. Yo, a eso de lanzar un cohete que no explote al llegar a su destino, no termino de verle la gracia.
Y hoy arrancan los JJ.OO. de Tokio, unos juegos atípicos porque no se disputan en el año que tocaba, porque han tenido que distanciar los aros para que cumplan la distancia de seguridad y porque un tipo intentó apagar la antorcha olímpica con una pistola de agua. La pandemia ha hecho mella en la salud mental de la gente y el manicomio virtual por excelencia es Twitter, al que está dedicado esta sección.
No sé si por la expansión de la variante Delta, pero esta semana viene fuerte de virales. De la peor desinfección de la historia (la del Metro de Bilbao) hasta la canción que ha grabado un grupo de comerciantes de la Plaza Mayor de Málaga, con el que esperamos que la fiscalía actúe de oficio.
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