En realidad no es solo el porno, la industrial de la moda también está desequilibrada salarialmente en favor de la mujer, pero ambas excepciones comparten el mismo problema que lo explica. El sexismo y la cosificación en ambos negocios es clave a la hora de generar la oferta y la demanda. Ante una sociedad eminentemente machista es normal que la industria se adapte a la demanda generando puestos de trabajo conforme a lo que la plebe pide. La brecha salarial en ambas industrias es, por lo tanto, un buen termómetro para calibrar el machismo social.
El porno y la moda son machistas y para luchar contra ello no se empieza igualando los salarios de modelos y actrices sino trabajando para que el equilibrio en la demanda solucione naturalmente el problema. En el resto de profesiones —con el problema invertido— la respuesta debería ser exactamente la misma.
IBWomen es una organización sin ánimo de lucro fundada en Madrid en abril de 2011 que trata de generar debate entre los distintos actores sociales para que la mujer ocupe el puesto que le corresponde en la sociedad en la toma de decisiones de carácter económico.
En esta ocasión ha contado con la ayuda de una de las mejores agencias de comunicación para tratar de llamar la atención de los indolentes convirtiéndoles en protagonistas del problema. ObsceneGap [brecha Obscena] denuncia irónicamente y con testimonios de actores algo frustrados lo que vive la mujer por norma general en el resto de profesiones.
Mitos y verdades de la brecha salarial.
La prueba de que la brecha salarial es un gran problema es la falta de información y banalización del mismo. Basta un pequeño paseo por redes sociales para comprobar la desinformación, la falta de datos ecuánimes y fiables.
https://twitter.com/Observante01/status/849343199965577216
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Incluso la clase política ha hecho flaco favor a la hora de denunciar el 'Gap'. Pedro Sánchez es especialista en mezclar datos y confundir al personal con estadísticas pasada por la batidora que acaban convertidas en mentiras.
No tiene sentido comparar los sueldos de un hombre y una mujer en el mismo cargo cuando a las mujeres les cuesta infinitamente más llegar a ese cargo.
Cuando se informa que la diferencia salarial en España es del 24% en favor del hombre no se refiere al sueldo en el MISMO trabajo. El cálculo servido por el Instituto Nacional de Estadística se hace sumando el sueldo global de las mujeres españolas y se compara con el ganado por los hombres. ¿Por qué? Porque las condiciones laborales del hombre y de la mujer [para bien o para mal] son muy distintas. Ellas tienen más contratos a media jornada y menos fijos y ellos trabajan más horas al año. Este es un problema de base también analizable desde el punto de vista sexista pero no debe influir al leer las estadísticas.
Aún así —en datos servidos por el mismo Instituto— cuando se comparan en las mismas condiciones de jornada completa, las mujeres siguen cobrando un 13% menos que los hombres en España.
El grave problema de la Brecha Salarial en España está antes de firmar el contrato. El acceso a los puestos de trabajo y a un sueldo es siempre más complicado para la mujer.
Otra confusión generalizada de la brecha salarial: No tiene sentido comparar los sueldos de un hombre y una mujer en el mismo cargo cuando las mujeres no tienen las mismas oportunidades que el hombre de llegar a ese cargo. Ejemplo: Directivas del IBEX 35. Solo el 20,3% son mujeres.
Pero si hay argumento falaz utilizado para desmontar la brecha salarial es el de: "Si realmente las mujeres ganan menos todos los empresarios contratarían solo mujeres para sacar más beneficios". Un mantra que se repite hasta la saciedad en redes sociales y que simplifica el problema de manera maniqueísta.
#8marzo
Si las MUJERES GANAN MENOS haciendo el mismo trabajo que los hombres:
¿Por qué los empresarios no contratan SÓLO MUJERES?— M?️®️©️⭕S fÉLIKS (@marcosfeliks) March 17, 2017
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La legislación española impide —a través de infinidad de convenios colectivos— la discriminación salarial TEÓRICA. Ningún empresario con dos dedos de frente se va a arriesgar a las multas por contravenirlo. Pero en cientos de profesiones liberales menos reguladas y sin convenio, así como en los puestos directivos (allí donde funciona el dedo) sigue cubierto por un techo de cristal infranqueable y unas condiciones de trabajo distorsionadas según sexo. Allí es imposible demostrar la diferencia salarial porque cada puesto es subjetivamente diferente. Y sobre todo, los contratadores que se dejan guiar por sus prejuicios, a pesar las ventajas de productividad demostrada de las mujeres, seguirán contratando a hombres porque confían más en ellos.
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