Cuando Ariana Lenarsky tomó la foto del hombre que le había sobado la pantorrilla en el pasillo de un avión no tenía ninguna intención de hacerla pública. Simplemente fue su mecanismo de protección para hacerle saber que no iba a obviar el incidente “...al menos el gesto le asustará”.
Some guy grabbed & stroked my calf (??) as I walked by on the plane, so I took his picture. Not gonna post it, but I hope he's freaked out.
— Ariana Lenarsky (@aardvarsk) October 23, 2016
“Un tipo ha cogido y acariciado mi pantorrilla mientras caminaba por el avión, así que le he hecho una foto. No voy a publicarla, pero espero que él esté asustado”
Ocurrió durante un vuelo interno en los Estados Unidos. La escritora y actriz, residente en Los Ángeles, fue manoseada y acosada por un pasajero mientras volaba desde Austin, Texas. La experiencia fue contada en directo a sus seguidores de Twitter e inició un hilo que pronto se hizo viral y generó las confesiones y apoyos de otras mujeres.
“Mientras contaba el caso a la tripulación ambos han asentido. Ya sabían quién era porque otras mujeres también se habían quejado”. Dice Ariana en otro tweet.
Cuando ocurrió el incidente todavía quedaba hora y media de vuelo y la mayor preocupación de Ariana era saber cómo gestionar la situación. Se sentía absolutamente desprotegida y sin herramientas legales para defenderse. El acosador todavía tenía noventa minutos para continuar con sus planes. Nadie le había informado de las otras denuncias y seguía con su actitud acosadora..
Anyway. We don't land for an hour and a half. Anything else I need to do here? Tag the airline? Tweet the photo?
— Ariana Lenarsky (@aardvarsk) October 23, 2016
¿Publico el nombre de la compañía aérea?¿Tuiteo la foto que le he hecho? Estoy deprimida, cuenta desesperada en el hilo la agredida…
Al final, aconsejada desde sus redes, decide preguntar a la tripulación cuál es el plan una vez que aterricen. Le informan que el capitán está al corriente y ha generado un informe para la aerolínea. La policía estará esperando tras el aterrizaje. Parecía todo muy coherente.
Una vez en tierra la policía saca primero al agresor y toma declaración a las agredidas. Es en ese momento cuando Ariana se dá cuenta que no va a pasar nada.
Y es que una de las mujeres acosadas confiesa que el hombre había intentado besarla pero no va a presentar denuncia porque al ser un incidente en vuelo tienen que entrar de oficio el FBI y no le interesaba en absoluto. A Ariana le informan también que si quieren formalizar denuncia tienen que hacerlo en Austin donde salieron porque el avión y la compañía es de allí y, por lo tanto, también la jurisdicción.
If I want to press charges, I'd have to fly back to Austin on my dime, since it's Austin PD's jurisdiction. I don't want to do that.
— Ariana Lenarsky (@aardvarsk) October 23, 2016
Lo peor llega cuando el FBI (no las autoridades locales) les recuerdan a las mujeres que harán una amonestación verbal al agresor y que no deberían preocuparse porque no es “el delito del siglo”. Ahí es cuando Ariana decide tomarse la no-justicia por su mano.
"Si no es el crimen del siglo" tampoco creo que lo sea tuitear su imagen ahora. Concluye Ariana.
Y eso es lo que hizo.
Inmediatamente el gesto se hizo viral y alcanzó los 11.000 retuits. Publicar la foto con la acusación es una decisión valiente pero también es un atentado a la intimidad de las personas, aunque estas sean acosadores.
This is an artistic rendering of him: ?
— Mara Wilson (@MaraWilson) October 23, 2016
La jurisdicción para un acoso en vuelo es del país dueño del avión. Muchas veces las mujeres tienen que volver al país de origen a formalizar la denuncia
El incidente pone de manifiesto el problema de la legislación, local e Internacional para incidentes aéreos. Cuando un problema de este tipo surge en pleno vuelo la legislación internacional —convenio de Tokio de 1963— atribuye la competencia a los tribunales del Estado de matrícula de la aeronave, salvo que la infracción afecte a los intereses del Estado de destino. Como el incidente de Ariana es lo llaman los anglosajones un ‘battery crime’, una agresión personal, no afecta al Estado de destino, y esto los acosadores lo saben.
Por ejemplo, supongamos que en un vuelo de Emirates, desde Abu Dhabi a Madrid, ocurre un incidente similar. Si un hombre acosa a una mujer durante el vuelo la denuncia tiene que ponerse en el país de origen aunque la policía retenga y tome declaraciones en destino a los protagonistas. Y esto no siempre es posible.
Eso ocurrió en 2012 en un vuelo Detroit-Amsterdam. Una joven noruega de 19 años fue acosada por un hombre mientras dormía. Al despertar se encontró con su mano en los pantalones de él. A pesar de que retuvieron al individuo y tomaron declaración en Holanda, la mujer tardó dos años en poder formalizar la denuncia por problemas en la jurisdicción del caso y la falta de recursos. Tres países implicados.
Fue en 2014 cuando la mujer pudo volver a Estados Unidos y poner en marcha el mecanismo de denuncia que tanto le había atormentado. Se ejerció acción penal en la Corte de Distrito de Detroit, con jurisdicción sobre los hechos denunciados y se condenó al acusado, que reconoció los hechos. Esto implica dinero y abogados que muchas mujeres, en su mismo caso, no se pueden permitir.
Con tantas trabas en el camino de las víctimas, muchas veces sometidas por procesos interminables que alargan injustamente el shock postraumático, es normal que la mayoría de estos acosos queden impunes, que las mujeres emprendan el camino del olvido como terapia y que la justicia no sea tal .
Tengan cuidado ahí fuera.